“La globalización es lo que tiene”. Esta frase valdría para explicar cómo es el funcionamiento de las grandes compañías, donde nunca pueden controlar todos los mercados donde operan. Y eso, en gran medida, es lo que sucede con Telefónica. Justo cuando el negocio en España está calmado, tiene varios frentes internacionales abiertos que parecen estar generando incertidumbre en los mercados.
El último episodio lo ha tenido que lidiar en Colombia. Allí, la compañía presidida por José María Álvarez-Pallete ha tenido que capitalizar su filial por los problemas regulatorios que habían surgido en los últimos meses. En concreto, Telefónica y el Gobierno de Colombia van a inyectar unos 1.842 millones de euros para capitalizar ColTel, la filial de la multinacional en Colombia, de los que 1.243 millones de euros corresponden a la operadora por ser la accionista mayoritaria.
La capitalización se articulará en dos ampliaciones de capital, la primera de las cuales, por importe aproximado de 1.370 millones de euros (de los que Telefónica aportará unos 925 millones), se destinará al pago íntegro y anticipado de las obligaciones con la gestora de fondos de pensiones PARAPAT. Así, dicho contrato se extinguirá de forma anticipada y se producirá el traspaso a Telefónica Colombia de los bienes, derechos y activos de telecomunicaciones asociados al mismo.
Por otra parte, los dos socios han aprobado una ampliación de capital por unos 472 millones de euros, de los que 318 corresponden a Telefónica) para hacer frente al pago «en tiempo y forma» del laudo dictado por un tribunal arbitral colombiano. Y es que en julio pasado, un tribunal de arbitraje de Bogotá determinó que Claro (filial de América Móvil) y ColTel (participada en un 67,5% por Telefónica y en un 32,5% por el Gobierno colombiano) debían pagar unos 1.584 millones de dólares (unos 1.326 millones de euros) por concepto de bienes, equipos e infraestructura previstos en los contratos de concesión de telefonía móvil celular suscritos en 1994.
Telefónica y los otros problemas
La situación en Colombia parece estar bajo control. Con esta capitalización se aplacan todos los frentes abiertos. Pero no es el único. En Reino Unido la subasta de espectro para las licencia de 4G y, sobre todo, 5G, están en el aire ante las reclamaciones de su competencia.
En concreto, BT quiere que haya más espectro disponible; mientras que Three ha pedido que haya menos. Y todo esto con la amenaza de llevarlo por la vía legal, lo cual conduciría a detener la subasta. Algo que perjudicaría los intereses de O2, la filial británica de Telefónica, puesto que retrasaría sus planes de expansión. Esto, a su vez, incide en los planes del operador de sacar parte del negocio a Bolsa después de la fallida venta el año pasado a Hutchison.
Y la solución, por el momento, está en el aire, pese a que ya se ha solicitado que se liciten algunas frecuencias de manera inmediata mientras se resuelve el conflicto y, finalmente, se pueda licenciar todo el espectro. Sobre todo las frecuencias que sirven para que el 5G tenga un mejor funcionamiento.
Y todo esto tiene su impacto en Bolsa
De forma directa o no, lo cierto es que esta semana Telefónica ha tocado su suelo del último año en el Ibex-35 al bajar de los 9 euros la acción. Sucedió el pasado martes, después de los 9,8 euros en los que cotizaba a principios de junio, o en algunas fases de agosto.
De hecho, el resultado final y que deja un sabor agridulce viene de la mano del ajuste del precio objetivo por parte de Morgan Stanley. Estos analistas lo han recortado hasta los 10,5 euros desde los 11 euros, reiterando su consejo de mantener.
Así, mientras que Telefónica tiene todo bajo control en España, donde la guerra de precios se ha transformado en guerrilla; y cuando ya consiguió controlar la situación de su filial de infraestructuras Telxius, todos sus problemas vienen de fuera.