Cuando el precio del petróleo sube, el de la gasolina rápidamente se pone en consonancia; en cambio, cuando el crudo baja, el combustible se mantiene en sus trece semana tras semana antes de descender. Es la (irritante) dinámica del ‘cohete y la pluma’, como se la conoce en la jerga del sector, que explica el previsible encarecimiento en los carburantes a consecuencia del conflicto en Oriente Medio.
El banco suizo Mirabaud ha realizado un análisis que aborda este fenómeno, partiendo de la asimétrica relación entre el precio del petróleo y el de la gasolina. El estudio, apoyándose en investigaciones de la Reserva Federal de San Luis (FRED), estima que una hipotética subida de 10 dólares en el precio del barril repercutiría en 25 céntimos de encarecimiento por cada galón de gasolina; es decir, unos 6,6 céntimos por litro.
PETRÓLEO Y GASOLINA, LA EXTRAÑA PAREJA
Como era de esperar, el ataque con misiles lanzado por Irán contra Israel ha zarandeado el hasta ahora bajista mercado del petróleo, que ha pasado de luchar por mantener los 70 dólares por barril a superar con holgura los 78. Tel Aviv sigue calentando, bombardeos mediante, el avispero del Líbano; y las voces más pesimistas temen que la escalada de violencia lleve al peor escenario: una guerra abierta entre la potencia hebrea y el régimen de los Ayatolás. Una posibilidad que, de materializarse, podría poner el crudo a 150 dólares por barril.
Este vaticinio es, no obstante, minoritario en el mercado. La mayoría de analistas creen que las partes implicadas carecen de motivaciones para una guerra regional que desencadenaría un colapso; y que el caldero, aunque hirviente, no escaldará el abastecimiento. Con todo, el impacto, aunque limitado, existe, y ya se está haciendo notar. ¿Qué nos encontraremos, por tanto, al llenar el depósito?
LA RELACIÓN ENTRE EL MERCADO DEL PETRÓLEO Y EL DE LOS CARBURANTES ES ASIMÉTRICA: LA GASOLINA REPLICA RÁPIDAMENTE LAS SUBIDAS DEL CRUDO Y REACCIONA LENTAMENTE A LOS DESCENSOS. ES LA DINÁMICA DEL ‘COHETE Y LA PLUMA’
El informe de Mirabaud recuerda que, entre los economistas, la opinión predominante es que el vínculo entre el petróleo y los carburantes no es simétrico. La velocidad a la que fluctúan los precios de la gasolina depende del nivel de su precio en relación con los precios del petróleo: «Varía más o menos rápidamente dependiendo de si el precio de la gasolina es alto o bajo en relación con el precio del petróleo».
«Tanto los observadores ocasionales como los del sector afirman que los precios de la gasolina se ajustan a los cambios en los precios del petróleo más rápidamente cuando éstos son relativamente bajos en comparación con el petróleo que cuando son relativamente altos en comparación con el petróleo» -explica el estudio- «Este impacto desigual puede observarse cuando los precios del petróleo suben después de haber permanecido estables durante algún tiempo: los precios de la gasolina suben rápidamente».
En otras palabras, la gasolina replica las alzas del petróleo con la velocidad de un cohete; y desciende con la lentitud de una pluma cuando al crudo le da por bajar. Éste representa alrededor de un 70% del precio del combustible que sale del surtidor; por lo que es en el otro 30% donde se concentran los factores que provocan la asimetría en la repercusión de subidas y desplomes.
NO ES SOLO EL PETRÓLEO
El primero de estos factores, señala Mirabaud, es el poder de los vendedores, que pueden aprovechar los cambios de precios para mantener un mayor beneficio global. Históricamente, los minoristas suben los precios de la gasolina cuando los precios del petróleo suben para mantener un margen constante. Sin embargo, cuando los precios bajan, los minoristas ajustan los precios a la baja más lentamente porque los consumidores ya están acostumbrados a precios más altos.
Así pues, «hay un aspecto económico (preservar los márgenes), pero también psicológico (los consumidores se acostumbran rápidamente a los precios altos)».
«Los precios al por menor de la gasolina varían de una temporada a otra y de un lugar a otro, en función de la oferta, la demanda, las existencias, la normativa y, sobre todo, los impuestos»
Mirabaud
Por otro lado, las perturbaciones externas en la cadena de suministro, como el efecto de una catástrofe natural en el proceso de refinado, también pueden afectar a la repercusión de los precios, ya que las empresas de refino pueden utilizar los precios para controlar sus existencias. Cuando escasea la gasolina, las refinerías pueden hacer frente a la escasez prevista subiendo los precios para reducir el consumo«, expone el análisis.
Otros condicionantes, como el efecto estacional o los impuestos, también pueden ejercer una enorme influencia sobre el precio final que pagamos en la gasolinera, que además puede variar en gran medida según el país o región. «Los precios al por menor de la gasolina varían de una temporada a otra y de un lugar a otro, en función de la oferta, la demanda, las existencias, la normativa y, sobre todo, los impuestos», concluye el estudio.