A pesar de que cada vez se acerca más la fecha límite en la que Windows 10 dejará de ofrecer actualizaciones de seguridad, soporte técnico y correcciones de errores, una gran cantidad de empresas sigue aferrándose a esta versión del sistema operativo de Microsoft, negándose a dar el salto hacia el modelo más reciente. Esto parece ser una tendencia general, pues aunque el 88 % de los sistemas Windows 10 todavía pueden actualizarse al 11, solo el 18 % lo ha hecho hasta el momento, según ControlUp.
Teniendo en cuenta que actualmente Windows 10 sigue siendo la versión más dominante de este sistema operativo, con una participación de mercado del 65 % hasta julio de este año, frente al 30,83 % de la versión 11, lo mínimo que podemos hacer es preguntarnos a qué se debe el rechazo generalizado por parte de las empresas hacia esta actualización, la cual trae consigo mejoras en términos de seguridad y funcionalidad sumamente útiles para este tipo de entidades.
1Motivos por los que las empresas no se han pasado al Windows 11
Como resulta lógico, la mayoría de las organizaciones basan su funcionamiento interno en determinadas herramientas que dependen de software y hardware con características específicas; por ello, consideran que una actualización a la versión más reciente de Windows podría traer consigo problemas de interoperabilidad y demás inconvenientes relacionados con aplicaciones ya existentes.
Así que el temor hacia posibles fallos técnicos que provoquen interrupciones operativas, y el hecho de que consideran a Windows 10 como el sistema operativo ideal para el funcionamiento de todas sus herramientas, hacen que las empresas estén optando por extender lo máximo posible la presencia de este modelo en sus ordenadores, buscando aferrarse a lo que ya saben que funciona bien.