La cumbre medioambiental (COP25) que se celebra en Madrid hasta el 13 de diciembre ha dejado a todas las empresas presumir de ser “verdes”. Pero muchas de ellas no lo son. Sobre todo, porque no está claro qué es ser sostenible. El sector financiero esperaba durante estos días novedades sobre el asunto. Ya que hay un una falta de legislación de la que se están aprovechando algunas entidades para seguir invirtiendo o dando financiación a proyectos que se alejan de serlo.
La sostenibilidad ha pasado al primer plano de los planes estratégicos de las compañías. Y la banca ha querido ponerse las pilas. Más de 100 entidades de todo el mundo reafirmaron este año su adhesión a los Principios de Banca Responsable de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York.
La ONU tiene definidos varios Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como, la Igualdad de género, acabar con la pobreza o revertir el cambio climático. Y estos están alineados con el Acuerdo de París sobre el Clima de 2015 (COP21).
QUÉ ES QUÉ, NO ESTÁ CLARO
Entre las medidas a adoptar, los bancos tienen ahora que bajar su presencia en empresas contaminantes e incrementarla en empresas sostenibles, por ejemplo. Y todo, mientras afloran los préstamos verdes, los bonos verdes y bonos sociales.
Se sabe que un bono verde debe financiar un proyecto verde pero no se sabe qué es verde. Lo mismo ocurre con sostenibilidad. Ya que cada inversor entiende algo distinto por sostenible. Por ello la Comisión Europea quiere poner luz en este tema con el Plan de Acción de Finanzas Sostenibles.
PREMIO SI, OBLIGACIÓN NO
En junio, se publicó en Europa un importante paquete de medidas y recomendaciones sobre la financiación sostenible. Éstas explican, por ejemplo, que hay que informar del impacto que la propia actividad tiene sobre el clima. O el deber de analizar la exposición directa e indirecta a riesgos. Y todo para poder cumplir en 2030 con los acuerdos de París.
Pero el problema es que estas guías no son obligatorias. Nadie «castiga» a una empresa si no las cumple. El Banco Central Europeo (BCE) ha delegado en la Autoridad Bancaria Europea (EBA) la regulación. Y a grandes rasgos, se tiene una idea de por dónde va el regulador: incluir los riesgos del cambio climático en los próximos test de estrés de la banca o premiar proyectos sostenibles. Pero todo está en el aire.
BBVA SE PORTA MAL
BBVA lanzó hace unos días su primer plan de pensiones gestionado con criterios de inversión socialmente responsable (ISR). Es decir, a la hora de elegir los activos en cartera, el gestor aplicará estos criterios. Pero no es su única iniciativa, la entidad anunció hace unos meses que dejaría de financiar proyectos vinculados con el carbón, uno de los combustibles más contaminantes.
Sin embargo, la suerte no está de su parte. En la X edición del informe “Fossil Fuel Finance Report Card”, una clasificación que muestra el comportamiento climático de los bancos internacionales, BBVA se encontraba en la lista de bancos con peor comportamiento climático. Y es que, pese a su compromiso, es uno de los bancos que más ha contribuido a expandir nuevos combustibles fósiles desde la firma del Acuerdo de París hace cuatro años.
Desde Ecologistas en Acción explican que el banco ha aumentado desde 2016 su inversión en algunos de los combustibles fósiles “más sucios del planeta” como el petróleo, el gas de fracking o el desarrollo del Gas Natural Licuado. Además mantiene una fuerte inversión en el carbón. Y a su vez, continúa invirtiendo en otros combustibles fósiles de alto impacto climático como las arenas bituminosas, las perforaciones en el Ártico o en aguas ultra profundas.
Y todo, mientras promueve una imagen socialmente responsable. “Sus objetivos son insuficientes y no están en línea con los objetivos climáticos” defienden desde la plataforma. El banco no excluye algunas actividades “sucias” de sus compromisos.
Pese a todo, el consejero delegado de BBVA, Onur Genç, comentaba en una de las jornadas de estos días que su banco aspira a que en España todos sus productos tengan su correspondiente solución alternativa sostenible. Y espera que sea a lo largo de 2020.
Además recordaba el Compromiso 2025 de BBVA: cambio climático y desarrollo sostenible. La compañía considera que es «pionera» en este ámbito y todo porque sigue sin estar regulado qué significa ser sostenible.