La petrolera argentina YPF ha sufrido un batacazo en sus resultados que dará alas al discurso privatizador del presidente del país, Javier Milei. La compañía ha registrado pérdidas por valor de 1.312 millones de dólares (1.203 millones de euros) en el año 2023, que contrastan con el beneficio de 2.228 millones de dólares (2.044 millones de euros) que alcanzó en el año anterior. La venta de yacimientos se convierte así en el último recurso de la energética sudamericana para ‘salvar los muebles’.
Las cuentas comunicadas por YPF a sus inversores en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires y en la Bolsa de Nueva York (NYSE) reflejan un descenso interanual del 7,7% en los ingresos, que se quedaron en 17.311 millones de dólares (15.883 millones de euros). La empresa ha atribuido el desplome a los menores precios de los combustibles y otros productos refinados, petroquímicos y fertilizantes; así como a la severa sequía de la primera mitad del año, que impactó en la exportación de granos y harinas.
Con todo, la cifra de negocio se ha visto parcialmente compensada por la reanudación de exportación de crudo Medanito a Chile y por la mayor demanda local de combustibles, en particular, la gasolina.
LA COYUNTURA ‘DESCOYUNTA’ LOS BALANCES DE YPF
Como consecuencia de la evolución negativa de variables macroeconómicas a lo largo del año, tales como la inflación, los salarios y la devaluación, y sumado a un aumento general de la actividad en todos los negocios, los costes se han incrementado en un 1,2% interanual, hasta los 13.853 millones de dólares (12.711 millones de euros).
El resultado bruto de explotación (Ebitda) alcanzó los 4.058 millones de dólares (3.723 millones de euros), lo que supone una cifra inferior en un 18% a la de 2022. Esto se debe a menores precios locales de combustibles medidos en dólares, una tendencia bajista en los precios de otros productos refinados y mayores costos operativos. No obstante, la cifra de Ebitda se ha visto parcialmente compensada por una expansión en niveles totales de producción y procesamiento y el nuevo régimen cambiario para exportadores.
YPF también ha cerrado 2023 con un resultado operativo en negativo, por importe de 1.248 millones de dólares (1.145 millones de euros) frente a los ‘números verdes’ de 2022 de 2.482 millones de dólares (2.277 millones de euros).
LA COMPAÑÍA ATRIBUYE EL POBRE BALANCE DE 2023 AL PROCESO DE REVALUACIÓN CONTABLE DE LOS 55 YACIMIENTOS QUE PONDRÁ A LA VENTA EN LAS PRÓXIMAS SEMANAS
Las inversiones en 2023 ascendieron a 5.684 millones de dólares (5.215 millones de euros), un 36% más interanual, superando el objetivo inicial del año como consecuencia de mayores costos medidos en dólares, y alcanzando la actividad prevista inicialmente.
Finalmente, la deuda neta ha escalado en un 13% en comparación con el cierre del año 2022, totalizando un importe de 6.803 millones de dólares (6.242 millones de euros).
YPF AFIRMA QUE SUS CUENTAS ESTÁN CONDICIONADAS POR LA FUTURA DESINVERSIÓN
Este resultado negativo ya había sido anticipado por la compañía, que afirma que las millonarias pérdidas se producen como consecuencia, principalmente, de haber revaluado contablemente (impairment) los 55 ‘campos maduros’ que pondrá a la venta en las próximas semanas. Según un comunicado publicado por la empresa, esa nueva estimación le ha restado unos 1.800 millones de dólares (1.652 millones de euros) al balance final de 2023.
En terminología petrolera, la expresión ‘campo maduro’ se refiere a aquellos yacimientos que ya han alcanzado su pico máximo de producción y entran en una fase de declive. Su proceso de venta por parte de YPF forma parte de un «plan de racionalización» que busca «optimizar el portafolio del upstream convencional, permitiendo a la empresa continuar desarrollando las áreas convencionales y no convencionales que aportarán mayor rentabilidad a la compañía y sus accionistas por dólar invertido», explica el comunicado.
EL COMPLICADO RETORNO A LA ESFERA PRIVADA
La historia de YPF es inseparable de su período de ‘matrimonio’ con la española Repsol, que llegó a un abrupto divorcio con la expropiación dispuesta por el Gobierno de la peronista Cristina Fernández de Kirchner. El Ejecutivo de Kirchner declaró de utilidad pública la petrolera argentina en abril de 2012, arrebatándosela a la compañía española por una exigua indemnización de 5.000 millones de dólares (casi 4.600 millones de euros al cambio actual).
La gestión estatal de YPF ha sido un rosario de polémicas, agravado en septiembre del año pasado con la derrota en el pleito contra el fondo Burford Capital, que supuso para Buenos Aires una condena de 16.000 millones de dólares (casi 15.000 millones de euros) por irregularidades en el proceso de expropiación. Los pobres resultados reportados ahora por la compañía suponen un clavo más en el ataúd de su etapa como ente público.
Todos estos problemas han dado alas al discurso privatista del recientemente elegido presidente argentino, Javier Milei, quien no oculta su intención de reducir al mínimo la presencia pública en el tejido productivo, incluida YPF. «Todo lo que pueda estar en manos del sector privado, lo va a estar», ha dicho.
Hacer caja con la petrolera será, sin embargo, una tarea difícil. Las provincias productoras de petrolíferos, que poseen el 24% de las acciones de YPF, tendrán que dar el visto bueno a la iniciativa, la cual, además, ha tenido que ser suspendida ante las presiones políticas sobre Milei.