‘La Promesa’ no es una de las series más seguidas sin razón. En ella somos testigos de todo tipo de situaciones, desde secuestros hasta robos o asesinatos. Todo puede pasar en el que ya es el palacio más famoso de la televisión, que sigue arrasando entre la audiencia un año después de su estreno.
Como ocurre en todas las series, a veces los guiones de ‘La Promesa’ deben ser modificados debido a ciertos factores externos e impredecibles. Estos pueden llegar a alterar de manera significativa las tramas, o en otras ocasiones, quedar en detalles anecdóticos. Te contamos un secreto de este tipo que hemos podido ver en los últimos episodios de la ficción.
1La enorme sorpresa de Feliciano en ‘La Promesa’
‘La Promesa’ es una de las series de mayor éxito en la actualidad. Debe gran parte de su triunfo a sus interesantes tramas, que se mueven por sentimientos tan profundos como el amor, la ira o la decepción. No sólo la historia de amor entre Jana y Manuel nos ha cautivado por completo, sino también la vida del resto de los personajes, tanto del servicio como de la alta aristocracia.
Esta producción está ambientada en la Córdoba del año 1913, en un lujoso palacio ubicado en la tranquila zona de Los Pedroches. Cada uno de los detalles que podemos ver en sus episodios, comenzando por el decorado, el vestuario o las caracterizaciones, está minuciosamente preparado para sumergirnos en este mundo pasado.
No hay nada en ‘La Promesa’ que no se encuentre bien atado. Por ello ha llamado tanto la atención un complemento que hemos podido ver las últimas semanas en el personaje de Feliciano. Hace tiempo que el hijo de Petra lleva un brazo en cabestrillo y esto no es ninguna casualidad, sino que tiene que ver con un incidente sucedido durante el rodaje.
Así lo ha explicado el propio Marcos Orengo, el actor que interpreta a Feliciano. Todo ocurrió cuando este personaje se enteró de una impactante noticia que cambió todo su mundo, reaccionando contra ello con demasiada efusividad. Hablamos del momento en que Petra le confesó a Feliciano que en realidad no era su hermana mayor, sino su madre.
El lacayo tuvo que asumir que llevaba engañado toda la vida y que su propia madre había permitido que pasara la infancia junto a un hombre cruel y despiadado que le maltrataba. Ante esto, Feliciano descargó su furia golpeando fuertemente un árbol, dándole puñetazos mientras lloraba hasta quedar agotado. Tan grande fue la emoción que el actor le puso a esta escena que acabó rompiéndose una mano.
