El presidente de la CEOE, Juan Rosell, ha declarado a la Cadena Ser que está dispuesto a negociar con los sindicatos que los salarios más bajos suban más que el resto. Además, se muestra proclive a que lo hagan incluso por encima del 2,5% que es el tope máximo fijado en la propuesta salarial para el acuerdo de la negociación colectiva, ya que es un asunto que “podría hablarse”, concluyendo sus declaraciones con “creo que las subidas salariales no deben vincularse al empleo sino a los beneficios de las empresas”.
Además, son muchas las voces que apuestan por subidas en los sueldos, la reducción de las diferencias salariales o unos jornales mucho más dignos. Sin ir más lejos, la ministra de Empleo, Fátima Báñez, ha instado a subir los salarios en España para fortalecer la recuperación, acompasándolos al ritmo de creación de empleo.
Una negociación colectiva que se está gestando en estas fechas y que, como viene siendo habitual, no avanza rápido debido a la falta de acuerdo entre sindicatos y patronal. Los primeros reclaman una subida salarial de entre un 1,8% y un 3% mientras que los segundos reivindican un incremento de entre un 1% y un 2,5%, medio punto vinculado a la productividad.
Una medida, la del incremento superior al 2,5%, que tendrá más impacto en las pequeñas y medianas empresas (pymes), que son las más representativas del tejido empresarial español y que, a muchas de ellas, les cuesta cerrar en positivo a final de mes. Nada que ver con unas grandes empresas o multinacionales que obtienen beneficios millonarios y que únicamente verán reducidas sus ganancias en unas milésimas, si es que llega.
Con el objetivo de calcular el impacto que tendría este incremento del 2,5% a las empresas españoles es necesario ver la naturaleza de nuestras empresas. En concreto, y según datos del INE, en España hay un total de 3.236.582 empresas de las que más de la mitad (1.791.909) no emplearon a ningún asalariado y son, por tanto, autónomos mientras que una de cada cuatro (27,7% del total) tenían uno o dos empleados.
Aun así, si queremos una imagen más global y menos detallada podemos acudir a los datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social sobre las empresas inscritas en la Seguridad Social a cierre de mayo y en el que se aprecia como el tejido empresarial está formado por autónomos (53,8% del total) y microempresas (40%) que son aquellas que tienen menos de diez trabajadores.
Una vez vista la radiografía de la empresa es necesario acudir a los salarios para ver el impacto que esta medida podría tener en el coste para la empresa. Si nos fijamos en la Encuesta Anual de Estructura Salarial que publica el INE se aprecia como la ganancia media anual por trabajador fue de 23.106,3 euros en 2015 pero esta imagen tal vez no sea tan representativa como es el sueldo más frecuente, que se sitúa en los 16.498,47 euros.
Por tanto, si aplicáramos esa subida del 2,5% sobre los salarios más frecuentes el sueldo aumentaría hasta poco más de 16.910 euros al año. Es decir, el coste que supondría para una empresa que pague dicho sueldo sería de poco más de 410 euros por trabajador. Un gasto que aumenta si tenemos en cuenta la ganancia media anual por trabajador que es más elevada puesto que los sueldos más altos disparan la media y el impacto sería de 577 euros por trabajador.
Una medida que podría sumar un coste añadido para la población de empresas activas, que se caracteriza por un elevado dinamismo puesto que sólo un 15,8% existía hace 20 o más años. Un dato que evidencia la juventud de nuestras empresas y el carácter emprendedor en los últimos años ya que, por ejemplo, el 20,1% de las empresas no había cumplido dos años. Aun así, se observa como la distribución por edad va ligada al tamaño de las empresas, como parece lógico, ya que el 44,9% de las empresas más grandes cuenta con 20 o más años de antigüedad.
Casi la mitad de las grandes empresas tiene 20 o más años de antigüedad
En caso de materializarse la subida del 2,5% será un gasto añadido que no debería de suponer mayor problema para las empresas pero las dificultades siempre tienen a agravarse en aquellas que presentan dificultades. Sólo durante el 2015, último año del que hay datos disponibles, un total de 331.812 empresas cesaron sus actividades mientras que vieron la luz 378.715 empresas por lo que sólo el 80,1% de las registradas a 1 de enero de 2016 ya figuraban activas a comienzos del año anterior.