El mundo empresarial, como la política, genera extraños compañeros de cama. Y quienes hace meses no se podrían ver, ahora resultan socios incondicionales. Eso, en gran medida, es lo que ha pasado en el ecosistema emprendedor y sector startups. Nacieron como alternativa de mercado, pero la realidad les ha convertido en buenos aliados.
Un ejemplo que sirve para ilustrar esta situación es la que ha enfrentado a las grandes entidades financieras con las fintech; es decir, las stratups de este sector con total vocación tecnológica y digital. Al principio parecía que unas pretendían ocupar el espacio de las otras; finalmente todo ha acabado en acuerdos para mejorar los negocios de los grandes bancos que, en gran manera, sirve a las fintech para crecer.
Al margen de este ejemplo, habrá que responder a una serie de preguntas. ¿Están acostumbradas las grandes empresas a trabajar con emprendedores? ¿Existe una guerra entre ambas?
Para responder a estas cuestiones, desde Spain Startup han elaborado una serie de recomendaciones que, sobre todo, se basan en generar una buena relación con las grandes empresas para generar alianzas de éxito. Aunque siempre se puede poner matices a todo. Principalmente porque no deja de ser una lucha desigual.
Las startups durmiendo con el “enemigo”
Una de las claves para que la alianza sea positiva es que los emprendedores tengan acceso a clientes estratégicos, visibilidad, escalabilidad, crecimiento, credibilidad y reconocimiento de marca. Por su parte, las grandes compañías usarán eso para obtener mayor innovación y agilidad, ¿pero quién gana aquí?
Parece que ambas, puesto que en una fase inicial las startups necesitan, sobre todo, visibilidad, y eso lo da una gran empresa. Pero hay que estar al tanto, porque eso se tiene que convertir en algo más que simple seguidores en las redes sociales.
Otra de las recetas del éxito que dan los creados del South Summit para una feliz relación entre startups y empresas tiene que ver con el nivel de exclusividad. No perder el control se antoja un tema fundamental, sobre todo de cara a la posibilidad de negociar mejoras en los acuerdos una vez que el proyecto de consolide.
En la lista de buenos propósitos por los que grandes empresas y startups deben ser socios y no rivales, destaca la capacidad de reacción que tienen los emprendedores para afrontar nuevos problemas Así, la agilidad, flexibilidad, velocidad y autonomía son factores esenciales que pueden demandar las grandes compañías. Y éstas, lógicamente, saben que se pueden fiar.