El Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) cuenta con una nueva Unidad Mixta de Investigación Clínica de Oncohematología Pediátrica IdiPAZ-CNIO, dirigida por el oncólogo pediátrico Antonio Pérez-Martínez, que busca cambiar la situación respecto a los pacientes pediátricos en oncología. Las terapias dirigidas y personalizadas, que apuntan directamente a las alteraciones genéticas de cada paciente concreto que causan la enfermedad, son lo que está mejorando el tratamiento del cáncer en adultos. Sin embargo, en niños y adolescentes se siguen utilizando, en general, los tratamientos oncológicos tradicionales, agresivos y de alta toxicidad.
CÁNCER EN NIÑOS
En los niños el cáncer es una enfermedad poco frecuente, que se cura (con tratamiento) en ocho de cada diez casos. Pero es también la patología que más muertes origina en la población infantil y adolescente de países desarrollados, y sus terapias no han mejorado al mismo ritmo que para los cánceres de adultos.
En realidad, el cáncer pediátrico es una enfermedad diferente del cáncer en adultos y está menos estudiado, aseguran desde CNIO. A falta de conocer mejor sus causas a escala molecular, sus tratamientos son todavía poco específicos para la enfermedad concreta del paciente en cuestión.
«Conocemos muy poco de cómo aparece el cáncer en niños».
«Conocemos muy poco de cómo aparece el cáncer en niños. En las naciones desarrolladas logramos curar a la mayoría, pero con tratamientos de una intensidad muy elevada», afirma Pérez-Martínez, que es jefe del servicio de Hemato-Oncología Pediátrica en el Hospital Universitario La Paz (Madrid) y director de la Unidad CRIS de Terapias Avanzadas en el Hospital Universitario de La Paz.
«Es hora de tratar de incorporar estrategias más dirigidas y personalizadas, desarrolladas tradicionalmente en adultos, para ofrecer menos efectos adversos a los niños. Para ello, la colaboración con el CNIO me parecía indispensable», añade Pérez-Martínez, cuya investigación cuenta con financiación de la Fundación CRIS contra el cáncer.
UNIDAD DEL CNIO
Los cánceres en la infancia suponen un 0,5% de los nuevos casos de cáncer, y son muy diferentes a los de la edad adulta. Se presentan con síntomas más agudos y agresivos, y se localizan en la sangre, el sistema linfático o los tejidos de sostén y, por tanto, no en la mama, el pulmón o la próstata. Incluso aparecen en zonas diferentes del cerebro. Además, en niños las células tumorales acumulan menos mutaciones que en adultos, y la respuesta del sistema inmunitario, por ejemplo, es distinta.
En niños las células tumorales acumulan menos mutaciones que en adultos.
«Necesitamos tiempos más cortos para que los resultados lleguen a los pacientes, ese es otro objetivo de nuestra unidad», afirma Pérez-Martínez. Aspiran a lograrlo aunando el equipamiento tecnológico del CNIO y la experiencia de su personal con la realidad de los casos clínicos: «El contacto directo con los pacientes y sus familias puede impulsarnos a transformar cuanto antes en patentes el conocimiento generado desde este tipo de consorcios básico-clínicos».
La capacidad del CNIO de hacer análisis genómicos a grandes cantidades de muestras se aplicará, por ejemplo, en la búsqueda de nuevos fármacos para pacientes que no responden a los tratamientos disponibles. También se investigará en tratamientos personalizados que se sirven del sistema inmunitario para atacar las células tumorales, como las terapias CAR-T, en las que se dota a los linfocitos T del paciente de la capacidad de combatir el tumor. Y se estudiará cómo monitorizar la respuesta a los tratamientos mediante meros análisis de sangre, la llamada biopsia líquida.
La escasez de muestras y de pacientes para ensayos clínicos, un obstáculo derivado de la baja incidencia del cáncer pediátrico, se abordará mejorando los modelos experimentales sobre los que probar los tratamientos.
INVESTIGACIÓN
En concreto, en la nueva unidad se investigará con organoides, que son cultivos celulares que crecen en tres dimensiones, simulando así mejor la estructura de los tejidos en el organismo, y con dispositivos de tipo lab-on-a-chip, que realizan análisis de laboratorio en miniatura.
En cuanto a tumores específicos, la investigación se centrará en detectar antes y mejor los tumores hematológicos (de la sangre o el sistema linfático). Uno de ellos es la leucemia mielomonocítica juvenil, una enfermedad «olvidada» cuyo único tratamiento efectivo hoy es el trasplante y que solo se puede realizar en un 50% de casos.
En los tumores cerebrales de alto grado la principal dificulta estriba en lograr que los tratamientos lleguen hasta ellos. El equipo buscará nuevas vías de infiltración de fármacos y los dirigirá a las células no tumorales que influyen en el tumor (el microambiente tumoral). A otro tumor del tejido nervioso, el neuroblastoma, intentarán neutralizarlo interviniendo en la forma en que sus células metabolizan el hierro.
Para evitar la metástasis en los sarcomas (tumores de hueso o tejidos blandos) continuarán la investigación de terapias celulares con anticuerpos. «Actualmente tenemos un ensayo clínico con un niño, cuyo tratamiento incluye células de su hermano idéntico. Se basa en un descubrimiento realizado en un proyecto previo de IdiPAZ y CNIO. Es una muestra de los beneficios que trae la colaboración entre quienes estamos en contacto con los pacientes y la investigación básica», concluye Pérez-Martínez.