La banca española se ha abonado a los recortes de plantilla. Una práctica que se relaciona con la palabra ERE (expediente de regulación de empleo), pero que no siempre aparecen juntas. De hecho, las entidades están ejecutando muchos más despidos de lo que se anuncian públicamente. Banco Sabadell es uno de los mejores ejemplos.
La firma presidida por Josep Oliu no ha mencionado en ningún momento dicha palabra, al menos en territorio español, pero en el último año liquidó cerca de 800 empleados en España. Además, lo hizo de forma muy astuta para ahorrarse el mayor número de costes posibles. Y compensó las salidas multiplicando por tres la plantilla de trabajadores con discapacidad.
Las cuentas de la entidad catalana no convencen. El negocio bancario está estancado y su filial en Reino Unido, TSB, no presenta atisbos de ser rentable, al menos, en el corto plazo. Por ello, ajustar los costes laborales ha sido (y es) una de las claves. La dirección se puso manos a la obra y ejecutó un fuerte recorte de personal, que supuso la salida de 1.727 empleados del grupo en 2019. En principio, se podría pensar que una gran parte recae en su división anglosajona, ya que su ratio de eficiencia (que mide los costes respecto de los ingresos) es una de las peores de Europa. Lo que llevó a anunciar un ERE.
Sí, pero no. De hecho, TSB solo explica el 55,5% de las salidas, unas 960, por lo que la otra gran parte del ajuste ha venido de España. Los despidos en España, 793 contabilizados, supusieron el 45% restante. La cifra supone un 30% más que las ordenadas por el segundo banco más grande de España, BBVA, pese a contar con una platilla mucho más grande. Con dicho volumen, Sabadell ha sido capaz de reducir su fuerza laboral española cerca de un 4,5%. Un porcentaje muy cercano a otras que han ejecutado las distintas entidades españolas bajo la figura legal de los expedientes de regulación.
Por ejemplo, el ERE de BBVA en 2015 afectó al 4,7% de la plantilla, mientras que el último ejecutado por Caixabank apenas supuso la salida de un 5% del total. También se asemeja al que anunció Unicaja en 2018 que suponía un 15%, pero que se iba a modular en tres años. Aunque, sí está más alejado de los grandes como el efectuado por Banco Santander o los dos de Ibercaja, el último anunciado hace un par de días, que incluían hasta el 10% del equipo.
En cuanto a la distribución de los despidos, el grueso se ha centrado en su equipo de gestión de activos problemáticos. El negocio bancario de Banco Sabadell se distribuye en tres grandes áreas: la primera, denominada banca retail tiene que ver con la actividad más puramente bancaria y redujo el número de empleados en un 1,2%. La segunda, es la labor de la entidad con las empresas y la inversión, Corporate Banking, que creció con fuerza en 2019, lo que llevó a aumentar la plantilla en un 9,9%.
Por último, la Dirección de Gestión de Activos Problemáticos (que incluye la antigua Dirección de Transformación de Activos) que casi ha desaparecido de las cuentas de la firma al reducir su personal en más de un 80%, lo que supuso la salida de 864 empleados. La gran mayoría, viene explicado por la venta de Solvia y la reducción de las carteras más problemáticas. Entre las funciones que desempeña, y que se han visto mermadas, está la de focalizarse «en diseñar e implementar la estrategia de transformación de activos problemáticos, con el objetivo de optimizar y maximizar su recuperación».
EL INGENIO DE OLIU: FUERA JÓVENES DE BAJO PERFIL Y CRECER EN DISCAPACITADOS
La decisión de ejecutar en ERE no es trivial, dado que consume muchos recursos operativos del banco. Por un lado, las entidades tienen que medir bien el recorte porque a cada despido le sigue una indemnización por días trabajados. Así, aunque se utiliza dicha fórmula legal para reducir esos pagos las cantidades siguen siendo importantes. Por otro lado, los gestores deben ajustar bien los números para que se traduzca en ganancias por menores costes, pero que no disminuya en exceso los servicios que ofrece.
Al final, es un equilibrio complicado que Sabadell ha sabido ejecutar a la perfección. Para el primer elemento, el de los costes, al no utilizar la forma legal del ERE ha centrado los despidos en aquellos trabajadores más jóvenes. Es decir, con menos años trabajando y con indemnizaciones más bajas. Así, del banco salieron 611 empleados menores de 31 años y hasta 1.260 con un rango comprendido entre los 31 y los 49 años a lo largo del 2019. Por su parte, se incrementó el número de asalariados del banco con 50 años o más, en 144, lo que significa en esa franja no hubo movimientos.
Además, la mayor parte de las salidas fueron de trabajadores en los perfiles más bajos: técnicos y, principalmente, administrativos. El número de empleados adscritos a la categoría última, con el rango salarial más bajo del Sabadell, se redujo en un 16,5%, mientras que el de técnicos cayó un 4,6%. No ocurrió así con los que más ganan, los directivos, ya que la cifra aumentó ligeramente en 2019 hasta los 674.
En cuanto al segundo apartado, Sabadell ha eliminado gran parte de su operativa en activos de riesgo, dado que su volumen de carteras ha disminuido. Pero no es el único ajuste. Curiosamente, a medida que ha disminuido la plantilla, Oliu ha aumentado el número de trabajadores con alguna discapacidad. Además, lo ha hecho con mucha fuerza. En concreto, la entidad señala en sus cuentas anuales que prácticamente se ha multiplicado por tres, al pasar de los 188 a los 531 trabajadores. Obviamente, dicho volumen ayudará a reducir las necesidades de personal del banco, mientras que las cargas que asume se reducen gracias a las bonificaciones que otorga la Seguridad Social. Al parecer, al banquero catalán hace buena su denominación y no se le escapa el más mínimo detalle en materia de ahorrarse dinero.