Se acabó uno de los culebrones del verano, Antoine Griezmann ya es azulgrana. Un episodio que se ha alargado más de lo necesario, para malestar de todos los involucrados, debido a la raquítica situación financiera del FC Barcelona en la que lleva malviviendo en los últimos años (y los que quedan), y es que el club ha necesitado de un salvavidas económico (pese a contar con un presupuesto de 900 millones) para poder acometer una operación en la que, según se ha filtrado a la prensa, llevaba trabajando desde marzo y cuyo precio final ni ha cambiado ni lo iba a hacer.
El storytelling oficial (que así en inglés queda mucho más cool) por parte del club azulgrana reside en el cuasi heroico esfuerzo de la directiva para doblegar al Atlético de Madrid, plasmado en el presidente, Josep María Bartomeu, ante la prensa reconociendo (casi con cara de sufrimiento) que fue una operación «compleja». Y nada más lejos de la realidad, en verdad ha sido un movimiento muy engorroso, pero no por la resistencia de los atléticos (cualquiera diría que pusieron al Cholo a negociar), sino porque la tesorería de los azulgranas, el remanente de efectivo para llevar a cabo operaciones, está más apretada que los tornillos del Titanic (qué, por cierto, acabó hundido).
El principal problema en torno al fichaje del galo se ha centrado en la forma de pago de su cláusula, ya que el Atlético de Madrid quería recibir el importe íntegro, mientras que el Barsa (uno de los grandes clubes del mundo) no podía permitirse abonar dicha cantidad. Más si cabe, el completo desastre que ha sido el manejo de la tesorería en los últimos años, con unas salidas netas de 130 millones el año pasado y un fondo de maniobra negativo por más de 400 millones, y también porque el 30 de junio (las fichas se pagan a mitad y final de año) debía abonar las nóminas de su plantilla.
En definitiva, que en ningún momento ha sido un problema de negociaciones, es lo bueno que tienen las cláusulas de rescisión que lo pagas y punto, si se tiene el dinero claro, cosa que no ha ocurrido está vez. Por ello, la directiva azulgrana se puso a buscar una solución que no penalizase todavía más sus finanzas. Algo que no han conseguido. En primer lugar, Óscar Grau, director ejecutivo, pidió al Atlético aplazar el pago por el francés como ya había logrado con otros jugadores, algo a lo que Miguel Ángel Gil Marín se negó en rotundo. Quizás este punto es el que la ejecutiva barcelonesa se refiere sobre la defensa numantina del Atlético, aunque qué esperaban después de que no solo llevaran negociando con el jugador meses y de conseguir reducir su cláusula en un 40%, ¿qué también le aplazará el pago al momento en el que más le convenía a los azulgranas?
INGENIO CONTABLE DEL BARSA
Ante la negativa del club madrileño de plegarse a las exigencias del Barcelona, una rareza dadas las circunstancias, la ejecutiva tuvo que buscar otras vías de ingresos. Aun así, el Barsa las encontró (a un precio muy alto, aunque no está detallado): por un lado, 85 millones se pagarán vía factoring, esto es que alguna entidad o firma financiera adelantará dicha cantidad y después se lo cobrará de ingresos futuros del club. Dicha solución la suelen utilizar las compañías que tienen problemas de circulante, efectivo, o problemas de endeudamiento, la banca no les presta más dinero sin garantías, y suelen traer aparejados unos intereses muy altos, que obviamente el club no ha desvelado.
El Barcelona ha necesitado de un salvavidas económico (pese a contar con un presupuesto de 900 millones) para poder cerrar el fichaje de Griezmann en el que llevaba trabajando desde marzo
Por otro lado, los 35 millones restantes se han logrado gracias a un préstamo a 6 meses, del cual no ha transcendido ninguna característica más. Aunque fuentes de mercado señalan que este tipo de préstamos a tan corto plazo vienen aparejados de intereses también más altos de lo normal. Además, otra circunstancia ha llamado la atención de los expertos, y es que no se ha hecho referencia a los créditos por 140 millones que recibió el club el pasado mes de febrero por parte de dos fondos de capital riesgo, por lo que se piensa que ya se han gastado. Al final, el club ha dado una nueva patada hacía adelante con su situación financiera comprometiendo 85 millones de sus futuros ingresos y contrayendo 175 millones de deuda en 6 meses.
Aunque no ha sido la única ingeniería contable que ha llevado a cabo el club en los últimos días, ya que a finales de junio (el 30 cerraba cuentas) se puso manos a la obra con los apuntes contables para evitar acabar en pérdidas. En concreto, el club se apuntó en los últimos días hasta 45 millones de plusvalías, Cillesen al Valencia el 26 de junio o Denis Suarez vendido el 30 de junio, que irán a parar directamente al ebitda (gracias a la inigualable imaginativa contable del Barsa). Aun así, el clun tendrá que tirar, presumiblemente, de otro tipo de revalorizaciones sobre el papel (que no son entradas reales de dinero) como las del inmovilizado intangible para apuntarse unos pequeños beneficios con los que enmascarar una situación cada vez más complicada.