Franciska del Toro, a sus 85 años, podría ser recordada únicamente como la madre de la cantante Rebeca Pous, quien alcanzó gran popularidad en España con su éxito «Duro de pelar». Sin embargo, esta visión simplista oculta la fascinante y multifacética carrera de una mujer que fue, en su momento, una de las figuras más prominentes de la música española e internacional. La historia de Franciska del Toro no es solo la de una madre abnegada, sino la de una artista que dejó una huella indeleble en la industria musical, tanto dentro como fuera de su país.
En la década de los 70 y 80, Franciska del Toro se erigió como una de las cantantes más reconocidas a nivel internacional. Su talento y su estilo rompedor la distinguieron en una época en la que la industria musical española comenzaba a abrirse a nuevas influencias y estilos. Con su participación en el Festival de Benidorm en 1970 y su triunfo en el Festival del Mediterráneo con la canción «Paz», Franciska consolidó su lugar en el firmamento musical. Estos logros no solo la hicieron famosa en España, sino que su nombre resonó con fuerza más allá de las fronteras nacionales.
Franciska, que siempre optó por usar una “K” en su nombre como símbolo de su espíritu transgresor, no se conformó con los convencionalismos de su tiempo. Su presencia en la escena musical fue constante, y su éxito le permitió convertirse en un referente para las siguientes generaciones de artistas. Su carrera fue un testimonio del poder de la música para trascender fronteras y unir culturas, y su legado continúa vivo en la memoria colectiva de quienes vivieron su auge.
A pesar de su éxito profesional, Franciska del Toro también experimentó la faceta más íntima y personal de la vida, una que inevitablemente la llevó a compartir el centro de atención con su única hija, Rebeca Pous. El nacimiento de Rebeca fue un evento seguido de cerca por los medios de comunicación de la época, quienes documentaron el embarazo de Franciska y su vida familiar junto a su esposo, el pintor José María Pous.
Con el tiempo, Rebeca Pous siguió los pasos de su madre en el mundo de la música, alcanzando su propia fama y, en cierto modo, eclipsando la carrera de Franciska en la memoria popular. Sin embargo, la relación entre madre e hija siempre ha sido estrecha, y hoy, en un giro del destino, es Rebeca Pous quien cuida de su madre en estos momentos difíciles.
En la actualidad, Franciska del Toro enfrenta los desafíos de la vejez, una etapa de la vida que no discrimina ni a las estrellas más brillantes. Recientemente, sufrió una caída en su hogar que la dejó incapacitada durante varias horas, hasta que la Policía y los Bomberos lograron acceder a su casa para rescatarla. Este incidente la llevó a ser hospitalizada en Barcelona, donde permanece bajo observación médica.
«Cada vez que me tropiezo y me caigo tengo mucho dolor», confiesa Franciska en una conversación con El Español. Su voz entrecortada revela no solo el dolor físico, sino también el agotamiento emocional que conlleva la pérdida de movilidad y la creciente dependencia de los demás. A pesar de su situación, Franciska mantiene su sentido del humor, aunque admite que el hospital es «un aburrimiento».
La realidad es que, a medida que Rebeca Pous continúa con su carrera artística, se hace imprescindible encontrar a alguien de confianza que pueda estar al lado de su madre durante sus ausencias. Aunque Franciska ya cuenta con la ayuda de una persona que se encarga de las tareas del hogar, la necesidad de un cuidador que la asista en sus movimientos es cada vez más urgente.
Aunque hoy en día su nombre no resuene con la misma fuerza que en su época dorada, Franciska del Toro sigue siendo una figura de gran importancia en la historia de la música española. Su contribución al arte y su espíritu pionero han inspirado a muchos, incluyendo a su propia hija, quien no duda en reconocer el papel fundamental que su madre ha jugado en su vida y carrera.
Rebeca Pous y Franciska
En una de sus últimas entrevistas, concedida en 2018, Franciska habló abiertamente sobre su vida personal, incluyendo su relación con el emblemático comunicador Jesús Hermida, con quien mantuvo un romance durante cuatro años. También se refirió a su famoso primo, el actor Benicio del Toro, señalando la distancia que la fama ha interpuesto entre ellos.
La vida de Franciska del Toro es un recordatorio de que las estrellas pueden brillar en diferentes momentos y de diferentes maneras. A veces, su luz se eclipsa temporalmente por nuevas generaciones, pero su legado persiste, no solo en los registros de la historia, sino en las vidas de aquellos que tuvieron la suerte de conocerla, tanto en el escenario como fuera de él. Mientras lucha por superar los desafíos que la vejez le presenta, su historia sigue siendo un testimonio del poder de la resiliencia y del amor familiar como el de su hija Rebeca Pous que la ha acompañado a lo largo de su vida.
