Es el momento más complicado del día. El de sentar a nuestros hijos ante una mesa a que hagan los deberes. Resistencia, gritos, lloros… En el peor de los casos. Otros, en cambio, lo asumen con resignación. Cómo será que, según la Organización Mundial de la Salud, alerta de lo que está ocurriendo: según sus estudios el 34% de los niños de 11 años se ven presionados por la exigencia de las tareas. De ahí que haya cada vez más padres que reclamen su eliminación para que los niños dediquen ese tiempo a otras actividades: visitas a museos, lectura, vida familiar…
Es la intención de la Confederación Española de Asociaciones de Padres de Alumnos (CEAPA), que ha convocado este mes una huelga ‘sin deberes’ durante el fin de semana. Una especie de insurrección de padres e hijos hacia los profesores. Convocatoria que Enrique Rubio, director general de Rubio (la editora de los famosos cuadernillos de deberes) no entra a valorar. Sin embargo, reconoce a Merca2.es que las tareas “tienen una parte positiva porque refuerza el lazo entre padres e hijos, y fomenta que no haya una desconexión total respecto a lo aprendido en clase”.
Según la OCDE los alumnos españoles destinan una media de 6,5 horas semanales a hacer ejercicios en casa. Es decir, casi una hora al día –y subiendo-. Sin embargo, Rubio considera que es una situación complicada porque los “refuerzos en casa deben darse en píldoras pequeñas. Lo ideal es que esta actividad ocupe, aproximadamente, entre 15 y 20 minutos al día”, sentencia.
Lo dice el director general de una compañía nacida en Valencia, y cuyo origen está en el método aplicado por su padre en la Academia que regentaba. Allí preparó unas fichas basadas en la repetición para que sus alumnos mejoraran la caligrafía y la ortografía con la premisa de “hacer fácil lo difícil”. Así nacía el ‘Método Rubio’ de la mano del padre del ahora responsable. ¿Su nombre? Ramón Rubio, que imprimía en casa de forma artesanal las primeras libretas que se vendían a aquellos colegios que decidieron confiar en el método.
Ortografía, operaciones, problemas… Fueron los primeros ejemplares que se publicaron, pero esta empresa se ha ido reinventando con el paso de los años. “Ahora se trabajan más competencias, se dota a los jóvenes de herramientas para afrontar el futuro. Sin embargo, antes se estudiaba más temario”, explica Rubio. De ahí que haya creado todo un mundo a su alrededor de la educación en “píldoras pequeñas y divertidas”, dice.
De los primeros cuadernos azules y amarillos, han surgido ahora otros muchos que ayudan a aprender idiomas o a colorear, incluso hay ya ediciones realizadas exclusivamente en catalán. Pero no sólo eso, también ha sido capaz de afrontar el cambio a las nuevas tecnologías adentrándose en el universo de las apps educativas. Un conjunto de aplicaciones que permiten trasladar el método Rubio al entorno digital, en el que tan bien se desenvuelven las nuevas generaciones.
Negocio no parece que le vaya a faltar, porque hasta se ha lanzado también al mundo de los adultos. Lo ha hecho a mediados de este año, en el que ha lanzado una serie de cuadernos destinados a los enfermos de Parkinson. ¿Objetivo? La estimulación cognitiva y de destrezas motoras. Renovarse o morir. Ya lo dice el refrán.