El 14 de septiembre entraba en vigor la nueva normativa de seguridad que afecta al pago con tarjeta tanto de manera electrónica como presencial en toda Europa. Ahora, cada banco debe pedir a sus clientes elementos adicionales de autenticación que pasan por más códigos de seguridad o reconcomiendo facial para comprobar que es el titular de la tarjeta.
La normativa se enmarca dentro de la PSD2 (Payment Services Directive), la segunda versión de la Ley que creó la Unión Europea en 2007 para regular la prestación de los servicios de pago y transacciones de pago electrónica.
La falta de preparación de comercios y entidades para adaptarse a la nueva regulación llevaba a la Asociación Europea de Banca a conceder, días antes de la entrada en vigor, un plazo para que los agentes implicado se adapten. Ahora, se espera una comunicación pública con la fecha exacta.
En este sentido, José Luis Zimmerman, director de la Asociación Española de la Economía Digital (Adigital) explicaba en un encuentro organizado por Visa, que las pequeñas y medianas empresas españolas son las más perjudicadas y la caída de ventas durante los primeros meses es una realidad.
A los comercios electrónicos “les hace falta mucha preparación todavía” y a las pymes más porque “les cuesta mucho vender fuera de España”. La nueva regulación «es necesaria», pero supone “una piedra más en el camino”.
LAS VENTAS CAERÁN HASTA UN 25%
El de Adigital destacaba que la primera consecuencia será una caída de ventas. “Cuando aparecen nuevos elementos y se complica el proceso de compra, la probabilidad de que la compra no se haga aumenta”. “Siempre que se incorporan nuevos métodos, impactan en la compra final”.
De manera que cifraba entre un 20% y un 25% esta caída, aunque matizaba que a medida que el consumidor se acostumbre “será menor”.
En este encuentro, Pilar Clavería, de la Asociación Española de Banca (AEB) destacaba que la segunda directiva “es más fuerte” porque la primera “no estaba pensada para un mundo digital”. Pero en España «el fraude es muy reducido» en comparación con otros países porque ya se habían adoptado muchas medidas de seguridad.
Los usuarios españoles son “muy dispuestos” a adoptar soluciones digitales. Pero reconocía la complejidad del comercio electrónico por la intervención de tantos intermediarios, que hace que “no todas las piezas estén alineadas”.
Por su parte, Andrea Fiorentino de Visa explicaba que el elemento más innovador de esta nueva normativa: la autenticación reforzada del usuario (SCA) “implica muchos cambios”. Y este periodo de flexibilidad es “fundamental” para no dejar a nadie atrás y menos a los comercios pequeños.
Zimmerman subrayaba que aunque se está discutiendo cuál es el periodo de adaptación necesario y los bancos centrales tienen que decidir respecto a esto, el periodo debería ser “a la par en toda Europa”. Algunos países europeos consideran que la moratoria ideal sería de 18 meses “y ese es el entorno adecuado”. Porque en su opinión, “debe ser lo más extensa posible”.
Desde la AEB consideraban que España puede estar preparada antes de ese plazo pero tiene en cuenta que hace falta un proceso de armonización con Europa “ y no hay que correr”.
EL SECTOR PIDE CONFIANZA
Los participantes en este encuentro pedían a los consumidores que normalicen la situación, ya que los nuevos métodos pueden parecer alarmistas y cuando un cliente va a hacer un pago con tarjeta en un comercio físico es posible que ahora le pidan el pin cuando antes no se pedía.
“Lo más grave” detallaba Clavería “es la desconfianza que se produce”. Por ejemplo, el pago a través de contactless hasta los 20 euros “hoy por hoy no se ha decidido modificar” pero una entidad lo puede hacer. Por ello, los consumidores «no tienen que volverse locos».
Desde Visa, Fiorentino señalaba que ahora mismo «estamos en el escenario ideal» ya que los bancos están adoptando las innovaciones, el consumo móvil es más seguro y los usuarios puedan disfrutarlo más. Y si a veces, a la hora de hacer un pago, el banco rechaza la tarjeta «hay que normalizarlo» porque habrá detectado un comportamiento anómalo.