viernes, 13 diciembre 2024

Otro plan que apunta a desastre: ¿Queda alguien que crea a Deutsche Bank?

Cuando Christian Sewing se convirtió en CEO de Deutsche Bank, hace un año y medio, pidió al banco -más en concreto a sus trabajadores que después echaría-, que recuperará «la mentalidad de cazador». Ahora, ya vamos conociendo la letra pequeña: lo que pretendía, en realidad, era seguir encarnando el pensamiento de un pequeño lobero ruso llamado Pedro, creado por Lev Nikoláyevich (el Tolstói más notorio). Así, en apenas cinco meses su plan estratégico, que tardó 15 meses en desarrollarse y debía servir para salvar a la entidad, se ha vuelto papel mojado. Una vez más. Los dirigentes alemanes siguen convencidos de que lo conseguirán, pero en realidad ya prácticamente nadie lo cree.

En verdad, alguien en el Deutsche Bank podría estar frustrado por el hecho de que cada vez menos inversores, analistas o políticos les crean. Es difícil explicar el por qué. Al fin y al cabo, solo han incumplido todos y cada uno de los últimos planes estratégicos que han ido acometiendo. Además, de manera catastrófica. Obviamente, todas las previsiones para éste último es que ocurra la mismo.

Así, hay que remontarse al 11 de septiembre (que ya podían haber elegido otra fecha) de 2012 para llegar al comienzo de la historia. Qué podríamos ir más atrás, pero imaginar el contraste entre la hoja de ruta aprobada en 2007 o 2008 y el resultado cuatro años después sería demasiado. Tampoco hay que hacer sangre.

Pero, volvamos a aquel día en el que se delinearon las líneas maestras del que se denominó «ambicioso» (menos mal que lo era) plan ‘Estrategia 2015+’. Se ejecutaron recortes, se quitaron los bonus a los directivos y que la entidad alemana emergiera «cómo ganador [el primero que se ría pierde] a largo plazo de los cambios que se están produciendo en el sector». Tras unos años de duro trabajo, en la consecución del plan, los resultados llegaron el 7 de octubre de 2015 (redoble de tambores): Deutsche Bank anunció pérdidas por valor de 6.200 millones de euros. Sin entrar a valorar demasiado las cifras, lo que se dice ganador (según entendemos el término) parece que no lo fue.

Aunque no hay que ser mal pensados. Semejante cantidad de números rojos, aproximadamente lo que ganó Banco Santander en 2015, se debía a que se quería sanear y poner orden en el banco. Debe ser que los planes estratégicos son para otra cosa. Sea como fuere, 22 días más tarde se presentaba una nueva hoja de ruta: Estrategia 2020.

Entre las nuevas líneas maestras estaban de nuevo los despidos y contención de costes, hasta los 22.000 millones, y un rendimiento para los accionistas (medido como ROTE) del 10%. De nuevo, fueron años de duro trabajo cuyos resultados aparecieron este pasado 30 de octubre: Deutsche Bank registró pérdidas de 4.116 millones de euros que a final de año serán 5.100 millones. Por el camino, también firmo números rojos en 2016 y 2017.  

EL NUEVO PLAN DE DEUTSCHE BANK YA ES PAPEL MOJADO

En este caso, las pérdidas se deben al impacto de los costes de reestructuración anunciada por la entidad en verano en un nuevo plan estratégico. Otro más. Y que, obviamente, el equipo directivo se comprometió a cumplir a rajatabla. Así, el 8 de julio Sewing, al igual que sus antecesores, puso la rubrica a una hoja de ruta que curiosamente llevará al banco más cerca de lo que era hace 150 años, cuando se fundó, como un sobrio servidor para multinacionales que un moderno y prestigioso banco de inversión. También eliminará hasta 18.000 puestos de trabajo en un nuevo plan de contención de costes. Todo ello, para poder dar una triste rentabilidad del 8% a sus inversores allá por 2022.

Cómo los recortes de empleos y la contención de gastos se van a ejecutar seguro. De hecho, algunas salidas han sido al más puro estilo Lehman Brothers (con la cajita de cartón incluida) el resultado queda del lado de los ingresos. Para ello, el banco alemán estableció cuatro líneas de negocio: en primer plano, un banco corporativo que sirva para la gestión de la tesorería pagos y demás necesidades financieras de multinacionales. Un negocio aburrido, pero todavía rentable. El brazo de inversión seguirá siendo importante, aunque menos que hace años. También contará con un área de banca minorista con una línea Premium (Deutsche Bank) y otra de bajo coste, Postbank. Por último, la más rentable que es la gestora de activos, DWS, que posee un 80%.

Lo anterior, suena muy bien hasta que, de nuevo, llega la realidad. De hecho, el pasado 10 de diciembre la entidad presentaba el plan en profundidad y el resultado no ha podido ser peor. Los ingresos que se proyectan, cinco meses después, ya son más bajos (en unos 500 millones) y desde JPMorgan señalan que son «escépticos (…) dado el pobre historial» que presenta. A lo que añaden: «Necesitamos evidencia en trimestres futuros para dar crédito a la recuperación de los ingresos». Con ello, la deseada rentabilidad del 8% (un valor que ni siquiera cubre el coste de capital) se quedará muy por debajo, incluso en el banco señalan que es ahora difícil. «Los inversores con los que hablamos (…) son escépticos sobre la capacidad del grupo para lograrlo», apuntan desde Barclays. «Pronosticamos un RoTE del 5% en 2022», concluyen desde la firma financiera estadounidense.

Y VINO EL LOBO EN BOLSA

La historia de ‘Pedro y el Lobo‘ significó un antes y un después en la cultura soviética. A diferencia del ‘Pinocchio‘ original de Carlo Lorenzini o la versión adaptada de Alekséi Nikoláyevich, la obra de Lev manifestó que el principal perjudicado por la mentira es aquel que la lanza. Con Deutsche Bank pasa lo mismo. La entidad puede retocar la realidad en cada uno de sus planes, pero eso termina repercutiendo en su credibilidad, lo que termina por hundirla en bolsa. De hecho, no es casualidad que haya perforado mínimos históricos en los últimos años.

Cuando el 11 de septiembre lanzo la primera hoja de ruta de salvación sus títulos cotizaban a 26,17 euros y su capitalización superaba los 30.600 millones. Cerca de cuatro años después, su valor en bolsa era algo superior, de unos 31.200 millones de euros, aunque el valor de sus acciones había caído a los 22,8 euros, por el efecto de las ampliaciones de capital. Pero, como no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo en la actualidad apenas vale 14.300 millones y sus títulos luchan por aguantar los 6,8 euros. En definitiva, mientras que el valor total se ha hundido un 70% desde entonces, el precio de las acciones lo ha hecho un 75%. Por ello, cuidado con eso (que dice la cultura popular o puedes escuchar en cualquier taberna) de que mientras no vendes no pierdes dinero. Vamos, que el lobo se está dando un festín con el pobre Pedro.


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