Europa no parece acabar nunca con sus ajustes y el principal reto es conseguir la unión bancaria europea y fortalecer el sector. Sin embargo, en el Viejo Continente, los bancos se encuentran en una posición “ciertamente débil” para afrontarlos, explican desde el IEB en un estudio sobre la industria financiera.
En España, el sistema financiero “ha hecho sus deberes”, aunque todavía hay cosas por hacer. De momento ha saneado “a pulmón” 334.473 millones de euros de crédito promotor y constructor, limpiando sus balances de activos tóxicos, un enorme esfuerzo que, sin embargo, le sitúa como el más ajustado en capital (ratio CET 1).
Las cajas de ahorro han desaparecido y solo quedan los bancos que no arrastró la burbuja inmobiliaria. Pero el ajuste no ha acabado. “Las excesivas exigencias de capital del BCE vaticinan fusiones y absorciones que dejarán el sistema español en cinco o seis entidades”.
Sobrevivirán los grandes (Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia y Sabadell) aunque Bankia será durante 2020 el centro de atención, otra vez. Los expertos apuestan fuerte por su fusión con Sabadell, aunque tampoco se descarta BBVA.
LOS BANCOS PEQUEÑOS MORIRÁN
Por otro lado, la política de tipos de interés anula la rentabilidad de los bancos y es prácticamente imposible mejorar el balance vía cuenta de resultados. “Los bancos más pequeños no podrán sobrevivir, las fusiones entre ellos son insuficientes y la absorción de estas entidades por los tres grandes implica, en la mayoría de los casos, unas necesidades de capital difíciles de satisfacer en el actual entorno”.
En este sentido, siguen sin resolverse varias operaciones que sonaron y mucho el pasado año. Es el caso de Liberbank, que estuvo negociando con Unicaja para su fusión. Para que después Abanca manifestara su intención de hacerse con ella.
En opinión del IEB, el futuro pasa por fusiones defensivas (como la absorción de Popular por parte del Banco Santander) en la que se reduce el número de oficinas y de personal, manteniendo el mismo número de clientes. O expansivas, en las que los bancos acceden a nuevos mercados adquiriendo entidades, normalmente en otros países.
Pero estas últimas necesitan de un desembolso de capital que hoy es prácticamente imposible de obtener. Sin embargo, la banca española se caracteriza por abrirse a la competencia y apoyarse en la tecnología. De hecho, los bancos españoles siempre han estado tecnológicamente por delante de sus competidores europeos.
LA TECNOLOGÍA A FAVOR DE ESPAÑA
Cuando se acordaron las normas en materia de servicios, pagos y cobros, España “ya superaba los requisitos e incluso tuvo que dar un paso atrás para igualarse a Europa”, recuerdan en el informe. Las inversiones en digitalización empiezan a dar su fruto y por ejemplo, la plataforma de pagos Bizum, perteneciente a los bancos, tiene 5,5 millones de usuarios y ha empezado a utilizarse para el pago en comercios.
Esto supone una verdadera barrera de contención a las amenazas de entrada de las BigTech. Desde el IEB señalan que pronto se verá algo muy similar en banca de empresas. Las FinTech están creando una variedad de servicios y productos más innovadores y cercanos al consumidor y la banca se ha acercado a ellas, las están incorporando y convirtiendo en palanca de impulso tecnológico.
El dato es el futuro de la banca y la gran diferencia entre el dato bancario y el de las BigTech está en que la información que posee la banca sobre lo que compramos, dónde viajamos o nuestros gustos, porque es real y completa.
Mientras que las BigTech tienen una información “aproximada”. De aquí, su interés por entrar en los servicios de pago y cobro. Éste es el gran reto de la banca, cómo hacer del dato un negocio rentable, claro, transparente y no invasivo.
Pero sin olvidar que prestar -y prestar bien-, es el negocio de la banca y la tecnología ya está jugando un papel primordial.