El petróleo aún no da miedo, pero camina sobre el alambre: Bank of America (BofA) estima que la volatilidad en el precio del hidrocarburo seguirá condicionando un mercado sumido en el vórtice de influencias de la política monetaria, la dosificación productora y la inestabilidad de las rutas de suministro. Con el crudo ya muy al norte de los 80 dólares por barril (la nueva ‘barrera psicológica’), el período de contención bien podría haber tocado a su fin.
Hace ya dos años, Moscú abrió la caja de pandora energética cuando los tanques del Kremlin cruzaron la frontera ucraniana. El barril de petróleo se disparó por encima de los 100 dólares y, con una crisis económica encima, Occidente reaccionó: la UE aceleró su diversificación renovable exprés y Estados Unidos redescubrió el esquisto como vía de independencia de los caprichos de la OPEP. Los resultados fueron extraordinarios, con el crudo viajando al sur de los 75 dólares; quedó claro que no estamos en los 70 y las petromonarquías de Oriente Medio ya no tienen la misma capacidad de desmantelar la economía. Este esperanzador panorama, sin embargo, se está oscureciendo poco a poco.
BOFA TEME POR LA INESTABILIDAD GEOPOLÍTICA Y LOS TIPOS
El análisis de BofA parte de la tendencia al alza observada desde principios de diciembre, prácticamente coincidente con el brutal conflicto de Gaza y su posterior internacionalización. «El petróleo ha seguido la tendencia observada en otros mercados energéticos y se ha recuperado, subiendo durante unas 10 semanas gracias a los recortes de la OPEP+ y a un panorama geopolítico cada vez más complejo» -exponen los especialistas del banco- «Para ser justos, los mercados del petróleo siguen bastante dislocados, con cadenas de suministro mucho más largas, ya que los buques se ven obligados a seguir nuevas rutas».
En efecto, las arterias comerciales del crudo sufrieron un duro golpe con la piratería de los hutíes de Yemen en el mar Rojo, directamente vinculada al avispero de Gaza. Con todo, el precio de los productos finales que consume la población (gasolina y energía) sigue sin desbordarse, en comparación con «la gran crisis del gas y la electricidad de 2022», pero BofA teme que a la Reserva Federal estadounidense (Fed) se le ‘vaya la mano’ con la relajación de la férrea política monetaria que ha llevado hasta ahora, empujando al alza el petróleo.
«En caso de relajación de la política DE TIPOS DE INTERÉS ALTOS, creemos que la presión a la baja sobre los precios de la energía probablemente se invertiría si se mantieneN LOS RECORTES A LA PRODUCCIÓN de la OPEP+»
Bank of America (BofA)
«Tanto el mercado de renta fija como nuestros economistas siguen esperando recortes significativos de los tipos de interés este año. Con la moderación de los precios del petróleo, ¿Cuánto margen tiene la Reserva Federal para recortar los tipos?» -plantean los expertos de BofA- «En caso de relajación de la política monetaria, creemos que la presión a la baja sobre los precios de la energía observada en los dos últimos años probablemente se invertiría si se mantiene la disciplina de la OPEP+».
A principios de este mes, la OPEP+, formada por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y su ‘círculo exterior’, encabezado por Rusia, mantuvo el recorte a la producción vigente desde principios de 2023 -cuyo alcance real es de dos millones de barriles al día (mb/d), según fuentes externas a la organización-, destacando la «fuerte cohesión» entre los países miembros y su disposición a tomar medidas adicionales en cualquier momento. Esta estrategia del cártel y sus socios está dirigida a evitar un excedente en la oferta global del crudo, creando un contrapeso ante la pujante competencia de los productores externos a la organización, como EEUU o Guyana.
«LA PRESIÓN EJERCIDA POR LAS SANCIONES DE EEUU A PAÍSES PRODUCTORES, EL AUMENTO DE LAS RENOVABLES Y LAS SUBIDAS DE LOS TIPOS DE INTERÉS HAN OBLIGADO A LA OPEP+ A RECORTAR LA PRODUCCIÓN PARA ESTABILIZAR LOS MERCADOS»
Bank of America (BofA)
«Las medidas políticas clave de la Administración Biden sobre Rusia, Irán y Venezuela, el aumento de la producción de esquisto en EEUU, junto con el clima cálido y el aumento de las energías renovables, así como las fuertes subidas de los tipos de interés por parte de la Fed y el Banco Central Europeo (BCE), han obligado a la OPEP+ a recortar la producción de petróleo en repetidas ocasiones para estabilizar los mercados», continúa el informe de BofA.
En la entidad financiera consideran que, aunque han confluido muchos factores para estabilizar los precios del petróleo en la reciente horquilla de los 80 dólares, la inestabilidad seguirá siendo un ingrediente en un mercado que por naturaleza es permeable a la realidad geopolítica: «La volatilidad implícita del petróleo ha empezado a converger con una volatilidad real moderada en los mercados energéticos mundiales».
GOLDMAN AVISA: AL PETRÓLEO LE QUEDA MUCHA CUERDA
Otro ‘gallo’ en el corral de las finanzas mundiales, Goldman Sachs, también ha dicho ‘esta boca es mía’ respecto a los nubarrones que se divisan en el futuro del precio del crudo. En concreto, preconiza que a pesar de la transición energética, al ‘oro negro’ aún le quedan muchas guerras que ganar, mucha industria que alimentar y muchos motores que mover.
El jefe de investigación petrolera de la entidad, Daan Struyven, cree que, incluso con el aumento de la energía renovable, es poco probable que el pico histórico de la demanda global de crudo llegue pronto. «La demanda mundial de petróleo alcanzó un máximo histórico en 2023, impulsada en gran medida por un fuerte crecimiento secular en los mercados emergentes», recuerda Struyven. El experto señala a los «aproximadamente 7.000 millones de personas» de países en vías de desarrollo que utilizan un promedio de solo tres a cuatro barriles per cápita por año. «Eso es mucho menos que los 14 barriles anuales utilizados por los consumidores en Europa Occidental, Estados Unidos, Canadá y Japón».
Por esta razón, Struyven anticipa que «la demanda total de energía seguirá creciendo significativamente». Una demanda en la que las fuentes «tradicionales», como el petróleo, y las renovables se complementarán mutuamente «para satisfacer esas crecientes necesidades energéticas». La consecuencia está en el abecé de la economía: si sube la demanda, también el precio.