«Estuvimos a punto«. Con esta afirmación -entre escepticismo y dura realidad- ha resumido la presidenta de la COP25 y ministra de Medio Ambiente de Chile, Carolina Schmidt, el sentir de la cumbre de cambio climático desarrollada en Madrid desde el pasado 2 de diciembre y que, una vez concluida este domingo, se ha convertido en la más larga de la historia al haberse alargado durante el fin de semana por no llegar a resoluciones concretas.
Finalmente, la ‘XXV Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Cambio Climático (COP25)’ ha aprobado un acuerdo que recoge los tres temas para los que Chile pidió ayuda de facilitación a España, que incluyen la ambición climática; los mecanismos de pérdidas y daños; y la financiación. Pero el famoso Artículo 6, sobre los mercados globales de carbono (CO2) y último aspecto que queda por desarrollar del Acuerdo de París, ha quedado sin una respuesta clara por parte de los compromisarios.
Bajo este contexto, la presidenta de la COP25 ha sido muy clara: «No estamos satisfechos«. Con esta aseveración, más las afirmaciones por parte de la política chilena de que no se ha dado un sentido de urgencia a las decisiones tomadas, deja un diagnóstico incierto al resultado final de la cumbre.
En cuanto a lo pragmático, el documento final ‘Chile-Madrid Tiempo para la Acción‘ pide a las partes a aumentar su ambición climática en materia de reducción de emisiones en el año 2020, de acuerdo con la recomendación científica de limitar el crecimiento de la temperatura global a 1,5ºC, con el objetivo de luchar contra la emergencia climática. Por lo tanto, los Estados deberán presentar a lo largo del año próximo sus nuevos compromisos nacionales de reducción de emisiones.
Así, tras un intenso debate, en el que todos los países que intervinieron subrayaron la importancia de las principales conclusiones, Brasil aceptó mantener lo relativo a suelos pero no océanos y, finalmente, en una nueva ronda de debate en la que incluso se opuso a su postura su vecino Argentina, el país presidido por Jair Bolsonaro aceptó mantener el texto final «en consideración» de Tuvalu e Indonesia.
¿ALGO EN CLARO?
El texto expresa la «urgente necesidad» de aumentar la ambición de los compromisos nacionales de reducción de emisiones para luchar contra el cambio climático en 2020, de acuerdo con el calendario que en 2015 fijó el Acuerdo de París y expresa que esos nuevos compromisos deben superar la actual brecha que existe con los actuales, con los que la temperatura global podría superar los 3ºC de incremento.
En ese sentido, reivindica la coherencia de la ambición de los países con lo que pide la ciencia y lo que la población mundial exige en las calles y reconoce también la acción climática del resto de actores no gubernamentales a las que anima a incrementar y generalizar estrategias compatibles con el clima.
LOS MERCADOS DE CO2, EN EL AIRE
La regulación de los mercados de carbono ha sido uno de los temas más debatidos durante esta COP25 (desarrollo del artículo 6 del acuerdo de París). Inicialmente incluido en el documento, finalmente se decidió su debate por separado. Muchos delegados habían anticipado que en este punto es mejor un no acuerdo, a un mal acuerdo.
Sobre las decisiones reales, durante el debate en el pleno de la Cumbre, la Unión Europea se abrió a ampliar un plazo de transición para reconocer los bonos antiguos de CO2 hasta 2023 mientras que Brasil exigió, al menos extender este periodo hasta 2025. Este ha sido, precisamente, uno de los puntos más importantes y que se convirtió desde el principio en un escollo en estas dos semanas de negociaciones.
Finalmente, los países se comprometen a seguir trabajando en el diseño de mecanismos de mercado y lograr un sistema que evite la doble contabilidad y garanticen, al mismo tiempo, la integridad ambiental en el sistema de mercados.
Y es que cabe recordar que este artículo ha sido uno de los más controvertidos a lo largo de la COP25 más larga de la historia, por las enconadas posturas que, finalmente llevaron a la Presidencia chilena a separar la negociación del artículo 6 del resto de cuestiones.
LA POSTURA ESPAÑOLA
En cuanto a la postura española, bastante optimista pese al resultado, Teresa Ribera ha destacado que el mandato «es claro» y los países deberán presentar sus contribuciones nacionales más ambiciosas que la actuales en el año próximo. Es importante responder a las demandas de la gente y de la ciencia, y comprometernos a hacer más y más rápido.
En el resultado final queda expresado que todos los actores deben hacer más y hacerlo más rápido contra la emergencia climática y según ha manifestado la ministra española, este documento es «la base» que permite actuar «ya». El tiempo de la acción es ahora», ha sentenciado al tiempo que considera que las Cumbres del Clima ya no son solamente un foro para establecer las reglas, sino que en Madrid se ha iniciado una nueva etapa que «requiere de más acción y de más actores.
Por ello, celebra que el resultado de la cumbre «refleja» lo que se pretendió con el Acuerdo de París. «Está ocurriendo: los diferentes sectores están pasando a la acción. Buena parte de ellos han venido a mostrar por qué quieren asociarse al proceso de descarbonización, formar parte de él y lograr que vaya más rápido», ha destacado la ministra.