Telefónica y Telecom Italia se disputan el segmento móvil de la firma brasileña Oi, de cara aumentar su presencia en un país clave, aunque en realidad los analistas son cada vez más partidarios de una adquisición conjunta. Pese a que la posición de ambas operadoras europeas es receptiva, de hecho, Telefónica ha contratado a JPMorgan para estudiar la operación, parten con dos grandes inconvenientes: por un lado, la regulación y las leyes antimonopolio limitan una posible adquisición plena. Por otro lado, ambas compañías están caracterizadas por un endeudamiento excesivo que pone tope a los 4.000 millones de euros que deberían desembolsar. Por ello, la opción de una compra conjunta gana enteros.
Las restricciones regulatorias y los obstáculos antimonopolio es el principal punto en el que están trabajando ambas operadoras de cara a cerrar la operación. El principal problema es que tanto Vivo, filial de Telefónica, como TIM, la filial carioca de Telecom Italia, son dos de los grandes operadores del país, mientras que el segmento móvil de Oi se sitúa en cuarta posición, por lo que de cerrarla una solo resultaría una firma con una cuota de mercado que supera los límites que marca la ley. Hasta el momento, dicha frontera se ha ido incrementando, pero todavía no sería suficiente, por lo que obligaría a la empresa adquiriente a tener que vender, o buscar socios, parte de la sociedad. Una situación que sería más fácil en caso de compra conjunta.
El segundo gran punto que llevaría a ambas operadoras europeas a aunar fuerzas es la delicada situación financiera por la que atraviesan ambas. El precio de venta ya se conoce: 4.000 millones de euros, una partida excesiva para cualquiera de las dos. Tanto la italiana como la española llevan los últimos años inmersas en la venta de activos no estratégicos con la intención de reducir su alto volumen de deuda. En el caso de la española, asumir un movimiento de 4.000 millones de euros supondría dar un paso atrás de varios años en cuanto a la reducción de su apalancamiento, lo que tensaría más la situación con inversores y agencias de rating. La misma situación se produce para Telecom Italia que en sus últimos resultados presentó una deuda total de más de 30.000 millones de euros, prácticamente tres veces más de lo que cotiza.
Las finanzas de ambas no es un punto cualquiera, puesto que se va a celebrar una subasta de espectro de manera inminente en el país. Así, Oi pretende hacer un fuerte desembolso, de ahí la venta de su segmento de móviles, para lograr un ancho de banda importante que le permita alcanzar sus planes de negocio en los próximos años. Esto último, beneficia a Telefónica, también a Telecom Italia, porque les da la oportunidad de crecer en el mercado de líneas móviles, pero también les limita de cara a la licitación de ancho de banda en caso de actuar en solitario. En el caso del despliegue 5G de Alemania, la española pagó más de 1.100 millones de euros, por lo que no suele ser barato participar en las mismas.
Por último, confluye un último elemento clave para ambas: la competencia se ha movido obligando a ambas operadoras a hacerlo también para no perder comba en el país. En concreto, la filial brasileña de la firma latinoamericana America Móvil, cuya cabeza visible es el multimillonario Carlos Slim, Claro, adquirió Nextel Brasil afianzando su posición como líder en el mercado, de hecho, Claro posee ahora un 35% del mercado (el límite que marca la ley es del 40%) muy por encima de sus perseguidores que tienen: un 21% TIM y el 26% VIVO.
El problema de la adquisición del segmento móvil de Oi es que su rendimiento, frente al de resto de grandes operadoras en el país, es el más bajo a nivel de Arpu. Obviamente, si fuera más rentable no estaría en venta. Además, las pretensiones de la firma de expandir el ebitda entre 2019 y 2021 entre un 15% y un 20% no convence a los analistas, de hecho, «el consenso sigue siendo dudoso y exige un crecimiento anual bajo de un solo dígito», alertan desde Bloomberg sobre la firma brasileña.