Si firmamos la hipoteca en una época en la que el Euribor estaba bajo y las condiciones de contar con un préstamo hipotecario a tipo variable eran adecuadas, puede que haya llegado el momento de plantear pasar a una de tipo fijo.
En épocas en las que los intereses están más bajos puede incluso ser mejor mantener una hipoteca variable. Sin embargo, contar con una a tipo fijo asegura una tranquilidad que de lo contrario no se tendría.
Para hacer el cambio, actualmente existen una gran variedad de opciones. Descubre los pasos a dar para poder hacer el cambio de la mejor forma y con el menor coste.
Pasar de una hipoteca variable a una fija
Las mejores opciones para hacer el cambio de variable a fijo son dos: mediante una novación o con una subrogación.
La vía más cara es cancelar el préstamo hipotecario para abrir uno nuevo, por lo que no es recomendable.
Qué es la novación
Una novación es el acuerdo que se trata con el banco para realizar cualquier cambio con respecto al contrato del préstamo hipotecario. En todo momento debemos tener claro que la entidad puede negarse a nuestras peticiones.
Los costes para apostar por una novación son los siguientes:
- Aunque varía según la hipoteca, puede existir una comisión por novación, la cual tendría un máximo de 0,15% del capital por amortizar durante los tres primeros años.
- Además, se debe formalizar una escritura, por lo que habría que pagar los costes asociados. Estos serían la notaría (entre 0,2 y 0,5% del capital pendiente), la gestoría y el registro de la propiedad (menos de 100 euros).
Es importante tener en cuenta que la novación, al realizarse con el mismo banco, no precisa de una tasación. Aunque esto cambia si se solicita una ampliación del capital.
Esto es la subrogación
Como hemos comentado, el banco se puede negar en cualquier caso a realizar la novación. Si esto ocurre, se puede recurrir a una subrogación con otra entidad. Esto es cambiar la hipoteca de banco para conseguir condiciones más beneficiosas.
Los costes asociados a la subrogación son los siguientes:
- Comisión máxima del 0,15% los tres primeros años (nada en los posteriores).
- Gastos de notaría, gestoría y registro.
- Abono de la tasación de la vivienda. Es necesario al habernos cambiado de entidad.
Cancelar la hipoteca y abrir otra
Esta es la opción menos ventajosa por resultar la más cara. Sin embargo, también se da la posibilidad de cancelar el actual préstamo hipotecario para abrir uno de nuevo.
Al cancelar la hipoteca, deberíamos responder a todos los costes asociados y que ya habríamos tenido en cuenta en el momento de firmar el préstamo. Esta comisión por cancelación podría encontrarse entre el 0,25 y 0,50% del préstamo, lo cual es una cifra bastante elevada. Así como la parte asociada a los gastos de constitución.
En el momento de pedir una nueva hipoteca a tipo fijo, es probable que el banco vuelva a cobrar una comisión de apertura. Por ello, lo mejor es intentar llegar a un acuerdo con nuestro banco y que nos ayude a mejorar las condiciones del préstamo.
Por qué pasar de tipo variable a fijo
No es comparable la tranquilidad que aporta contar con una hipoteca a tipo fijo que pasar mes tras mes pendiente de la subida o bajada del Euribor y otro tipo de intereses. Por ello, esta es una de las razones principales para decidirse a dar el paso.
Asumiendo un gasto fijo, es probable que paguemos más al mes que antes. Sin embargo, nada paga la tranquilidad de saber que siempre pagarás lo mismo. La estabilidad es otra de las razones principales.
Sabiendo esto, si estás pensando en hacer un cambio en las condiciones de tu préstamo, puedes valorar cuál se adapta de mejor forma a tu situación personal y financiera para tomar la decisión acertada.