Lidia Monzón es una de las líderes más destacadas en el ámbito del liderazgo femenino en España. Reconocida por su trabajo en el desarrollo del emprendimiento, la promoción de valores y la inteligencia emocional en el entorno empresarial, su experiencia la convierte en una figura clave para la formación de líderes con propósito y conciencia.
Para esta autora, conferenciante y mentora, «nos encontramos en un país donde el fracaso no se entiende como una etapa del aprendizaje, donde las exigencias para triunfar pesan demasiado, incluso para darte el permiso de cambiar y modificar aquello que te llevó a esta situación, aquello que sientes como “Fracaso”. Un país donde sentirte cuestionado y analizado por tu vivencia genera tanto dolor y stress que la presión parece romperte».
La autora entiende que «muchas personas iniciaron un camino de emprendimiento, y después de cierto tiempo dejaron de lograr los resultados deseados: los clientes cambiaron, el lugar dejó de ser el apropiado, los socios no eran lo que decían ser… Tantas casuísticas que pueden darse para sentir que este fracaso se ha instalado de tal manera que las personas lo temen hasta el punto de impedirles seguir apostando por sus sueños. Se pasa tan mal cuando estás en ese valle de la paralización por lo ocurrido que el miedo se apodera de las personas. Y tras los miedos… ni que decir de la enfermedad.»
“Solo cuando uno escucha, oye la canción profunda de las palabras.” KRISHNAMURTI
También puede darse otra situación: Has apostado por una pareja, un cambio de trabajo, de país… incluso apostando todo a esta nueva etapa, y al cabo de un tiempo se torna en tu contra, no se parece en nada a esa realidad soñada, con el consiguiente dolor generado, bajada de autoestima y merecimiento.
Para mí es importante que comprendamos y pongamos consciencia a 3 claves para vivir mejor las situaciones de error, fracaso, pérdidas, expectativas rotas o logros no alcanzados:
- Por un lado, ver esta etapa como algo temporal. No será eterna, aunque ahora parezca largo el camino y no veas al final del túnel mientras atraviesas la situación con la economía, las personas, las emociones, los miedos, los clientes, los bancos…etc.
- Ver este tiempo como una oportunidad para cambiar, pues lo que habíamos previsto como un camino recto y fácil resulta ser más complicado. En un mundo cambiante donde todo es movimiento (es una realidad que nos cuesta aceptar), no hay nada estático ni permanente, y que por lo tanto lo que estamos viviendo bajo el paraguas de fracaso es en realidad un momento de “parón reflexivo” que me indique hacia donde quiero seguir caminando. Puedo analizar si el destino no era, las personas que me acompañaban tampoco…etc.
- Aplicar la gratitud a todo lo que acontece. A veces los aprendizajes vitales son severos, es importante contemplar el agradecimiento en esta ecuación vital. Cuando agradecemos por todo lo que nos pasa nos conectamos con la fuerza cósmica de la abundancia. Agradecer por lo bueno que recibimos es relativamente fácil, pero agradecer por lo no tan bueno y las experiencias nefastas, dolorosas y tristes no lo es tanto, y sin embargo es un camino de maestría. Agradecer la adversidad es de valientes, los beneficios llegan detrás, lo puedo asegurar, en toda tragedia humana metes el corazón, más allá del juicio de si está bien o mal, y la energía de fracaso se va disipando para dar paso a la reconciliación, aprendizajes y nuevos caminos.
“Las preguntas, si se las escucha bien, traen el espacio para que puedan ser contestadas.” HUMBERTO MATURANA
Lidia Monzón. Autora, Conferenciante, Mentora