Marc Twain decía que “dentro de veinte años estarás más decepcionado por las cosas que no hiciste que por las que decidiste hacer. Así que suelta las amarras, empieza a navegar y aprovecha los vientos a tu favor. Explota. Sueña. Descubre”. Oportunidades hay pocas y muchas veces están al otro lado de las fronteras.
La crisis española y la pérdida de más de tres millones de empleos (un 17% del total) han marcado un antes y un después en la densidad de población. Muchos de ellos -por no decir la inmensa mayoría- jamás había contemplado la idea de dejar su casa, su país y lanzarse a la aventura. Sin embargo lo han hecho. Durante la crisis, han emigrado 500.000 personas y eso, unido a la marcha de extranjeros residentes en España, ha provocado el mayor descenso de población registrado el los últimos años. España se muere.
La situación no cambia
Y es posible que sigan haciéndolo. La oportunidad laboral o la falta de trabajo sigue siendo el principal factor que lleva a cambiarse de país o ciudad. Según el informe Randstad Workmonitor, el 60% de los ocupados están dispuestos a emigrar por un puesto de trabajo mejor. Principalmente los jóvenes. El 69% de los menores de 25 años cambiarían de país sin dudarlo. ¿Por qué? Es el segmento que más ha sufrido los efectos de la recesión económica. A junio de este año, el 39% de estos jóvenes todavía estaban desempleados a pesar de estar sobradamente preparados y tener un mejor dominio de otros idiomas. Pero les faltaba algo vital, falta de experiencia. Esta falta de trabajo, unida al interés de desarrollarse internacionalmente para mejorar sus capacidades son las principales razones que les llevan a la emigración.
Aquí tienen especial relevancia los conocidos millennials. Aquellos con edades más tempranas que se incorporan al mundo laboral demandan atributos muy diferentes a los más veteranos. Mientras que los segundos se fijan en el sueldo a la hora de escoger una empresa u otra, los jóvenes eligen la oportunidad de crecimiento y demostrar lo que valen.
Pero la emigración no sólo se produce a otros países, también se da entre comunidades autónomas. Unas pierden -como la Comunidad Valenciana, Castilla y León y Andalucía- otras ganan población. Madrid y Cataluña son las dos comunidades que más han crecido en términos poblacionales el pasado año. Han sumado 37.500 y 29.000 habitantes respectivamente.
La mayor oportunidad laboral es el factor determinante del crecimiento. Algunos se trasladan antes de incorporarse al mercado. Son muchos los jóvenes cuyas carreras no tienen mucha salida en su lugar de origen (véase periodismo) y se marchan antes de iniciar los estudios. Prefieren dejar sus casa con 18 años, conocer gente y empezar a incorporarse paulatinamente al mundo laboral desde edades muy tempranas que irse, a lo mejor, a los 23 años. La Universidad Complutense de Madrid acoge todos los años a 15.000 estudiantes del resto de España. Si a esos sumamos una cifra similar que acogen las cinco universidades públicas de la capital, Madrid recibe 75.000 estudiantes de fuera de la comunidad. Lo mismo ocurre en en Cataluña aunque la cifra es menos elevada. Según el Institut d’Estadística de Catalunya alrededor de 11.000 estudiantes eran de fuera de la comunidad el curso pasado.
Y es que las adversidades económicas y la busca de una mejor oportunidad laboral han provocado que millones de personas hayan hecho las maletas. Los más conscientes y atrevidos han salido del país. También son atrevidos aquellos de 18 años que dejan el nido familiar para formarse. Por una razón u otra, independedientemente de la edad, lo cierto es que España se muere. Los hay que pasado un tiempo regresan, pero aún así no compensan las masivas salidas producidas desde hace años.