Reed Hastings y Marc Randolph fundaron Netflix en 1997. Tras saltar al parqué en 2002, su capitalización bursátil actual (120.826 millones de euros) supera a la suma de todos los bancos españoles cotizados (118.179 millones de euros).
Esta comparativa ofrece dos visiones. Por un lado, la confianza de los inversores en el negocio de Netflix. Por el otro, el revés sin freno al que se están viendo sometidos los bancos españoles en Bolsa sin excepción. Las ocho entidades cotizadas en la Plaza de la Lealtad acumulaban una caída media superior al 20% entre enero y agosto de este año. La más castigada, Unicaja.
La política de tipos negativos del Banco Central Europeo, la desaceleración económica del Viejo Continente, la incertidumbre política en España (que pregunten a Bankia) y la baja rentabilidad del sector asociada a la deriva monetaria del BCE han formado una tormenta perfecta. Dentro de ella, los bancos españoles buscan medidas que aplaquen la dureza de las caídas. Transformación digital, reducción de costes y experiencia de cliente forman los mantras que más repiten sus directivos.
En el caso de Santander, a estos factores se une la diversificación geográfica con América como motor de crecimiento. Esto ha hecho posible que la capitalización bursátil de la entidad presidida por Ana Botín (58.687 millones de euros al cierra del 12 de agosto) sea mayor que la suma del resto de bancos cotizados nacionales. La diferencia es tal que BBVA, segundo en la clasificación (29.578 millones de euros), apenas alcanza la mitad.
La crítica cotización de los bancos españoles y europeos contrasta con sus colegas norteamericanos. Fueron los primer en sufrir la crisis subprime. Algunos desaparecieron, de hecho. Sin embargo, la manera de actuar de políticos, directivos y reguladores ha sido totalmente diferente. Como ejemplo, la capitalización bursátil de JP Morgan (cerca de 315.000 millones de euros a cierre del viernes) casi representa el tres veces más que todos los bancos españoles. De la misma manera se pueda hablar de Bank of America (235.000 millones de euros) o Citigroup (133.000 millones de euros).
Los analistas siempre acuden a las “perspectivas de futuro” para argumentar las tendencias de los valores. Positivas, alcistas; negativas, bajistas. Netflix y bancos reflejan dos modelos de negocio, lo tradicional que lucha por adaptarse con lo nuevo que rompe con el mercado establecido.
El palo a los bancos españoles ha llegado este lunes por parte de Credit Suisse. La firma ha rebajado las valoraciones que asigna a Unicaja, CaixaBank, Sabadell y Bankia, lo que ha llevado al sector a colocarse entre los valores con peor comportamiento de la Bolsa de Madrid en la jornada de este lunes. La entidad suiza ha decidido adoptar una actitud más conservadora sobre la banca debido fundamentalmente a su mayor sensibilidad al entorno de bajos tipos de interés. No obstante, ha destacado el «gran trabajo» realizado en la limpieza de balance y ha asegurado que mantienen unos niveles de capital «cómodos».
NETFLIX, UN NEGOCIO CON DUDAS
No todo son luces en el mundo Netflix. La plataforma de contenido en streaming redujo su beneficio un 29,6% en el segundo trimestre, hasta situarse en 270,6 millones de dólares (241,3 millones de euros). La compañía con sede en Los Gatos (California) argumentó que estas cifras se deben al impacto negativo de los intereses financieros. Por otro lado, los ingresos avanzaron un 26%, hasta alcanzar los 4.923 millones de dólares (4.389,2 millones de euros).
La deuda a largo plazo de Netflix también creció un 22,2%, hasta situarse en 12.594 millones de dólares (11.228 millones de euros). Además, sin tener en cuenta lo recaudado por emisión de deuda y acciones, Netflix cerró el segundo trimestre con un flujo de caja negativo de 543,7 millones de dólares (484,7 millones de euros), un 5% más que el ‘rojo’ contabilizado en el mismo periodo del año anterior.
El problema es que la economía de escala propuesta por la plataforma está llegando a su límite, los costes del producto (los de coordinación) comienzan a crecer, frenando el crecimiento de la firma. Esto provoca que Netflix o bien gaste menos en contenidos (cosa que no va a hacer) u opte por subir los precios (que va realizando de manera cíclica, pero que no es suficiente).
Más que los resultados financieros, el mercado tomó como una señal de alarma la ralentización en el crecimiento de suscriptores. La firma norteamericana había previsto un aumento global de cinco millones. La realidad quedó lejos. En el segundo trimestre de 2019 se unieron a Netflix 2,7 millones de suscriptores en todo el mundo, algo más de la mitad de lo anunciado.
En concreto, el número de suscriptores de pago a 30 de junio fue de 151,6 millones en todo el mundo, frente a los 148,8 con los que contaba al cierre del primer trimestre. Esta subida se debió, según la compañía, sobre todo al incremento en los mercados internacionales. Fuera de Estados Unidos obtuvo 2,82 millones de suscripciones netas adicionales en el segundo trimestre. En el país que le vio nacer, por el contrario, registró una pérdida neta de 126.000 suscriptores. Netflix no perdía clientes de pago en su mercado doméstico desde 2011.
Las acciones de Netflix cayeron un 11% el día de la presentación de resultados relativos al segundo trimestre. La cotización de la compañía estadounidense se encuentra en un canal bajista a corto plazo. Aunque al reducir el zoom la revalorización de sus títulos ha dado muchas alegrías a sus accionistas en los últimos diez años.