Libra, la criptomoneda en la que trabaja Facebook, tenía previsto poder empezar a utilizarse a mediados de 2020, aunque ahora parece cada vez más lejos. La idea inicial, hasta que topó con los poderes políticos de EEUU, era la de crear una divisa digital que se pudiera comprar, vender, retener o enviar dentro de las aplicaciones de la compañía (como WhatsApp o Messenger) e, incluso, de rivales. Todo ello, ahora parece muy lejano después de que algunos socios financieros clave están reconsiderando su participación después de la reacción expeditiva de las autoridades estadounidenses.
En principio, la marcha atrás en el proyecto la estarían liderando tanto Visa como Mastercard a medida que los políticos americanos no suavizan la tensión, señalan desde distintos medios estadounidenses. Asimismo, desde Europa también se están replanteando imponer una mayor regulación a la criptomoneda, lo que no ayuda a disipar las dudas de ponerla en marcha de cara a un futuro cercano. Con todo, los partidarios de su lanzamiento ya han tenido varias reuniones en Washington y están convocados a una de forma más amplia que se celebrará en Ginebra el próximo 14 de octubre con la intención de relanzar la divisa.
El principal problema para Facebook es que la marcha atrás de algunos de sus socios financieros limita tanto el lanzamiento como el alcance de libra. La firma fundada por Mark Zuckenberg ha trabajado para que su criptomoneda supere con creces a bitcoin, una década después de su lanzamiento, de tal manera que con un toque en un smarthphone el dinero pueda cambiar de manos de forma instantánea, mientras que las transacciones con otras pueden tardar minutos y sus costes son elevados. También busca limitar la volatilidad del precio gracias al anclaje con una cesta de monedas muy amplia y una base monetaria de varios miles de millones.
Para lograr todas mejorar operativas de libra frente a bitcoin, la firma necesita de una larga lista de aliados que le permiten funcionar en distintos ámbitos. En primer lugar, en cuanto a la tecnología de transferencias, y más en concreto la energía que usa dicha transacción, el papel de Visa y Mastercard es vital dado que ellos tienen la tecnología y la experiencia. A su vez, los socios financieros que aportan fondos que sirven de base para la creación de monedas es muy importante para garantizar la estabilidad en el precio, ya que en caso de grandes oscilaciones pasaría de ser una pieza de intercambio a un elemento especulativo.
Por último, es de importancia capital que libra, pese a ser la moneda de Facebook, se vea con un ente monetario descentralizado en la toma de decisiones. Lo anterior se resume como que libra es 100% de la firma tecnológica en su uso, pero no en su propiedad, al igual que un banco trabaja en euros, aunque no tiene potestad para decidir sobre él. El corazón institucional de la divisa digital es una asociación compuesta por una amplia gama de organizaciones (empezó con 100 aunque dicha cifra parece reducirse) que van de empresas financieras a otras sin ánimo de lucro. La tarea principal encomendada a dicho grupo es supervisar y rastrear quién posee la criptomoneda, para ello cada uno de ellos puede operar los nodos de blockchain.
EL GRAN PECADO DE LIBRA: DESAFIAR LA SUPREMACÍA DEL DÓLAR
Pese a todo la anterior, no es la causa sino uno de los síntomas de lo que le ocurre a libra. En realidad, su gran pecado es su tamaño descomunal que le presenta como una amenaza frente a cualquier banco, Gobierno o incluso Banco Central. De hecho, Si cada depositante occidental trasladara una décima parte de sus ahorros bancarios a Libras, su fondo de reserva tendría un valor de más de 2 billones de dólares, casi el doble del valor de mercado de Apple. Si todos los usuarios de Facebook adoptan libra para comprar y transferir dinero, podría convertirse en una de las entidades financieras más grandes del mundo, reduciendo la soberanía económica de los gobiernos.
El bloqueo político estadounidense a libra, la criptomoneda de Facebook, ha hecho que muchos de sus socios se replanteen la conveniencia de estar presentes en el proyecto
Aunque eso va a más, The Economist explicaba que «Si todos los usuarios de Facebook adoptan Libra para comprar y transferir dinero, podría convertirse en una de las entidades financieras más grandes del mundo, reduciendo la soberanía económica de los gobiernos«. El resultado de ese desafío es también evidente «los gobiernos, particularmente aquellos que imprimen dinero para financiar sus presupuestos, podrían verse tentados a bloquearlo«, prosigue el medio de comunicación. Finalmente reseña que «el impacto de Facebook en la democracia no ha sido del todo positivo. No está claro si el impacto de Libra en el sistema financiero debe ser temido o bienvenido».
Al final, libra se ha atrevido a abrir un melón, el primer intento (que se ha quedado en más romántico que efectivo) ha sido el de bitcoin, que nunca nadie se había atrevido en las últimas décadas: convertirse en una alternativa al dólar. Un desafío que ni uno de los grandes economistas de la historia, John Maynard Keynes, en sus mejores fantasías habría imaginado durante aquella feroz batalla que mantuvo con su colega americano Harry Dexter White, pero qué en la práctica, con más de 2.400 millones de usuarios, es muy real. Además, la contienda se ha vuelto a dar con el mismo nombre (la batalla fue en ese momento dólar y libra esterlina), caprichos del destino.