Las dos compañías están bien situadas en los que promete convertirse en el 22@ de la capital de España. Tanto Telefónica como Indra cuentan con instalaciones -aunque no muy bien organizadas- en las inmediaciones de Julián Camarillo, lugar donde tanto las empresas como la administración local pretenden crear un hub tecnológico a la altura de Madrid. El objetivo de los empresarios de la zona es convertir este antiguo parque empresarial en un nuevo referente tecnológico. Todo gracias al paraguas de Madbit -compuesto por Meridia, Torre Rioja, Freo, GreenOak, Bouygues o Iba Capital, entre otras-.
Es un viejo sueño de la capital y un reto que todavía no ha sido capaz de conseguir la ciudad. Crear un distrito tecnológico es un anhelo para muchas compañías que al final terminan por desembarcar en Barcelona. La Ciudad Condal tiene -de momento- mejores condiciones para acoger a este tipo de empresas, pero Madrid quiere que esta situación cambie en los próximos años. La capital quiere convertirse en una alternativa real y ya se han dado los primeros pasos para conseguirlo.
Este objetivo está más cerca que nunca gracias a la colaboración público-privada. La nueva administración local, encabezada por José Luis Martínez-Almeida, se ha pronunciado en más de una ocasión sobre la importancia de crear este hub tecnológico en la capital. Por su parte, las empresas no sólo agradecen el apoyo, sino que han recogido el guante político a través de la asociación Madbit.
En este sentido, la zona de Julián Camarillo, situada al noreste de la ciudad es la favorita para poder albergar este castizo 22@. La gran ventaja es que desde hace años cuenta con una instalación de fibra óptica con una capacidad muy superior a la normal. Un requisito indispensable para instalar este distrito tecnológico. Las previsiones es que este futuro hub sea capaz de generar cerca de 600.000 metros cuadrados de oficinas. Un sector terciario que no es incompatible con la idea de barrio. De hecho, Madbit busca conseguir una mezcla entre los dos conceptos y solicita para ello un cambio en la imagen de la ciudad y un refuerzo de las actividades culturales de la zona.
El socio responsable de real estate de Meridia y presidente Madbit, Juan Barba, destaca que en la zona ya hay empresas tecnológicas como Indra o Telefónica, pero no de forma organizada. Las dos compañías han tomado una posición ventajosa en este nuevo proyecto urbanístico de Madrid. Aunque ambas son conscientes que es fundamental la implicación del gobierno local para que el hub funcione. De hecho, la principal necesidad de la zona es mejorar la movilidad y ordenar el territorio, especialmente en lo que a creación de párkings se refiere. Unas reclamaciones que su ‘hermano mayor’, el 22@ también solicita al Ayuntamiento de Barcelona. De hecho, hace pocos meses que demandan a Ada Colau ser reconocidos como barrio para poder tener alcance a nuevas líneas de transporte y dotaciones públicas.
En el polígono industrial de Julián Camarillo se proyecta el nuevo hub tecnológico de la capital
En la capital, el nuevo alcalde ya tenía claro el futuro de la zona de Julián Camarillo en la campaña electoral. «Es necesario crear polo de innovación tecnológica y digital en esta zona», afirmaba el ahora dueño del sillón de Cibeles. De hecho, el propio Martínez-Almeida fue quien primero se reunió con estos empresarios para estudiar las posibilidades de Madbit.
Un compromiso que el edil presentó en forma de promesas para la zona: una unidad integral de distrito, un centro cultural y deportivo en el barrio del Salvador, entre otras. Situaciones que permitirán crecer a este nuevo foco tecnológico de la ciudad. El objetivo de la administraciones es cambiar de manera drástica la imagen de este antiguo polígono industrial y posicionarlo a la cabeza de las empresas tecnológicas.
Por el momento, en la zona no sólo se asientan -aunque de manera desorganizada Telefónica e Indra– también lo hacen otras compañías del sector como Atos, IBM o Tecnocom. Poco a poco, el distrito comienza a tomar forma, aunque los propios empresarios reconocen que es un proyecto a desarrollar en no menos de diez años. Lo importante es que la sintonía entre lo público y lo privado ahora sí que permite a Madrid soñar con tener un nuevo polo tecnológico en la ciudad.