Repsol, de la noche a la mañana, recortó el valor de sus activos en 4.800 millones de euros. Un hachazo nada pequeño, puesto que supone más de un 15% de los fondos propios de la compañía. Lo incluyó entre promesas verdes y no quiso abundar en las explicaciones salvo la necesidad que lo «exige el nuevo escenario». Solo en el hecho relevante (no en el comunicado de prensa) se dio una pequeña pincelada de la misma (eso sí, en el penúltimo párrafo de las dos hojas remitidas a la CNMV): «Este ajuste de valor afectará, fundamentalmente, a activos de exploración y producción de hidrocarburos en Estados Unidos y Canadá«. En definitiva, de manera escueta la firma hacía referencia al final de su gran compra histórica: Talismán.
Hace no mucho tiempo, todavía no se han cumplido cinco años, Estados Unidos y Canadá se convirtieron en el principal eje para la firma española. También en ese momento, Antonio Brufau, presidente de Repsol, hacía su sueño realidad al convertir a Repsol (antes era más una refinería) en una de las grandes petroleras del mundo. Por ello, reivindicó como exitoso e imprescindible el desembolso de 10.400 millones de euros en la compra de la petrolera canadiense. En realidad, ambas partían de la misma base de tal manera que la primera se dio porque se llevó a cabo la segunda y viceversa. Por lo que, al fallar una inevitablemente fallaría la segunda. Cómo así ha ocurrido, ya que dicha adquisición no ha causado más que dolores de cabeza a la dirección.
Los yacimientos en Canadá o Estados Unidos no tienen riesgo geopolítico y pueden ser encendidos o apagados sin ningún tipo de problema según convenga. Por lo que el principal problema siempre ha sido de rentabilidad. Se debe entender que, a grandes rasgos, el precio de venta del carburante (ya sea para otras empresas en bruto o para los derivados generados) debe contener: el precio pagado por las reservas, el coste de extracción, el transporte y, por último, si se vende en forma de combustibles el refinado. Con todo ello, se estimó que Repsol necesitaba un precio de 85 dólares el barril, aunque se ha ido reduciendo gracias a eficiencias y mejoras técnicas.
En principio, consolidar un precio de 85 dólares por barril no parecía difícil. De hecho, en los cinco años anteriores a la compra el Brent solo había estado por debajo de dicho valor un par de meses de un total de 60. Pero la llegada del fracking cambió la realidad del mercado hasta el punto de ese nivel de precios solo se ha vuelto alcanzar durante cinco días de un total de 1.825 días. El efecto es incluso más evidente para el caso del gas natural (medido como Henry Hub): durante los años anteriores a la compra de Talisman el precio nunca perdió la frontera de los 3 dólares por Mbtu, estuvo casi siempre por encima de los cuatro dólares Mbtu y durante muchos meses superó los 5 dólares. Ahora, apenas se sostiene por encima de los 2,3 dólares, casi la mitad.
Por si lo anterior fuera poco, uno de los grandes desarrollos que contenía el acuerdo de Talisman apenas se ha podido explotar. Se trata de Ca Rong Do, en aguas vietnamitas, que en su momento fue declarado (por la propia directiva) como uno de los proyectos más interesantes de la compañía y que ahora está parado por las presiones del Gobierno de la región. Además, no hay expectativas de poder ponerse en marcha, a pesar, de que los preparativos de perforación ya estaban en marcha. «Representa un duro golpe para las perspectivas de upstream de Repsol», indican los analistas de Bloomberg.
En definitiva, los ajustes contables certifican que la aventura en Canadá que iba a hacer muy grande a Repsol ha fallado debido a los fuertes cambios del sector. Al fin y al cabo, los activos del balance están valorados por su capacidad para generar beneficios futuros, sí estos son más bajos el importe en el balance se debe acomodar a la baja, como le ha ocurrido también a Naturgy o Endesa con sus centrales. En ese momento, la directiva no supo descifrar el complejo futuro que le esperaba al sector. Ahora, han querido adelantarse a esos problemas y pretender ir por delante al ser la primera petrolera con un objetivo de emisiones cero con una fecha fijada.