Meliá Hotels es una de esas rara avis de las que cada vez quedan menos en España. También en el mundo. Una empresa en el que el hijo, Gabriel Escarrer Jaume, del que la fundó, Gabriel Escarrer Juliá, ordena y ejecuta, mientras el resto mira. Todo empieza y acaba en su figura. Al fin y al cabo, salvo la CNMV, las grandes consultoras, los inversores y los grandes grupos de interés: a quién realmente le importa el buen funcionamiento del gobierno corporativo. Solo hay que ver los resultados de la compañía, para entender quien está realmente equivocado.
Pero hay que empezar por el principio. Bueno, más bien por el final. En este caso, del informe anual, ya que tras cientos de hojas del mismo, las empresas detallan si cumplen o no con las recomendaciones de la CNMV en materia de gobierno corporativo. Curiosamente, Meliá explica en las últimas que ha presentado que prefiere no cumplir con los consejos del regulador en el número de reuniones del consejo de administración, entre otras, debido a que simple y llanamente no sirve para mucho. En resumidas cuentas, si en el fondo se va a hacer lo que Escarrer hijo crea conveniente, el trámite es innecesario.
Obviamente, la compañía no lo explica así, faltaría más; sino que es mucho más formal. En concreto, la cuestión 26 dice que «el consejo de administración se reúne con la frecuencia precisa para desempeñar con eficacia sus funciones y, al menos, ocho veces al año». A lo que la firma contesta que «cumple parcialmente» (no hay un no cumple) y puntualiza en su explicación que: primero, «el Reglamento del Consejo de Administración establece un número mínimo de seis reuniones«, que lo de ocho es excesivo. Segundo, «que se han celebrado siete» ¡una más que el mínimo! Aunque, es mejor esperar para aplaudir, ya que «una de ellas por escrito y sin sesión», quizás se refiera a una conversación por algún grupo de WhatsApp bajo el título de ‘Consejo de Administración Meliá’.
MELIÁ CREE QUE “NO HA RESULTADO PRECISO” REUNIRSE MÁS
Además, tampoco dice literalmente que reunirse ‘pa nah, es tontería’, que diría José Mota; también se reviste de vanidad empresarial: «no ha resultado preciso incrementar dicho número mínimo de sesiones». Por supuesto que no, al fin y al cabo, la compañía solo recibió una carta de la Secretaría de Estado de EEUU para impedir la entrada en el país a su actual consejero delegado y vicepresidente. Además, seguro que tampoco fue realmente importante los menores ingresos desde 2015, una caída en el Ebitda o el desplome del beneficio neto de un 23,8%.
La actitud de la compañía en 2019 fue la misma que en 2018. De hecho, si acudimos al mismo epígrafe, el 26, la respuesta de Meliá es calcada salvo porque no se detalla el número, aunque fueron seis, al explicar también que «no ha resultado preciso incrementar dicho número mínimo de sesiones». Y, en verdad, que no hizo falta, salvo por el pequeño detalle de su valor en Bolsa se hundió cerca de 750 millones de euros, lo que suponía un 28% de su capitalización.
En este comienzo de 2020, la situación ha empeorado con fuerza para la compañía. En Bolsa, su capitalización de ha desplomado cerca de un 30% y se dirige hacía mínimos de los peores años de la crisis, principios de 2009 (a nivel global) y 2012 para España. Además, las previsiones parecen empeorar cada día más, a medida que el efecto pandemia se extiende por todo el mundo. Pese a ello, Meliá volverá a entender que no es necesario incrementar el número de reuniones del consejo. Aunque en esta ocasión tendrán la excusa de no contagiarse por el coronavirus.
EL MERCADO CADA VEZ VALORA MENOS LA GESTIÓN DE MELIÁ
Uno de los problemas de la mala gestión de una compañía, sea cual sea, es que su valor futuro es menor, lo que perjudica a su valoración. Una situación similar a la que ocurre en Meliá. La cadena de hoteles en la actualidad tiene un valor bursátil de 1.270 millones de euros, pero curiosamente el valor de sus propiedades inmobiliarias, los hoteles que posee, superan los 1.900 millones. En otras palabras, el mercado considera que el negocio y la gestión del mismo añade un valor negativo de unos 600 millones.
Se podría pensar que se debe al shock actual que vive el sector debido al coronavirus, pero no es así, en realidad es una situación anómala. Si retrocedemos unos meses atrás, antes de la llegada de la enfermedad, las grandes firmas del sector como Wyndham, Hilton (también Hilton Grand Vacances), Marriot (junto a Marriot Vacations WorldWide), Intercontinental Hotels o Hyatt tenían un valor muy superior al de sus activos inmobiliarios en balance. En definitiva, al final sí es cierto lo que dicen regulador, consultoras, inversores y grandes grupos de interés y el buen funcionamiento del gobierno corporativo es muy importante. Alguien debería tomar nota, aunque quizás se piense que no resulta preciso.