Los 56.000 clientes que ganó Octopus Energy en el primer trimestre del presente año encajan de forma casi milimétrica en el hueco que han dejado los 49.053 usuarios que le dijeron ‘adiós’ a Holaluz en ese mismo período. La caída de la comercializadora catalana, aquejada de durísimos problemas financieros, ha activado el trampolín para el ascenso definitivo de la británica en el mercado eléctrico español.
Así lo avalan los datos publicados por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que dan cuenta de la rápida expansión de Octopus en el panorama energético de nuestro país. En cinco meses ha sobrepasado la barrera de los 200.000 clientes, trasladando a España buena parte del éxito comercial que le ha llevado a consolidarse como la primera comercializadora de luz en Reino Unido, con más de siete millones de clientes y una cuota de mercado del 22%.
entre las comercializadoras minoritarias de energía, Octopus es la que registra un mayor crecimiento, habiendo septuplicado su base de clientes
Aunque el objetivo marcado de llegar a un millón de clientes en España aún queda lejos, los resultados invitan al optimismo: entre las comercializadoras minoritarias de energía, Octopus es la que registra un mayor crecimiento, habiendo septuplicado la base de clientes con que contaba a principios de 2023.
El grupo británico ya se ha convertido en un actor importante en el suministro de energía a nivel global y el nuestro es uno de los mercados en los que busca crecer, y no solo a nivel comercial. La compañía cuenta ya en España con un equipo de más de 350 profesionales multidisciplinares de 17 nacionalidades y tiene el objetivo de superar los 600 empleados durante 2024.
OCTOPUS SE EXPANDE; HOLALUZ LUCHA POR SOBREVIVIR
El contraste entre la pujanza de Octopus y las tribulaciones de Holaluz es evidente. El grupo presidido por Carlota Pi, abanderada en su día de la ‘revolución de los tejados’, lucha por evitar el concurso de acreedores en medio de turbias tensiones internas que han puesto en tela de juicio su credibilidad.
El pasado 13 de septiembre, recibió una bocanada de aire: la compañía alcanzó un acuerdo de stand still con sus principales acreedores financieros, que representan más del 94% del pasivo financiero, por el que se concede un plazo de espera hasta el 18 de diciembre a la compañía para evaluar y negociar la reordenación de su deuda financiera.
De este modo, Holaluz gana algo de tiempo para intentar recabar los apoyos financieros que le permitan salvarse. Desde la compañía jurgan y perjuran que su política financiera, basada actualmente en la transformación de la deuda de corto a largo plazo, ha dado resultado; y que la posibilidad de un preconcurso de acreedores «no está sobre la mesa». Sin embargo, la deuda sigue siendo gigantesca y los inversores, insuficientes; y la huida masiva de clientes tampoco ayuda.
El pasado 1 de mayo, la comercializadora catalana se vio obligada a presentar sus resultados 2023 fuera de plazo y sin auditar en el BME Growth, índice bursátil en el que cotiza. El motivo por el que los resultados no contaban con una certificación profesional es que los fondos Axon y Geroa Pensoak, a la sazón accionistas mayoritarios de la compañía, votaron en contra de las cuentas, lo que, según informó la empresa, obligó al auditor a realizar trámites administrativos adicionales.
Los resultados netos de la comercializadora catalana reflejaban una catástrofe contable de proporciones devastadoras, con unas pérdidas de más de 26 millones de euros que multiplicaban por cinco los ya preocupantes ‘números rojos’ del ejercicio precedente. Esta cifra palidecía, no obstante, ante la deuda neta, que superaba con creces los 60 millones de euros.
GUERRA INTERNA
Desde entonces, Carlota Pi y su guardia de corps, los cofundadores Ferrán Nogué y Oriol Vila, están inmersos en un maratón de captación de fondos y reconversión estructural para salvar el proyecto. Este complejo proceso de saneamiento está teniendo lugar con el ruido de fondo de la guerra sin cuartel en el seno del accionariado de la empresa.
Los fondos Axon ICT III, F.C.R y Geroa Pentsioak EPSV, que poseen un 16,80% y un 6,68%, respectivamente, del capital de la fotovoltaica, han sido una piedra en el zapato para la directiva desde el mismo inicio de la crisis. Desde el principio conspiraron para destituir a Carlota Pi y a su equipo, culpándoles del agujero en las cuentas que les ha puesto al borde del concurso de acreedores.
Pi, junto con los otros dos fundadores –Ferran Nogué y Oriol Vila– inició su contraofensiva el pasado 28 de junio, con la presentación de una acción social de responsabilidad contra Axon y Geroa. Con esta medida, apartó del consejo de administración a los representantes de los fondos, Alfonso Juan de León Castillejo y Jordan Sáenz.