Dicen que a un famoso tertuliano televisivo, que además dirige un periódico, le dijeron hace años que debía escoger entre ser famoso o tener mucho dinero y, en contra de lo que establece la mesura y el sentido común, escogió lo primero. Sol Daurella es justo lo contrario: una empresaria que a la chita callando, huyendo de las portadas de los diarios, rechazando de forma sistemática la concesión de entrevistas y trabajando más de doce horas al día ha hecho crecer la herencia familiar hasta convertirla en oro.
Algunos rankings le sitúan a la cabeza de las féminas con más patrimonio de España con una fortuna de 6.300 millones de euros, superando incluso a la hija mayor de Amancio Ortega. Y a pesar de todo ello nadie le reconoce por la calle ni dentro ni fuera de nuestras fronteras, donde a veces pasa periodos de asueto rodeada de lujos propios de James Bond. Cuenta la leyenda que una periodista le confundió con una empleada rasa del imperio Coca Cola en un vuelo de empresa, demostrando que Sol sabe como pasar desapercibida, incluso en su propia casa.
Licenciada en Ciencias Empresariales, con cincuenta y tantos años y una educación exquisita, propia de sus años de formación en Suiza y Estados Unidos, Sol Daurella está obsesionada por mantener un perfil bajo de cara a la opinión pública. Ni siquiera acudió a recoger la Creu de Sant Jordi en 2017, una condecoración que otorga la Generalitat de Cataluña a sus hijos más ilustres y que incomoda a empresarios que, como ella, intentan nadar y guardar la ropa en medio de la deriva independentista que se lleva por delante todo lo que toca. No en vano su marido Carles Vilarubí es un preboste del catalanismo pujolista con cargo en el F.C. Barcelona incluido. Un pata negra de la señera y la barretina.
Daurella posee un gran bagaje académico y es la mujer más importante del entramado de Coca–Cola en Europa –preside la mayor embotelladora de la compañía creadora de la chispa de la vida– pero no comenzó su carrera de la nada. Más bien fue una de las premiadas en la lotería franquista que solucionaba la vida a quien era del agrado del régimen.
Su abuelo Santiago Daurella era un comerciante que importaba bacalao y salmón para venderlo en España y un buen día la suerte llamó a su puerta. Resulta que Juan March Ordinas, al que ya dedicamos unas líneas en otra ocasión, rechazó un contrato para obtener la primera licencia en nuestro país para embotellar la famosa bebida de cola norteamericana. Y el Palacio de El Pardo dio el visto bueno para que Don Santiago fuera el afortunado. Corría el año 1951 y en España nada se movía sin pasar el filtro del caudillo.
Hoy en día el grupo que el patriarca creó –Copesco Sefrisa– sigue en pie dando jugosos réditos a sus herederos, entre los que se encontró en primera instancia José Daurella, padre de Sol y conocido como Don Pepe, empresario legendario en tierras catalanas. Fue quien hizo grande el imperio familiar y entregó el testigo a su hija en 1993 cuando ella sólo tenía 27 años.
Desde entonces Sol se ha implicado en su trabajo y en participar de la vida institucional de la ciudad que le vio nacer. Forma parte del patronato de varias fundaciones y en alguna ocasión ha tenido problemas por ello. Como cuando se sentó en el consejo consultivo de Diplocat, entidad que es una de las puntas de lanza del independentismo y cuya pertenencia tuvo que abandonar por los problemas de imagen que provocaba en su empresa.
UNA AMAZONA EN LOS CONSEJOS DEL IBEX
Pocos saben que Sol Daurella ganó en su juventud varios títulos de hípica porque es una excelente amazona. En sus pocas apariciones públicas se le puede ver calibrando la técnica de los jinetes en los concursos de salto que se celebran en el Real Club de Polo. También frecuenta las pistas de tenis, otro deporte que le apasiona. Siempre que puede acude al prestigioso Torneo Conde de Godó que este año patrocina el Banco Sabadell, entidad en cuyo consejo de administración se sentaba como accionista hasta que en 2016 lo abandonó.
También fue consejera de Acciona y Ebro Foods, pero en la actualidad la única empresa del Ibex en la que está presente es en el Banco Santander, acompañando a Ana Patricia Botín como consejera externa. Hoy en día es la mujer más importante del sector privado de Cataluña, sobre todo después de que se jubilara la presidenta de Codorniú, Mar Raventós, otra mujer de armas tomar.
A Sol Daurella no se le conocen enemigos, aunque algunos hayan querido ver una enemistad con Marcos de Quinto en la sorprendente salida del ejecutivo de la directiva de Coca Cola. Como ha explicado el político converso, plantear que la catalana ha influido en su marcha “es una imbecilidad fruto del desconocimiento de cómo opera el sistema” de la empresa, ya que embotelladora y compañía principal funcionan de forma independiente. El propio De Quinto asegura que mantiene con Daurella una relación muy estrecha y que no hay rivalidad. De hecho, la vicepresidenta de Coca Cola European Partners siempre ha apoyado que un español estuviera al mando en Atlanta, desde donde la multinacional observa con preocupación la deriva política española.
DEPORTES DE RICO Y VACACIONES EN LA CERDANYA
Además del tenis y la hípica, Sol Daurella es aficionada al golf, al esquí y a navegar, todas ellas aficiones que sólo se pueden mantener si en la cuenta corriente hay muchos ceros y en la empresa eres el que manda. Sus mayores quebraderos de cabeza se los ha dado su marido, a quién conoció precisamente entre hoyo y hoyo del campo de El Prat, instalaciones que frecuentan también los Carulla.
Aunque prefieren disfrutar de su deporte favorito en la comarca de La Cerdanya, en una urbanización del municipio de Bolvir donde los chalets cuestan más de un millón de euros. Dicen los vecinos que hasta allí se desplaza en helicóptero para evitar el farragoso trayecto en coche y que es casi imposible verla paseando por las calles. Otros habitantes ilustres de la zona son los futbolistas Messi y Piqué o José Crehueras, presidente de Planeta y Atresmedia.
SU MARIDO, IMPUTADO, LLEVABA A PUJOL EN UN SEAT 127
Decimos que los mayores quebraderos de cabeza se los ha dado su marido porque este deportistas frustrado –hizo sus pinitos en el hockey y llegó a vestir la camiseta del Barça– es un hijo del régimen convergente que se forró al calor del victimismo del Espanya ens roba. El clan Daurella siempre se ha definido como catalanista pero no ha llegado tan lejos como Vilarubí, nuevo rico que se ha incorporado a la alta burguesía catalana por rodearse de los amigos adecuados.
Vilarrubí comenzó llevando a Pujol en un Seat 127 y acabó imputado en una de las múltiples operaciones que han salpicado al antaño molt honorable. Es uno de los alumnos avezados de la Banca Rothschild en España y estuvo implicado en los pagos andorranos de Jordi Pujol Ferrusola, el primogénito del clan que llevaba el maletero lleno de billetes de 500.
Muchos han vaticinado que el matrimonio se rompería tarde o temprano, pero lo cierto es que parece marchar viento en popa. Son padres de una niña –ella tiene otra hija de su anterior matrimonio– y viven a caballo entre Barcelona y Londres, donde está la sede de Coca Cola European Partners.
EL CLAN DAURELLA, NUEVE PRIMAS Y UN PRIMO
En la Ciudad Condal el matrimonio disfruta de una mansión en la que Sol ha reservado un espacio para dirigir el family office que maneja los negocios familiares. Le acompañan como herederos de la saga nueve primas y un primo, entre los cuales destaca la figura de Alicia Daurella de Aguilera, amiga íntima de la infanta Elena.
La ejecutiva catalana ha admitido públicamente que si su padre hubiera tenido hijo varón es muy posible que lo he hubiera entregado a ella el mando del grupo empresarial familiar que se aglutina en torno a Cobega, sociedad que es accionista de referencia de la embotelladora de la multinacional en el Viejo Continente y que el pasado año logró un beneficio de 254 millones de euros, registrando un descenso del 9% respecto a las cifras de 2017.
En el consejo de administración está representada prácticamente toda la familia que se divide en cuatro clanes: Daurella Comadrán, Daurella Aguilera, Líbano Daurella y Figueras-Dotti Daurella. Sol es la que manda y quien maneja los egos con mucha mano izquierda. Hasta ahora lo ha hecho de cine.