jueves, 12 diciembre 2024

Francisco González, el banquero ortodoxo que no fue tal

Aquellos que trabajaron con Francisco González, que compartieron mesa y mantel, amigos y enemigos, siempre dijeron del ex presidente de BBVA que era una persona ortodoxa. Meticuloso con su trabajo, sobre todo en lo referente al cumplimiento normativo. Así lo definían. Ahora imputado por los pagos del BBVA a Villarejo, tal afirmación se queda en mero fuego de artificio. Quienes creían conocerlo, no lo conocían tan bien.

Francisco González nunca ha sido capaz de hacer autocrítica. Y eso a pesar de que durante su largo mandato al frente de la entidad con sede en La Vela ha cometido evidentes errores. Animal político con mayúsculas, supo moverse por los hilos de la política con milimétrica precisión.

Francisco González siempre tuvo todo bajo control. Ahora no se sabe qué le deparará el futuro

Y pobre de aquel que osara hacerle sombra. José Ignacio Goirigolzarri, o Ángel Cano, fueron su mano derecha. Pero ante la posibilidad de que acabaran usurpándole el trono, no dudó en ‘decapitarlos’. Puño de hierro. Manu militari.

A Francisco González nunca le tembló la mano a la hora de echar a la cuneta a quien osara hacerle sombra. Directivos claves en la historia de BBVA tuvieron que salir por la puerta de atrás por obra y gracia de FG. Tampoco le templó el bolsillo. Porque las indemnizaciones millonarias no salieron del suyo. Para eso estaba el banco.

FRANCISCO GONZÁLEZ, EL CONTROLADOR

Como dijo en su momento Alfonso Guerra, quien osaba moverse, no salía en la foto de Francisco González. Todo controlado. Milimétricamente. Él todo lo veía. Él todo lo vigilaba. Él todo lo controlaba. ÉL.

Buscó las artimañas posibles para seguir aferrado al sillón. Si había que cambiar la letra, se cambiaba. Y nada de reconocer los errores cometidos. China, Venezuela y Turquía fueron malas experiencias para BBVA.

Su fortuna se estima que ronda los cien millones de euros. Año a año, fue encargándose de que la misma no dejara de crecer. Por no hablar de la jugosa pensión. Antes, y después de la imputación, Francisco González no va a ser un jubilado más. Ni por las cantidades que cobra, ni por la situación a la que se enfrenta.

Francisco González siempre se creyó inmune a sus propias artimañas. Ahora la situación que gira a su alrededor empieza a emitir un hedor cuanto menos insoportable para el resto de los mortales.

Ahora, cuando vaya a declarar, quizás le veamos otra vez ataviado con un abrigo de paño, bufando al cuello, y un sombrero tapándole la cabeza. Con la edad, el frío no es bueno y hay que abrigarse. O tal vez sea una manera de camuflarse ante esos medios de comunicación que iniciaron una campaña contra él según denunció. Con ese look, Francisco González se paseó por el Foro de Davos. Quienes entonces le saludaron, quizás ahora miren para otro lado. El icónico banquero español ya no lo es tal. En su momento controló su presente. Quien sabe lo que le deparará un futuro. Ya no está bajo su control.


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