En el sector eléctrico cada vez se reconoce, con mayor o menor agrado, que existe una preocupación por la entrada de nuevos actores. La inquietud, que se extiende también por toda Europa, tiene un nombre propio en España que turba a los directivos de las grandes firmas: Repsol. Aunque eso sí, la firma presidida por Antonio Brufau no es una amenaza actual por su crecimiento en el número de clientes o activos, donde prosigue acumulando activos más lento de lo que al mercado le gustaría, sino por su pulmón económico y financiero en lo que será más una carrera de larga distancia que un sprint a pocos metros.
«El problema no son los clientes que haya ganado, todavía tenemos entre diez y doce veces más y nuestro objetivo en España es mantenernos no crecer, sino que tiene capacidad financiera suficiente como para comprarse todas las renovables que se pongan en marcha en España en los próximos años», ejemplifica (grosso modo) un directivo de una de las grandes compañías eléctricas a MERCA2. En el mismo sentido se explica a este periódico otra fuente del sector sobre la capacidad económica de Repsol, como una de sus grandes bazas para abrirse paso en un sector en el que va a primar, más que en ningún otro, el bolsillo en los próximos años.
La versatilidad económica de Repsol frente a sus nuevos rivales, de cara a próximos años, se puede comprobar fácilmente gracias a las últimas cuentas presentadas. Por un lado, se podría pensar que las eléctricas están en clara competencia frente a la petrolera por el hecho de que tienen experiencia y ya tienen activos renovables propios, no deben adquirirlos, pero salvo Iberdrola (el gran tenedor de energía hidráulica en España, y ya es capaz de abastecer la mitad de sus compromisos con renovables) el resto tampoco tiene tantos cuerpos de ventaja. De hecho, Naturgy apenas ha comenzado a invertir con ciertas garantías en Renovables, y, por su parte, Endesa generó un 70% de su electricidad en España gracias al carbón y a la nuclear.
Aunque se puede ir más allá, ya que la capacidad de inversión, compra de activos renovables, de una compañía se puede ver a través de una serie de partidas fundamentales en las cuentas de cada compañía como son: la caja disponible y su relación con la deuda neta, la generación de caja y los activos que se posee en balance. En una comparación más o menos simple, sin entrar a valorar en profundidad el efecto del apalancamiento (que genera valor cuando la rentabilidad financiera, ROE, es superior a la económica, ROI, lo que significa que el coste medio de las deudas de la empresa es inferior a la rentabilidad económica que obtiene), dichas partidas comprenderían los pilares de cualquier política expansiva de inversión.
En primer lugar, el elemento más visible para comprar algo, desde un coche a una casa a un parque eólico, es el dinero que se tiene en ese momento o en su defecto la capacidad de que te presten ese dinero. En este punto, Repsol cuenta con una ventaja principal, y es que salvo episodios muy puntuales de fuertes inversiones, como con Talismán, el hecho de depender del volátil precio de una materia prima, el petróleo, ha generado una conciencia de baja deuda (para que no tengan muchas oscilaciones sus resultados) y alta liquidez disponible, que no tienen las eléctricas acostumbradas a más deuda y amortizaciones más largas.
REPSOL ASUSTA CON SU PULMÓN FINANCIERO
Así, las últimas cuentas disponibles de la petrolera mantenía más de 4.300 millones en efectivo y otros instrumentos, mientras que los que podrían ser sus competidores se quedan lejos: Naturgy mostró 3.400 millones y Endesa apenas 450 millones. Eso por un lado, por el otro Repsol también enseña un mejor apalancamiento neto respecto a ebitda, a más bajo más facilidades para financiarse y a menos precio, ya que mostró a finales de 2018 un apalancamiento reducido de tan solo 0,39 veces, por las 3,7 veces de Iberdrola (que acumula 10 veces más de deuda que la petrolera), 3,6 veces Naturgy y Endesa con 1,8 veces.
En segundo lugar, colocaríamos el número de activos que tienen estás empresas y, quizás más importantes, sus características, ya que se pueden desprender de ellos con los que generar dinero para inversiones posteriores o utilizarlos de avales (los denominados colaterales). En este apartado, no hay ninguna que pueda hacer siquiera sombra a Iberdrola con más de 113.000 millones de activos totales en balance, pero en segundo lugar aparecería Repsol con 62.000 millones y muy por detrás, Naturgy con unos 41.000 millones y Endesa con 32.000 millones. Además, el problema es que los activos de las dos últimas, sobretodo carbón y nuclear, pierden valor muy rápido (se van a cerrar con inmediatez), mientras que los petroleros todavía mantienen un valor importante (la electrificación de toda la flota de automóviles apenas eliminaría un 15% del uso del crudo).
Por último, seguramente la más importante, la generación de efectivo que tienen las compañías, esto es el dinero contante y sonante que obtienen de la explotación de sus activos, que es vital porque genera recursos libres para inversiones (también para los accionistas) en los siguientes años, ya que los del propio año se cubren con los de inversión. En este aspecto, ninguna de las grandes eléctricas ha ido generando una mayor cantidad que recursos en los últimos años que Repsol que a finales de 2018 sumó 1.464 millones. Por su parte, Iberdrola logró 1.237 millones, Naturgy 1.073 millones y Endesa 995 millones. Aunque la diferencia es todavía mayor si añadimos 2017, así: Repsol obtuvo 3.740 millones (gracias a importantes desinversiones), Endesa 2.355 millones, Naturgy 2.067 millones e Iberdrola (que en 2017 tuvo que contar con flujos negativos por las inversiones) se quedó en 354 millones.
En definitiva, a la vista queda que el potencial de Repsol para orientarse al sector energético es muy alto, dado sus recursos frente a sus competidores, y, por tanto, que el miedo y las inquietudes que muchos directivos han empezado a mostrar en privado es real. Además, se le debe añadir que tiene una ventaja amplia en uno de las nuevas vías de negocio que se abrirá próximamente, los coches eléctricos, ya que su amplia red de gasolineras le ofrece un tamaño contra el que no puede competir ninguna, como reconocen abiertamente las firmas eléctricas que han optado por alianzas.