La Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA) ha pedido a la Unión Europea (UE) una estrategia industrial «sólida» para que la industria europea del vehículo eléctrico no pierda terreno frente al dominio de China en la cadena de suministro y el refuerzo de los incentivos en Estados Unidos a los fabricantes de automóviles nacionales.
Según un informe de la École Polytechnique compartido por ACEA, la competitividad de la fabricación europea de vehículos eléctricos corre el riesgo de «verse mermada» mientras que otras regiones, como China o Estados Unidos, impulsan sus industrias nacionales con ambiciosas estrategias industriales.
En concreto, la política estratégica y holística de China, desde la minería, el refinado, redes de carga hasta incentivos a la compra, han reforzado su ventaja competitiva, mientras que la UE ha adoptado un «enfoque normativo fragmentado» de política industrial.
Por su parte, el informe señala el impulso de EE.UU. para establecer un centro de fabricación de la cadena de valor, además de los ambiciosos objetivos de ventas en algunos Estados (como California), combinados con «financiaciones sin precedentes» a través de la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), que están impulsando su industria automovilística nacional, «pone a prueba» a los fabricantes europeos en uno de sus mercados de exportación más valiosos.
Por ello, la directora general de ACEA, Sigrid de Vries, ha asegurado que «la UE carece de una estrategia industrial sólida», a diferencia de lo que ocurre en China y EE.UU., por lo que considera «vital» una industria europea de vehículos eléctricos que sea «dinámica» para alcanzar los objetivos climáticos.
Además, estima que el marco regulador de la UE carece de enfoque integral sobre la electrificación de los vehículos. «Un mosaico de reglamentos (ocho o nueve al año) desvía fondos vitales y socava la competitividad. La UE debe desarrollar un marco normativo y financiero a medida para crear un entorno empresarial favorable», ha remarcado de Vries.
Asimismo, el informe señala los avances en la producción de baterías en Europa, aunque este desarrollo de la cadena de valor no sigue el ritmo de la demanda, lo que provoca una dependencia continua de China.