Imaginemos por un momento que somos un banquero, pero no uno cualquiera sino de esos con corbata firme y peinado engominado, y observamos que por cada 100 euros de dinero que vendemos (porque el banco es similar a una tienda, pero que vende capital que habría que devolver) nos puede generar o 2,26 euros o bien 8,18 euros, no creo que haga falta preguntar a cuál le pondríamos más empeño en vender. En esas está el sector bancario en este momento, en hacerse el mayor hueco posible en el mercado de créditos al consumo, con bajadas de precios y fuertes ofertas, que han vuelto a llevar su volumen hasta niveles de 2006.
La banca ya tiene el objetivo marcado: «En la actualidad, nos enfocamos en gente joven, que no pise la oficina bancaria, que no tenga apenas dinero ahorrado y que en poco tiempo necesite un crédito al consumo», explican fuentes del sector relacionadas con la captación de nuevos clientes para distintas entidades de crédito. Una posición, además, que en un primer momento buscaban firmas con más predilección por este tipo de créditos, como Caixabank, pero que a medida que la política monetaria se ha hecho más restrictiva ha empujado a otras entidades más tradicionales.
Los nuevos gustos de la banca, atrás han quedado los regalos (que iban del juego de sartenes a lo último en televisores) por atraer la nómina o tus depósitos, buscan una doble ventaja para su cuenta de resultados: por un lado, reducen los costes, al limitar el coste por el exceso de depósitos (por el que el BCE les cobra un 0,4%, mientras ellos no pueden repercutírselo a dichos clientes) y al reducir el uso de las oficinas. Por otro lado, la generación de créditos al consumo les permite generar crédito más fácil, las restricciones y regulación del mismo es mucho más laxa, y con un diferencial más alto para campear el temporal, que cada vez tiene más visos de quedarse.
Todo ello, ha añadido más presión a un sector de por sí competitivo como el de créditos al consumo, dado que no solo la banca ha pisado el acelerador, sino que cada vez hay más actores financieros. De hecho, el valor total de los mismos en los últimos años ha escalado con fuerza hasta los 192.731 millones de euros, según datos del Banco de España que recoge Bloomberg en uno de sus últimos informes. Con ello, la cifra supera a la que se registró en el verano de 2006, mientras que se acerca con cierta velocidad a las que alcanzó en plena crisis de crédito en el 2012, cuando sumaba 197.000 millones.
El impulso de este tipo de créditos por parte de la banca se puede apreciar si se va más al detalle de los mismos, ya que los que han crecido con más fuerza en los últimos meses han sido aquellos que se dan a menos de un año. En concreto, los mismos se han disparado a su nivel más alto desde verano de 2010 superando los 35.000 millones de euros, lo que representa un 18,2% del total, tres puntos más alto que la media en la Eurozona. Aunque el mayor volumen lo siguen ocupando aquellos superiores a cinco años, que representan algo más de un 58% del total, muy por encima del 49,5% que representan en el resto de países europeos.
El avance continuado de los créditos al consumo no tiene reflejo, por ejemplo, en la evolución del volumen de hipotecas concedidas que sigue cayendo con fuerza. Así, el valor total de las mismas descendió hasta los 512.000 millones de euros, según Bloomberg, lo que supone un 1,15% menos que hace un año y hasta un 8,7% menos que hace cinco años. Además, la situación se podría agravar en los próximos meses, o años, dado que a partir de octubre entra en vigor un nuevo índice de referencia para los créditos que sustituirá el euríbor cuyo nombre es €ster. Aunque en principio todavía no se conocen todos los detalles sobre su implantación, su puesta de largo abaratara todavía más los precios, puesto que se situaría en torno al -0,5% frente al -0,3% actual.