Hay muchos hombres que consideran que las palabras ‘juguetes eróticos’ y ‘sexo’ no deberían ir nunca en un mismo contexto. En la época en la que vivimos, aún existe el analfabetismo sexual masculino.
En ocasiones, los hombres se sienten intimidados cuando otro objeto más grande que su miembro “entra en juego”. Sienten que su virilidad se está poniendo en entredicho al recurrir a una ayuda extra y que no son capaces de darle placer a su pareja por sí solos. No se puede estar más equivocado…
En la complicidad de la pareja está el tener libertad suficiente como para decirle que quieres usar juguetes eróticos en vuestros momentos íntimos. No hay nada mejor que poder hablar con total libertad sin miedo a ser juzgado y sin que el otro se sobrecoja por algo tan natural como es el tener sexo libre y sin tapujos.
Veamos los motivos por los que los hombres no quieren compartir ‘boquete’ con los juguetes sexuales.
Mitos erróneos
No hace tanto que los sex shop eran sitios a los que acudían tan solo los hombres para meterse en las cabinas a masturbarse mientras veían una película porno. Eran sitios oscuros más parecidos a club de alterne que a una tienda de juguetes eróticos y a los que ninguna mujer “decente” se hubiera atrevido a ir.
Antes, los vibradores se llamaban consoladores debido a que los primeros que se inventaron los usaban los médicos para consolar a las viudas que tenían ataques de deseo sexual tras la muerte de su marido. Luego pasaron a ser copias de penes de actores porno, pero en colores fluorescentes, supongo que para que no se perdieran entre las sábanas, porque otra explicación no es que haya…
Y, por último, los tiempos han ido avanzando, la mentalidad sexual de las personas se ha ido abriendo y ya los sex shop son tiendas con luz y casi siempre en tonos rosas en los que ahora son los hombres los que se sienten cohibidos a la hora entrar.
El mundo va girando y nosotros con él. El problema es cuando se continúa con mentalidades retrógradas y antiguas que no tienen razón de ser.
Pánico a la competencia desleal
Los hombres no temen que sus esposas usen juguetes eróticos si es que el sexo lo van a tener ellas solitas. En eso hay quienes no tienen reparos. Al igual que ellos se masturban, también ven lógico que ellas lo hagan.
El problema comienza cuando el tercero en discordia quiere entrar a jugar cuando él también está en el tema. Se sigue teniendo el erróneo pensamiento de que es mejor estar una hora empujando en modo borrico a pararte en los “pequeños detalles” que el cuerpo de la mujer te proporciona.
Que uses juguetes eróticos con tu pareja no significa que tú no cumplas sus expectativas, es una forma de no caer en la monotonía y el costumbrismo sexual en el que muchas parejas acaban con los años.
Por atrás ni el bigote de una gamba
Otra de las cosas a las que algunos hombres tienen mucho reparo es a la de dejar que le introduzcas juguetes sexuales a ellos. Los que se niegan rotundamente a que el cacharrito le roce a él el ano no saben lo que se están perdiendo.
Los hombres que no tienen una educación sobre el sexo en condiciones, que mantienen tabúes a nivel sexual y no se atreven a probar cosas nuevas son los que no están seguros sobre su masculinidad o incluso sobre su inclinación sexual.
La mayoría de los hombres que tienen estimulación anal durante el coito o la masturbación, el placer del orgasmo se intensifica de manera considerable. El pene se les pone más rígido, el semen sale con más fuerza y la sensación de placer es casi el triple que si lo hacen de la forma habitual. Tan solo por esos datos merece la pena probarlo.
Es necesario quitarse de la cabeza las reticencias en el sexo, se trata de disfrutar, o en pareja o solo, y si se puede tener mucho más placer introduciendo el dedo o pequeños juguetes eróticos, ya estás tardando en probarlo.
Otros penes no, por favor
La mayor estupidez del mundo mundial es aceptar unos juguetes eróticos y otros no. Los hombres son menos reticentes a usar vibradores que no se parezcan en absoluto a un pene. Sin embargo, cuando tienen cierta similitud con el miembro masculino ya comienzan los problemas.
Cuando ven otro pene al lado del suyo, en ocasiones, las comparaciones pueden llegar a ser odiosas y eso puede hacer que su autoestima se vaya por el retrete, llegando incluso a afectar a la propia erección.
Lo primero que tienes que tener claro cuando introduzcas juguetes eróticos en el sexo es que no son una competencia, son un complemento más, al igual que los aceites de masajes o los lubricantes.
También es cierto que si tu pareja no se siente cómoda con un vibrador con forma fálica la solución es comprar uno de los miles que hay en el mercado que no se parecen. Además, los vibradores que sirven como masajeadores pueden llegar a dar más juego en la cama porque los podéis usar en distintas partes del cuerpo DE LOS DOS.
Darle la vuelta a la tortilla
Al igual que a ti no te gustaría que te obligasen a hacer nada, tampoco debes hostigar a un hombre para que haga algo que no desea. En su lugar, deberías informarle de cómo funcionan y pedirle que te acompañe a un sex Shop para que escojáis uno en pareja.
Puede ser divertido hacer una tarde de compras eróticas y probarlo una vez que lleguéis a casa. Así es una forma de que él también decida y no de presentarte en casa con las bolsas llenas de juguetes eróticos como la que trae un cachorro de la calle.
Es mejor que el dependiente os informe de cuáles son los que más os convienen. Dejad la vergüenza a un lado y preguntad todo lo que queráis saber. Te aseguro que no habrá ninguna cosa que le digas al vendedor de vibradores que no haya escuchado antes.