sábado, 23 noviembre 2024

BBVA, Bankia o Liberbank: las fusiones se acelerarán a final de año

El mazazo del coronavirus sobre la economía europea ha devuelto a la realidad a la banca. El rastro se puede apreciar por todo el sector, a lo largo y ancho de Europa y el mundo, aunque en los pequeños el golpe ha sido mayor. A Liberbank, por ejemplo, le ha llegado a tumbar un 65%, a Bankia se convirtió durante sesiones en una ‘penny stock’ o a Banco Sabadell profundizó todavía más en dicho trauma. Ahora, todos respiran mejor después del oxígeno insuflado por el Gobierno, con 100.000 millones en avales, pero a más de un alto directivo se le pasó por la cabeza no haber cerrado la operación corporativa negociada meses antes.

Pero ya no hay más tiempo o eso, al menos, parece que empieza a temer el sector. «El tamaño del impacto ha vuelto a asustar a mucha gente», señalan fuentes del sector a MERCA2. Las fusiones están más cerca de lo que pensamos. Pero no podrá ser ahora. «Las entidades están centradas y trabajando en sus planes de contingencia (…) es imposible imaginarse a ningún responsable sentarse en una mesa de negociación con la que está cayendo», reconocen desde uno de los bancos españoles. También, desde dentro, parece coincidir que una vez todo vuelva a la normalidad, si se podrá llamar así, los procesos de M&A «se acelerarán» en España.

La misma visión parece tenerse desde fuera. Los expertos consideran que los bancos europeos son el eslabón más débil del sistema financiero mundial. De hecho, pese a la mejora en los ratios de capital, todavía están por detrás de las firmas estadounidenses. Y el brote de coronavirus plantea una nueva prueba de su salud. Por ello, según el equipo de análisis de Scope Ratings, las fusiones y adquisiciones “oportunistas y estratégicas” resurgirán ahora en los bancos más fragmentados de la Unión Europea.

¿POR QUÉ AHORA ES DIFERENTE?

La historia, el proceso de concentración en la banca, suena bastante repetido. Bankia y Sabadell, Unicaja y Liberbank todas ellas han sido operaciones encima de la mesa con todo en regla para ejecutarse, pero se pararon. Unas por no contar con el apoyo expreso del Gobierno, podría entrar en la partida BBVA, otras porque el encaje ejecutivo no se creía el adecuado. Ahora se vuelve a lo mismo, pero y ¿por qué iba a ser diferente en esta ocasión? La razón es sencilla: las cuentas a un par de años ya no salen.

La banca, como todas las empresas, trabaja con expectativas. En el momento en el que se decidió aparcar la fusión entre Sabadell y Bankia se preveía que a lo largo de 2020 las tasas de interés se afianzaran en el terreno positivo. Hace ya algunos años, mientras todavía se negociaba la fusión, el consejero delegado de la entidad nacionalizaba explicaba que a los bancos «les gustan los tipos bajos, pero que les mata los tipos negativos». Sencillamente, en las altas cúpulas directivas pensaban que había más margen porque este año ya serían rentables.

El día que Unicaja y Liberbank rompieron las negociaciones existía más información. Pero tampoco nadie pensaba que un año después todo se habría precipitado tanto. Aun así, el castigo entonces fue severo y en la actualidad ha sido terrible. Es probable que los reguladores también vean las fusiones como una forma de tener a los jugadores más débiles “fuera del mercado». Ahora mismo, resolver un banco no es la solución. Moody’s mantiene su confianza en las cinco mayores entidades, pero no opina lo mismo de los bancos de menor tamaño. Pese a las medidas públicas introducidas para mitigar los riesgos, a través de avales la y liquidez, de estos no se mantendrán estables.

EL GOBIERNO HA DADO TIEMPO PARA REARMARSE

Hasta ahora, las medidas de apoyo del Gobierno están evitando un deterioro más rápido de sus activos. La línea de avales que suponen en los casos más acuciantes, los de las pequeñas empresas, un 80% de los nuevos créditos y otra parte sustancial de las refinanciaciones apuntala la tasa de mora. Además, fluirá más crédito a un tipo fijo, ingresos estables, y las provisiones serán bajas e, incluso, inexistentes, según las últimas medidas del BCE. Pero, la exposición de la banca española a activos no productivos se mantiene por encima de la mayoría de sus competidores en Europa, según Moody’s.

Además, los problemas de balance no será el único peligro. La agencia prevé que España sea uno de los países más afectados por la pandemia de Covid-19 y entrará en recesión en 2020 como consecuencia de las medidas de contención implementadas. Un escenario propicio para erosionar la calidad de los activos y la rentabilidad de los bancos españoles. En definitiva, que se añadirán más activos tóxicos, que no retornan nada, a unos balances todavía repletos de la crisis anterior.

Por eso, el riesgo resurgirá cuando el brote haya terminado y los reguladores puedan evaluar la magnitud total del daño. En este sentido, la agencia de calificación va más allá y rebaja a negativa desde estable la perspectiva para el sistema bancario español. Al final, en un escenario con tantas sombras (algunos expertos avisan de que pueden aparecer parones intermitentes ante nuevos brotes) la única posibilidad de sobrevivir es ser más grande, más sólido y más rentable. Un axioma que ya conocían de sobra los ejecutivos bancarios, pero que tras el susto parece que por fin lo llevarán a la práctica.

Con información de Cristina Hidalgo


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