sábado, 26 octubre 2024

La silla de Bruselas ilumina a Teresa Ribera para hacerse apóstol de la energía nuclear

Hay epifanías y luego está lo de Teresa Ribera. La ex ministra, que durante su etapa al frente de Transición Ecológica fue avalista y ejecutora del desmantelamiento del parque nuclear español, ha iniciado su andadura en Europa abrazando el poder del átomo, al que valida como un recurso inestimable para «garantizar una sólida cadena de suministro».

Como cabeza del MITECO, la madrileña estaba a cargo de una de las promesas estrella de Pedro Sánchez a los socios que le auparon a La Moncloa: el cierre a cal y canto de los siete reactores nucleares que -todavía y por poco tiempo- operan en nuestro país. Una medida respecto a la que el Ejecutivo ha mostrado una férrea intransigencia y que, con los datos en la mano, supone renunciar a una fuente de energía abundante y libre de emisiones de gases de efecto invernadero.

La producción de los siete reactores españoles habla por sí sola: en 2023, Almaraz I y Almaraz II, Ascó I y Ascó II, Cofrentes, Trillo y Vandellós II aportaron al sistema 54.275,01 gigavatios hora (GW/h). Esta cifra representa el 20,34% del total de la producción eléctrica neta. Ni eso ni la aceptación de la nuclear como parte de la taxonomía ‘verde’ europea frenaron a Ribera, que además obligó a las gestoras de las centrales a ‘poner la cama’ con una subida significativa de los impuestos.

RIBERA VE LA LUZ EN EL REGAZO DE VON DER LEYEN

Todo ha cambiado con su ascenso a la vicepresidencia de la Comisión Europea (CE). Ahora su jefa es la presidenta del organismo, Úrsula Von der Leyen, quien le ha confiado la cartera de Transición Limpia, Justa y Competitiva. Ribera, que dijo recibir el cargo «contenta» y «comprometida», ha decidido no morder la mano nutricia y pasar por el aro del uranio.

Von der Leyen ha reiterado múltiples veces su aceptación de la energía nuclear como parte indispensable de la transición energética de la Unión, y lo primero que ha hecho la ex jefa del MITECO al ponerse a su servicio es hacer suyo ese discurso: así consta en las respuestas del examen que previo a su toma de posesión de la vicepresidencia, en el que proclama que el despliegue de pequeños reactores modulares (SMR) «aumentará la capacidad de producción e innovación de la UE».

Los SMR son unidades de generación atómica con una capacidad de potencia de hasta 300 megavatios (MW) por unidad, lo que representa cerca de un tercio de la capacidad de generación de los reactores nucleares de potencia tradicionales. Este tipo de instalaciones, pese a su menor potencia en comparación con las centrales de uranio al uso, ofrecen ventajas como la producción simultánea de calor y energía, la funcionalidad sin necesidad de agua de enfriamiento y la quema de residuos nucleares.

DONDE DIJE DIGO, DIGO URANIO

Ribera hizo una encendida defensa de esta tecnología en su respuesta a una de las preguntas del cuestionario, formulada por la Comisión de Industria, Investigación y Energía del Parlamento Europeo. La ex ministra destacó que potenciando su implantación «se aprovecharán las capacidades de fabricación e innovación de la UE para acelerar el despliegue de los primeros proyectos de SMR en la UE a principios de 2030 con arreglo a las normas más estrictas de seguridad nuclear, gestión de residuos, sostenibilidad medioambiental y competitividad industrial».

Asimismo, Ribera subrayó la necesidad de alcanzar «la máxima eficiencia en el despliegue de las diferentes tecnologías, tanto las que están maduras como las nuevas», de cara a lograr los objetivos de descarbonización de la UE.

La visión de la ‘Ribera europea’ contrasta fuertemente con la beligerancia que llegó a mostrar al frente del MITECO en España, cuando aleccionaba a las compañías patrias sobre la política energética de la UE: «Una cosa es que se pueda seguir invirtiendo en gas natural y nuclear y otra que merezcan clasificarse como verdes», llegó a declarar.


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