La petroquímica Ineos y la petrolera Total han dado el salto al ciclismo en 2019, tras adquirir los antiguos Sky y Direct Energy respectivamente. Una práctica que se ha convertido en habitual en los últimos años: los grandes magnates del petroleo se inmiscuyen en las dos ruedas y en la imagen medioambiental que genera para lavar el rostro de sus oscuros negocios. Orica, que abandonó su lugar hace dos años, coqueteó con estas prácticas hasta centrarse en la explotación minera. Bahrain-Mérida, equipo de Nibali, es uno de los caprichos del criticado Príncipe de Bahréin.
LA POLÉMICA INCURSIÓN DE INEOS EN EL CICLISMO
El presente Tour de Francia ha sido el escaparate de presentación idóneo para Ineos, el nuevo propietario del antiguo equipo Sky. El nuevo sponsor, que lució en los maillots de sus figuras por primera vez en el Tour de Romandía, ha desembarcado para el gran público en París. Una empresa que puede pasar desapercibida en España, pero que en Reino Unido conocen bien. Sobre todo porque su dueño, Jim Ratcliffe, fue designado por la revista Forbes como el hombre más rico de Gran Bretaña, con una fortuna de en torno a 24.500 millones de euros.
De ahí que la operación de saltar al ciclismo no le haya supuesto demasiado. Ineos se mantendrá como el equipo con mayor presupuesto, con entre 35 y 40 millones anuales. Una cifra con la que sostener la hegemonía de Froome y compañía y, de paso, limpiar la ‘sucia’ imagen que esta empresa se ha labrado en los últimos años. Y no precisamente por sus números, donde Ratcliffe ha demostrado moverse como nadie. El magnate fundó la empresa británica en 1998, cuando absorbió la entidad belga Inspec por 120 millones de dólares. Ahora Ineos tiene un valor estimado de 47.000 millones de dólares, según apunta la BBC.
La petrolera Ineos tiene 181 operaciones abiertas en 22 países diferentes. Su valor es de 47.000 millones de dólares y emplea a 18.500 trabajadores
El problema radica en las operaciones que lleva a cabo Ineos y que provocó que miles de personas clamaran contra Ratcliffe en el pasado Tour de Yorkshire. Ineos, básicamente, se encarga de inyectar gases contaminantes a presión para provocar pequeños terremotos que resquebrajan las rocas y permiten extraer con facilidad gas y petróleo. En sus inicios, la empresa británica compró más de 20 compañías, como BASF (fabricante de productos químicos) o similares como Dow Chemical de EEUU e ICI. Más recientemente ha sumado a su núcleo el Sistema de Oleoductos Forties de BP que distribuye el 40% del petróleo y el gas del Mar del Norte de Reino Unido. A estos negocios habría que sumarle la enorme inversión (casi 900 millones de dólares) que Ineos ha realizado en fracking (técnica para aumentar la extracción de gas y petróleo del subsuelo).
Unas prácticas con las que Ineos se ha ganado el acoso de los ecologistas en la última década. Ahora la entidad británica da el salto a las dos ruedas, un símbolo medioambiental, de una sociedad sana, que no ha convencido a sus detractores. Los críticos han tachado de hipócrita a Ratcliffe, que tras anunciarse el acuerdo alabó a la bicicleta como solución a las emisiones de CO2. “Sirve para acabar con los atascos y la contaminación. Es un honor para mí asumir la responsabilidad y patrocinar a un equipo así”, exclamó el magnate. Su polémica incursión ha copado los focos en el Tour de Francia, donde su equipo no marcha demasiado bien. Si Bernal o Geraint Thomas no consiguen imponerse en la general, el equipo quedará muy lejos de los 800.000 euros que se embolsó el Sky el pasado año en la ronda gala.
LA PETROLERA TOTAL TAMBIÉN DA EL SALTO A LAS DOS RUEDAS
El ejemplo de Ineos es quizás el más llamativo, pero no el único. Recientemente la petrolera Total se ha hecho con el patrocinio del antiguo Direct Energy, empresa a la que absorbió recientemente. Esta compañía, francesa, ha participado en diversas operaciones dentro de su sector. El pasado año invirtió más de 1.000 millones de euros, de la mano de Sonatrach (la empresa más grande de Argelia), en una planta de petroquímicos al oeste de Argelia. Su incursión en el ciclismo se ha producido en este 2019 y ha dado cierto aire a un equipo que desde el año 2000 ha permanecido con el futuro incierto, con un sucesivo cambio de sponsors. De momento, pese a la presencia de Calmenaje (su mayor figura), no han conseguido un solo triunfo de etapa en lo que va de Tour.
BAHREIN Y ORICA, OTROS EJEMPLOS
Igual que el magnate de Ineos, el príncipe de Bahréin, Sheij Naser Bin Hamad al Jalifa, decidió darse un capricho en 2017 e irrumpir en el ciclismo. La sombra persigue a este hombre sano y deportista, fan de las bicicletas, al que la oposición acusa de haber endurecido el régimen del país con arrestos y denuncias. Y por supuesto, está el hecho irrefutable de que Bahréin es un país petrolero. La apuesta del príncipe ha sido seria, ya que entró en 2017 con un presupuesto de alrededor de 17 millones de euros, por encima de la media de equipos de la máxima categoría, suficiente para contar con ciclistas de la magnitud de Nibali.
Orica irrumpió antes, aunque hace dos años que abandonó el ciclismo. Entonces ocupaba el lugar que ahora ostenta el Michelton-Scott, un equipo de renombre en el que figuran los hermanos Yates. Simon, de hecho, se apuntó el triunfo de etapa el pasado sábado en toda una exhibición. Esta empresa, uno de los grandes fabricantes de explosivos para la explotación minera, dispuso de un producto de negocios químicos del que se deshizo en 2014 a manos de Blackstone por 750 millones de dólares, para centrarse en su campo.
Como siderúrgicas o compañías telefónicas, las petroleras abundan en el mundo del ciclismo. Abogan por la inmersión en un deporte ‘barato’ de grandes focos para limpiar la sucia imagen que se han labrado con sus oscuros negocios. Orica no fue la primera, ni Ineos será la última en dar el salto.