jueves, 19 septiembre 2024

La economía mundial crecerá un 2,9% este año y el próximo: Estados Unidos y China frenan 2 décimas respecto a 2023

La economía global se encuentra en un punto de inflexión crucial, enfrentando desafíos significativos que moldearán su trayectoria en los próximos años. Según las previsiones del Instituto Internacional de Finanzas (IIF), el crecimiento mundial experimentará una desaceleración, pasando del 3,1% registrado en 2023 a un 2,9% tanto en 2024 como en 2025. Esta moderación en el ritmo de expansión económica refleja una confluencia de factores complejos que afectan a las principales potencias mundiales.

En el centro de esta transformación se encuentran Estados Unidos y China, dos gigantes económicos cuya evolución tendrá un impacto decisivo en el panorama global. Las tensiones geopolíticas persistentes y el acelerado progreso tecnológico se perfilan como elementos determinantes que condicionarán las perspectivas económicas para el año venidero. Este escenario plantea tanto retos como oportunidades para los líderes políticos y empresariales, quienes deberán navegar por aguas turbulentas para mantener la estabilidad y fomentar el crecimiento en un entorno cada vez más incierto.

Desaceleración en Estados Unidos y sus implicaciones globales

La economía estadounidense se enfrenta a una ralentización significativa, consecuencia directa de la política monetaria agresiva implementada por la Reserva Federal (Fed) en el pasado reciente. Esta estrategia, diseñada para contener la inflación, está empezando a mostrar sus efectos colaterales en diversos sectores de la economía. Se prevé que el impacto se manifestará principalmente en una reducción de la contratación laboral, un estancamiento de los ingresos familiares y, como resultado, una disminución del consumo.

El IIF proyecta que el crecimiento económico de Estados Unidos se moderará, pasando del 2,8% en 2023 a un 2,4% en 2024 y un 2% en 2025. Esta desaceleración gradual refleja los ajustes que la economía está realizando en respuesta a las medidas de política monetaria. La Fed, consciente de estos desafíos, ha iniciado un ciclo de recortes de tipos de interés, con una reducción de 50 puntos básicos ya implementada y expectativas de reducciones adicionales en las reuniones de noviembre y diciembre.

El impacto de esta desaceleración en Estados Unidos tendrá repercusiones globales. Como principal motor de la economía mundial, cualquier fluctuación en su ritmo de crecimiento se traduce en efectos cascada para sus socios comerciales y para los mercados financieros internacionales. Las empresas y los inversores deberán adaptar sus estrategias a este nuevo escenario de menor dinamismo en la economía estadounidense, buscando oportunidades en sectores más resilientes o en mercados emergentes con mayor potencial de crecimiento.

China: entre el estímulo y los desafíos estructurales

El gigante asiático se enfrenta a un panorama económico complejo, caracterizado por un menor dinamismo en sectores clave como el industrial y el minorista. A pesar de los esfuerzos del gobierno de Pekín por implementar medidas de estímulo, tanto el consumo como el sector inmobiliario continúan mostrando signos de debilidad. Esta situación plantea un desafío significativo para las autoridades chinas, que buscan mantener un crecimiento cercano al objetivo oficial del 5%.

El IIF proyecta que el crecimiento económico de China se moderará, alcanzando un 4,7% en 2024 y un 4,4% en 2025. Para contrarrestar esta tendencia, se espera que el gobierno implemente un apoyo fiscal adicional y una mayor relajación monetaria durante el segundo semestre de 2024. Estas medidas tienen como objetivo estimular la demanda interna y revitalizar sectores clave de la economía.

Sin embargo, China debe enfrentar retos estructurales que van más allá del ciclo económico actual. El envejecimiento de la población, el creciente desempleo juvenil y las persistentes tensiones con Washington son factores que requieren soluciones a largo plazo. La capacidad de China para abordar estos desafíos mientras mantiene su ritmo de crecimiento será crucial no solo para su propia economía, sino también para la estabilidad económica global, dada su importancia como motor de crecimiento y centro de las cadenas de suministro mundiales.

Perspectivas para la eurozona y otras economías clave

La situación en la eurozona presenta un panorama particularmente desafiante. El IIF pronostica un crecimiento limitado del 0,5% para 2024 y del 0,9% en 2025, cifras que reflejan las dificultades que enfrenta la región. Este débil desempeño se atribuye en gran medida al probable estancamiento de Alemania, la mayor economía de la zona euro, durante 2024. Por otro lado, Francia muestra signos más alentadores, con una expansión prevista del 1,2% en 2024, impulsada principalmente por la fortaleza del sector servicios.

El contraste entre el sector servicios y el manufacturero en la eurozona es notable. Mientras que los servicios se mantienen relativamente estables, la industria manufacturera continúa enfrentando dificultades significativas. Esta divergencia plantea desafíos para los responsables de políticas económicas, que deben equilibrar las necesidades de ambos sectores en sus estrategias de recuperación y crecimiento.

En cuanto a otras economías clave, Japón se perfila con un crecimiento modesto del 0,1% en 2024, que se espera repunte al 1,1% en 2025. Por su parte, la India se destaca como un punto brillante en el panorama económico global, con proyecciones de crecimiento del 6,7% en 2024 y del 6,5% en 2025. Este robusto desempeño de la economía india se sustenta en una fuerte demanda doméstica, impulsada por el crecimiento de las clases medias y un aumento significativo tanto en la inversión pública como en la privada. La capacidad de la India para mantener este ritmo de crecimiento podría convertirla en un contrapeso importante frente a la desaceleración observada en otras grandes economías.


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