A veces se trata de engañar al seguro. En otras, es simplemente desconocimiento de la póliza que se tiene contratada. Pero, lo cierto, es que las compañías aseguradoras se enfrentan cada año a situaciones surrealistas, cómicas, o fuera de lo común atendiendo al hecho reclamado, al entorno, o a la reclamación en sí. Mutua Madrileña lo ha sentido en sus carnes.
El Defensor del Mutualista, del Asegurado y del Cliente de la compañía resolvió un total de 36 reclamaciones durante 2018, algunas de ellas de lo más ‘sugerentes’. Por ejemplo, una relacionada con el timo del tocomocho. Por muy extraño que parezca, todavía se sigue desarrollando. Consiste en que una persona se acerca a otra, en un lugar con mucha afluencia de gente, y le dice que tiene un premio de lotería premiado pero que le urge tener el dinero, por lo que, si le ofrece una cantidad menor, se lo da a cambio. Pues bien, en pleno siglo XXI, un cliente de Mutua Madrileña acudió a la compañía porque su póliza de seguro incluía una cobertura de pérdidas sufridas fuera del hogar por atraco o expolio. Mutua le contestó que no podía asumir la estafa “por falta de los elementos de violencia o intimidación requeridos por el condicionado de la póliza”.
El Defensor del Mutualista de la aseguradora resolvió un total de 36 reclamaciones en 2018
Otro caso fue el que se podría denominar como el airbarg del badén. Sucedió cuando un airbag saltó al pasar por un badén ocasionando desperfectos o daños al vehículo. ¿Accidente o avería? Lo cierto es que el mecanismo se activó mientras el coche circulaba normalmente, sin haberse producido colisión alguna. ¿Causa? Una posible avería del sensor. Al no ser producido por una causa exterior, Mutua Madrileña estimó que quedaba fuera de cobertura.
¿Un tercer caso? Vamos al seguro del Hogar. El contrato firmado decía que se excluían de la cobertura en caso de robo “los objetos que se hallen fuera de la vivienda, como azoteas, patios, jardines… o en dependencias anexas que carezcan de cierre privativo”. La persona reclamaba la sustracción de elementos ornamentales en un jardín. Mutua Madrileña la rechazó.
MUTUA MADRILEÑA Y SU ‘MEA CULPA’
Varias son las circunstancias que pueden llevar a un asegurado a mostrar su disconformidad con la actuación de la aseguradora. El campo abarca desde la conclusión del contrato, la prima o cuota anual, las bonificaciones por no siniestralidad, averías y accidentes, ámbitos de la cobertura, la declaración de siniestro total…
En este último apartado, son varias las resoluciones que se tienen en cuenta para calcular el valor económico del vehículo. Además, otro punto que se tiene en cuenta es que el siniestro no puede ser ocasión de enriquecimiento para el asegurado. ¿Un ejemplo de esto último? A un asegurado le forzaron la cerradura de la puerta delantera izquierda de su coche, quitándole los asientos delanteros y traseros, el reposabrazos central delantero, el cargador de CDs, el navegador y otras piezas. Mutua Madrileña quiso repararle los desperfectos. Lo rechazó, así como el abono de los gastos. El asegurado propuso una indemnización a tanto alzado. La compañía acabó declarando el coche siniestro total.
No siempre es el asegurado quien puede cometer errores que pueden incidir en la resolución final del conflicto entre las partes. A veces, es la propia compañía la que no acaba haciendo bien los ‘deberes’ y acaba reconociendo su ‘mea culpa’, zanjando la cuestión a favor del asegurado. “Aunque la solución correcta hubiera sido otra, sin embargo se había producido una situación anómala provocada por la propia aseguradora que había incurrido en un error de interpretación”, reconocen en Mutua Madrileña.
¿Más ejemplos? Un robo de un ordenador portátil, videojuegos, cámara de fotos, videocámara… La póliza de Mutua Madrileña especificaba que estos aparatos no eran mobiliario, por lo que negó el derecho a la indemnización. Misma situación se dio en el robo de una mochila que en su interior tenía un ordenador portátil y un pendrive. También quedaron fuera de cobertura las humedades debidas a filtraciones por capilaridad del terreno, la falta de sellado y lechada en una bañera con los escudos de la grifería, un aire acondicionado tumbado por el viento, o una bicicleta sustraída en un garaje comunitario. En definitiva, y si no quiere acabar litigando con su compañía de seguros, sepa bien que es lo que ha contratado con ella.