Airbnb anunció en 2019 su intención de debutar en Wall Street este año. La compañía tenía previsto empezar el proceso entre marzo o abril, según Bloomberg. Pero ahora, con más de un tercio de la población mundial confinada, muchas fronteras cerradas y el sector turístico cuesta abajo, el plan se ha paralizado.
Algunos inversores, entre ellos los que se posicionaban como compradores de acciones de Airbnb están preocupados por cómo el virus afectará los resultados de la empresa en el primer semestre. En 2017 y 2018 obtuvo ganancias, antes de intereses e impuestos, pero en 2019, perdió dinero y eso fue antes de que surgiera el coronavirus.
Por ello, entienden que el impacto en sus cuentas puede reflejarse más allá del tercer trimestre, dependiendo de cuánto tiempo esté paralizado su servicio. En este escenario, la tecnológica cuenta con poco tiempo para que sus números mejoren y animen a los inversores a respaldar su cotización.
Algunos expertos creen que lo más probable es que su salida a Bolsa se traslade a 2021. Pero hay un problema, la presión de muchos de sus empleados que tienen opciones sobre acciones y vencen este año.
SU NEGOCIO CAE UN 80%
Airbnb ha permitido que los huéspedes y anfitriones cancelen sus reservas. Empezó en China, el epicentro del virus, donde eliminó la penalización hasta el 1 de abril. Esto ha reducido el negocio en el país asiático en aproximadamente un 80% en comparación con hace un año.
Después de que el 11 de marzo la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara el brote de coronavirus como pandemia mundial, trasladó esta decisión al resto de países. Según explican en su web, las reservas de alojamientos realizadas hasta el 14 de marzo, con llegada entre esa fecha y el 14 de abril, están cubiertas por esta política y se podrán cancelar.
Los viajeros han recibido un reembolso total y los anfitriones no tienen que asumir cargos. Por eso la compañía tiene que sopesar los riesgos de ser una empresa cotizada. De momento, esta segunda quincena de marzo su servicio se ha paralizado y a fin de cuentas, su negocio consiste en cobrar una tarifa de aproximadamente el 15% de cada reserva.
¿QUÉ ESTÁ HACIENDO LA EMPRESA?
Fundada en 2008, la startup, valorada ahora en 31.000 millones de dólares maneja una plataforma global que conecta a los están dispuestos a alquilar sus casas con los que buscan un lugar económico para hospedarse.
Fue pionera en el sector de la denominada economía colaborativa, y aunque está sufriendo no tiene tanto riesgo como las compañías de viajes tradicionales, las aerolíneas o los hoteles. Al final, su modelo de negocio es diferente. No tiene salarios que pagar, pero no por ello ha dejado de mostrar preocupación por sus anfitriones.
Airbnb sabe que muchos de los arrendatarios que se anuncian en su plataforma tienen que seguir pagando la casa y ahora no generan ingresos. Según Bloomberg, sus fundadores trabajan para obtener ayudas del Gobierno de Estados Unidos.
Su objetivo es que los anfitriones se beneficien del paquete de rescate y puedan acceder a los préstamos de emergencia que se están concediendo en el país e incluso, tratan de negociar para que aquellos que viven de alquilar sus propiedades puedan obtener el subsidio por desempleo. Al final, sus usuarios también asumen riesgos financieros y tienen que declarar lo que ganan.
PARAR O SEGUIR
Los expertos más críticos con las empresas de economía compartida llevaban tiempo advirtiendo de que estos modelos de negocio serían vulnerables si hubiera una recesión. Sin embargo, Airbnb sigue percibiendo el interés de empresas y fondos para invertir en ella, según la CNBC.
De hecho, uno de sus inversores explica al medio estadounidense que muchos de ellos vivieron la crisis de las puntocom en 1999 y 2000, pero “fueron sabios” e invirtieron en compañías como Google, Amazon o Apple.
Y consideran que, al salir de esta recesión, serán empresas como Airbnb las que tendrán un gran desempeño en el mercado. Es más, la ven “más ágil” que otras compañías de viajes como Expedia y Booking para “capear la tormenta”.
Entre tanto, la compañía está en “modo de escucha”. Por una parte considera recaudar dinero, pero también valora retrasar su estreno bursátil o incluso optar por una cotización directa, como hizo Spotify, lo que significa que no necesitaría vender nuevas acciones.
La empresa no ha querido pronunciarse pero el CEO de Airbnb, Brian Chesky comentó a finales de año en una entrevista con The New York Times que no tienen prisa por salir a Bolsa, pero son los empleados “los que presionan a la compañía”, ya que sus valiosas opciones sobre acciones comenzarán a expirar.