El desembarco de Disney, a través de Disney +, en España no podía ser más oportuno. Tanto para los españoles, como para la compañía. Un soplo de aire fresco para una población, la española, hastiada de un confinamiento que cada vez está más cerca de extenderse en el tiempo. Para la compañía, por su parte, supone una inyección de efectivo imprescindible para hacer frente a uno de los peores momentos que vive en sus ya muchas décadas de vida. Un guion tan impecable que ni la propia Linda Woolverton, mítica guionista responsable de El Rey León o La Bella y la Bestia, se le habría ocurrido.
El pasado mes de enero, Disney sorprendió al acelerar el lanzamiento de su plataforma online en España, Reino Unido, Alemania, Francia e Italia. En concreto, empezaría a emitirse el 24 de marzo y no el 31 del mismo mes como estaba previsto. Ni mucho menos, la decisión contemplaba el escenario actual (en especial en España), pero si se desarrolló como respuesta al peligro creciente del coronavirus. Para entender el razonamiento de la compañía hay que ir más allá, no solo supuso el adelantó de una semana, sino que se cambio de trimestre. Fue un movimiento defensivo frente al impacto que estaba teniendo en China, donde el virus amenazaba sus ingresos en el país.
De hecho, el segundo trimestre fiscal de la firma de entretenimiento abarca desde el 1 de enero hasta el 30 de marzo. Pese a que la medida se había discutido antes, el detonante es el comunicado de La Comisión Nacional de Salud China el 20 de enero que confirma que el virus se transmite entre personas. En ese momento, Disney, que tiene información de primera mano, ya conoce que China se va a cerrar. Al día siguiente, ejecuta la orden y la hace pública. Pocos días después, se cumplen los peores presagios y se ve obligado a cerrar su parque temático en Shanghai. Más tarde, el gigante asiático se para por completo.
DISNEY, EN PROBLEMAS POR PRIMERA VEZ
El movimiento defensivo de la compañía señala que la preocupación de la directiva era (y es) muy alta. El principal problema al que se enfrenta es una prolongada temporada de ingresos bajos, por el efecto del coronavirus, y un volumen de deuda muy alto, tras la adquisición hace un año de 20th Century Fox (pagó 71.000 millones de dólares). De hecho, el apalancamiento se ha doblado y al cierre de 2019, (en octubre) superaba con holgura las 4 veces Ebitda, y todavía crecerá más. Una situación incómoda, pocos cobros y alta deuda, que de prolongarse puede desestabilizar a la firma.
El daño del coronavirus a la compañía se dan en tres aspectos fundamentales: en primer lugar, provoca el cierre de sus parques temáticos como ya ha ocurrido. Una situación que se agrava, a su vez, por dos motivos. Por un lado, supone una parte muy importante de todos los ingresos de la compañía. En segundo lugar, los costes fijos de tenerlos cerrados son muy altos. En definitiva, se trata de un área del negocio muy apalancado operativamente, lo que le hace extremadamente sensible en las caídas de la actividad.
En segundo lugar, la actual pandemia que se extiende por todo occidente le ha obligado a posponer sus estrenos. Entre los títulos que deberán esperar para aparecer en las grandes pantallas están Mulán (se espera tenga una gran aceptación en Asia), Fast and Furious 9, la última entrega de James Bond o la nueva película de Marvel, Viuda Negra. También, ha abocado a unos pobres resultados de taquilla a la última película de Pixar, Onward. Por último, el parón deportivo en el deporte estadounidense, principalmente, le ha hecho mucho daño a sus marca ESPN. En especial, porque en marzo se celebra el torneo de baloncesto universitario, March Madness, más seguido del mundo y un auténtico fenómeno de masas y audiencias en el país.
EL ADIÓS DE SU REFERENTE, BOB IGER
El abismo al que ha avocado el coronavirus a Disney ha terminado por convencer a su consejero delegado, Bob Iger, para dejar la compañía. Iger, que es considerado uno de los mejores líderes del mundo (también de los mejores pagados), sorprendió a todos cuando el 25 de febrero anunció su despedida. Un evento que es imposible no asociar con las devastadoras consecuencias que estaba dejando a su paso el Covid-19. La salida provocó una caída de las acciones del 4%, para hacerse una idea de su importancia, y abrió más desasosiego en los inversores.
Aunque, Iger no ha dicho definitivamente adiós. El exCEO seguirá trabajando en el aspecto creativo lejos de las duras decisiones ejecutivas que traerán, irremediablemente, recortes en la plantilla. Además, será su excelso legado, tras 15 años al mando, el que deba servir de sostén de la compañía: Disney +. El adelanto del lanzamiento de la plataforma busca encontrar ingresos de manera rápida y segura al lanzarse a un mercado de más de 320 millones de personas. Asimismo, muchas de ellas se encuentran entre los estratos con mayor poder adquisitivo de todo el mundo.
La plataforma no solo es el legado de Iger porque fue suya la decisión de apostar mucho dinero en su creación. Que también. Sino porque su gran atractivo es lo que el propio ejecutivo ha creado en sus años de mandato. De hecho, en siete años añadió al mundo Disney firmas como Pixar, Marvel o Lucasfilm. La última ha sido la de 20th Century Fox que será el gran reto de su sucesor Bob Chapeck. Así, la ingente cantidad de nombres propios con las que Disney + atraerá a los usuarios, para salvar la compañía, es un recordatorio de sus duras negociaciones y el baile de compras que ejecutó. Una política que ha permitido a la compañía multiplicar por cuatro sus beneficios y por cinco su valor en el mercado. Ahora, empieza una nueva vida.