La economía mundial se enfrenta a desafíos cada vez mayores. El crecimiento ha perdido impulso, la alta inflación está demostrando ser persistente, la confianza se ha debilitado y la incertidumbre es alta.
La guerra de Rusia contra Ucrania ha hecho subir sustancialmente los precios, especialmente de la energía y las commodities, lo que se suma a las presiones inflacionistas en un momento en que el coste de la vida ya estaba aumentando rápidamente en todo el mundo.
Las condiciones financieras mundiales se han endurecido significativamente, en medio de las medidas inusualmente enérgicas y generalizadas para aumentar las tasas de interés oficiales por parte de los bancos centrales en los últimos meses, lo que ha pesado sobre el gasto sensible a los intereses y se ha sumado a las presiones que enfrentan muchas economías de mercados emergentes.
En general, el mercado laboral se ha mostrado resiliente en muchas economías avanzadas, pero los aumentos salariales no han seguido el ritmo de la inflación de precios, lo que ha debilitado los ingresos reales a pesar de las medidas adoptadas por los gobiernos para amortiguar el impacto del aumento de los precios de los alimentos y la energía en los hogares y las empresas. Ahora se ha sumado el conflicto entre Israel y Hamás, en la franja de Gaza, que muestra la inestabilidad de esa región.
En unos 20 meses, dos crisis gravísimas, de rasgos inusitados, han sacudido el mundo
Todo esto se recoge en el IEB, centro de estudios de referencia en formación financiera y jurídica en Iberoamérica. En concreto, en el informe ‘Perspectivas de la Economía Mundial 2024’, elaborado por Aurelio García del Barrio, doctor en CC. Económicas y director del Global MBA con especialización en Finanzas del IEB.
García del Barrio advierte en el informe que “Las estimaciones de crecimiento global apuntan hacia un entorno de desaceleración económica en el que los mecanismos de transmisión de la política monetaria a la economía real están comenzando a mostrar sus efectos con más fuerza, con una contracción del crédito, un debilitamiento de los mercados laborales y claros síntomas de moderación en la inflación”.
el impulso que ha venido proporcionando la política fiscal comenzará a retirarse en 2024, en sincronía con el ciclo de endurecimiento monetario
La reducción del ritmo inflacionario no ha terminado de alcanzar el grado deseado en términos tanto de tasa presente como de inflación esperada, superando en ambos momentos el objetivo marcado por los diferentes bancos centrales y constatando que la política económica aún debe de ejercer un contrapeso frente a multitud de factores coyunturales y a diferentes grados de sensibilidad a los tipos de interés, así como a factores estructurales que surgieron a raíz de la pandemia, como son la transición energética, la desglobalización, la escasez relativa de mano de obra, el proteccionismo de recursos y el mayor protagonismo de esa política fiscal.
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ENTORNO GLOBAL DE LA ECONOMÍA
La economía mundial se enfrenta a un período de crecimiento débil e inflación persistente, con elevados riesgos a la baja. Desde el IEB se explica que “la política monetaria se mantiene en los niveles actuales al menos hasta la segunda mitad de 2024 en los países desarrollados, y sigue paulatinamente relajándose en los países emergentes, aunque atendiendo a las dinámicas internas de equilibrio entre actividad y precios.
En la mayoría de las principales economías avanzadas es necesario mantener los tipos de interés altos durante un periodo largo para anclar las expectativas de inflación y reducirla de forma duradera. Las medidas de política interna deberán calibrarse cuidadosamente y responder a los nuevos datos, dada la incertidumbre sobre las perspectivas de crecimiento, la velocidad a la que surten efecto las tasas de interés más altas y los posibles efectos de contagio de las políticas restrictivas en otros países”.
Para finales de 2023, se espera que la economía mundial tenga un producto interno bruto de 105 billones de dólares, lo que supone 5 billones de dólares más que el año pasado. En términos nominales, esto es un aumento del 5,3% en el PIB mundial. En términos ajustados por la inflación, se alcanzaría un aumento del 3%.
Si se quiere resumir con una sola palabra lo que le espera a la economía mundial en 2024, bien podría ser volatilidad. Una de las principales fuentes de esta volatilidad será la geopolítica. El temor a una recesión mundial está disminuyendo, pero aumenta la preocupación por la economía china. Las cuestiones geopolíticas y de política interior son otros factores inquietantes. La geopolítica creará volatilidad económica en el próximo año, así como también las políticas nacionales también podría avivar la volatilidad económica.
Con relación a las perspectivas 2024, el entorno actual de debilidad económica se debería mantener en los próximos tres-cuatro trimestres. Escenario que ya se viene anticipando por los indicadores adelantados denominados PMI, que siguen manteniendo una pendiente negativa tanto para la curva del sector manufacturero como en la de servicios.
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Por lo tanto, para 2024 y a la espera de la evolución de los acontecimientos, las perspectivas económicas globales siguen mostrando síntomas de enfriamiento y debilidad. No obstante, los factores de seguimiento para tener en cuenta en el 2024 y que pueden alterar estas previsiones serian:
- Evolución de los precios. Impacto en la inflación de los precios de la energía, petróleo y alimentos.
- Posibles efectos de segunda vuelta sobre la inflación vía márgenes y/o salarios.
- Evolución de la actividad económica global y, en especial, en China, Alemania, Reino Unido y países emergentes.
- Transmisión e impacto del endurecimiento de la política monetaria.
- Posibles tensiones geopolíticas.
- Ritmo de ejecución de los fondos Next Generation.
- Evolución de las cuentas públicas. Por lo tanto, y dentro de un entorno complejo caracterizado por la incertidumbre, las perspectivas del 2024 parecen ser similares o un poco más débiles que las mostradas a lo largo del 2023, descartándose la palabra recesión, pero manteniendo vigente el concepto enfriamiento económico quedando todavía mucho camino por andar.
ESCENARIOS REGIONALES
En relación con la Zona euro, el entorno es diferente. Lastrada por el impacto de sus altos tipos de interés y por su dependencia exterior de la energía, petróleo y materias primas y por el descenso del consumo e inversión, las perspectivas para el crecimiento 2023 se sitúan en un 0,5% y de un 0,8% en el 2024. Niveles insuficientes para alcanzar el equilibrio, estando todo muy influenciado por la negativa evolución de países como Alemania, Austria, Países Bajos o Italia. La situación de la inflación no es muy positiva, esperándose que se mantenga en el 5,6% en 2023 para bajar al 3,2% en el 2024.
En cuanto a los escenarios regionales, desde IEB recogen en el informe que, los mercados emergentes y economías en desarrollo enfrentan una combinación de factores mundiales predominantemente negativos. Se prevé que el crecimiento aumentará en 2023 en Asia oriental y el Pacífico, a medida que la reapertura de China genere una recuperación y que mejoren las perspectivas de crecimiento en las grandes economías. 2024 también verá lastrado su crecimiento.
En cambio, se prevé un crecimiento moderado en todas las demás regiones dada la escasa demanda externa, las severas condiciones financieras mundiales y la alta inflación, que frenarán la actividad.
Se prevé que el próximo año el crecimiento aumentará en la mayoría de las regiones a medida que los factores adversos se reduzcan.
Los riesgos de deterioro en las perspectivas regionales incluyen posibles tensiones financieras mundiales y una inflación local más persistente. Las tensiones geopolíticas, los conflictos y los disturbios sociales, también plantean riesgos de deterioro.
- Europa y Asia central: Se espera que en 2023 el crecimiento se eleve ligeramente al 1,4 % antes de aumentar al 2,7 % en 2024.
- América Latina y el Caribe: Se prevé que el crecimiento se reducirá al 1,5 % en 2023 y luego se recuperará hasta alcanzar el 2 % en 2024.
- Oriente Medio y Norte de África: Se prevé que el crecimiento disminuirá al 2,2 % en 2023 y luego rebotará al 3,3 % en 2024.
- Asia meridional: Se espera que el crecimiento disminuya ligeramente al 5,9 % en 2023 y al 5,1 % en 2024.
- África subsahariana: Se prevé que el crecimiento se desacelerará al 3,2 % en 2023 y aumentará al 3,9 % en 2024.
ECONOMÍA DE ESPAÑA
“El nuevo gobierno no tendrá una legislatura fácil, ya que es una amalgama de ideologías y, por lo tanto, mantener el equilibrio de fuerzas entre todas ellas, no será sencillo”, resalta García del Barrio. La previsión de crecimiento de la economía española se sitúa en un 2,3% para 2023 y 1,5% para 2024. Las políticas públicas adoptadas en respuesta a la crisis energética y al repunte de la inflación, que serán retiradas al término de 2023 contribuiría negativamente al avance del PIB en 2024. En sentido contrario, otros factores, como la paulatina disminución de las presiones inflacionistas, la recuperación gradual de la confianza de los agentes, la resiliencia del mercado laboral y la intensificación prevista en el despliegue de los proyectos acogidos al Mecanismo de Recuperación y Resiliencia aportarían un vigor creciente a la economía española en 2024.