También llegan los fríos a las plantas nobles de los multimedia autóctonos. Bien lo sabe Alessandro Salem, ayuno de éxitos en diez meses al frente de Mediaset España y principal culpable del inmediato divorcio que la compañía berlusconiana prepara con la que ha sido su principal proveedor en los últimos quince años, La Fábrica de la Tele.
Volará el talento de Óscar Cornejo y Adrián Madrid, que buscan abrevaderos generalistas al ser conscientes de que Netflix encarga poco y mal pagado, en comparación con los alrededor de 15 millones de euros que facturaban solo con el universo ‘Sálvame’.
Menos que la décima parte han desembolsado los norteamericanos por ‘Sálvese quién pueda’, sucedáneo viajero y posiblemente resultón con el que los caídos del emblemático formato vespertino se reencuentren con ‘su público’.
Ese público que le da la espalda a Salem, al que el traje le queda grande según cuchichean entre la vieja guardia ‘vasiliana’. El CEO apostó fuerte por romper su relación con ‘Sálvame’, herido por un Código ético alumbrado contra su espíritu, asesinado para que Ana Rosa Quintana ocupase su lugar (¡Ay!), y humillado mediante una filtración que se tradujo en el anuncio del «fin de la telebasura» por parte del periódico que inventó la conspiranoia del 11M.
Salem se ha echado a los brazos del gigante Banijay, que prometía blanquear Telecinco a cambio de garantizar el retorno de ‘GH’ y la permanencia de ‘Supervivientes’, y de Unicorn Content, que ha absorbido la columna vertebral de la cadena estrella de Mediaset España a pesar de no contar con un solo éxito fuera de las mañanas (vean ‘TardeAR’, ‘Fiesta’ y ‘Ya es mediodía’, por ese orden).
El patinazo de ‘Mía es la venganza’, los mínimos de ‘Entrevías’ y ‘La que se avecina’ o los pésimos resultados de formatos aseados como ‘El musical de tu vida’, son síntoma de que Telecinco ha entrado en barrena. Al menos esta dinámica negativa no se traduce en crisis empresarial porque la caída de las audiencias de Telecinco, en 2023, puede ser económicamente compensado con targets, temáticas y tijeras.
¿Y Cornejo y Madrid? Este domingo promocionaban ‘Sálvese quién pueda’ en El País sin querer atar su futuro al de Jorge Javier Vázquez, que tiene contrato de cadena hasta 2025.
PRISA
‘Sálvese quién pueda’ llega este viernes y dos días antes Joseph Oughourlian estará pendiente de los anuncios que realice José María Álvarez-Pallete en el retorno del Inversor Day de Telefónica tras más de una década de ausencia.
El sector económico y político patrio estará presidente de la teleco, que sobrevive al cargo pese a que la acción de la compañía se ha depreciado un 40% bajo su mandato. Oídos sordos hace Álvarez-Pallete, que hablará de valores, despidos, la venta de una parte de Tech y quizá de sus nuevos socios, los árabes de STC.
Oughourlian parece más pendiente de Indra y Telefónica que de la compañía que preside
Esta inversión es vigilada por la SEPI, que podría ser sustituida por Indra como ariete gubernamental con accionistas como Joseph Oughourlian, al que los encargos de Defensa le cubren las crecientes pérdidas de Prisa (que las ha elevado más de un 30% hasta septiembre, alcanzando las mismas 36,7 millones de euros).
El editor de la Cadena SER necesita mejorar sus ingresos y ahora ha anunciado subida de precios para los suscriptores de El País, quizá tras leer informes como el recién publicado por PwC, que advierte que los ingresos de los muros de pago no alcanzarán siquiera el 5% de la facturación total de la prensa en 2027.
El ataño ‘periódico independiente de la mañana’ anuncia que reseteará su app, aumentará su cobertura internacional, reforzará sus equipos especializados (podcast, vídeo y departamento de datos) a cambio de elevar su precio de suscripción anual en 9 euros.
MEDIAPRO
Tatxo Benet ha demostrado a lo largo de su trayectoria tener una extraordinaria habilidad en su faceta de relaciones públicas, pero harina de otro costal son las labores ejecutivas que llevaba, de forma centralizada y personalista, Jaume Roures.
Este último, tan denostado en la prensa española por motivos ideológicos, ha construido un imperio que factura más de 1.200 millones de euros y emplea a más de 7.000 trabajadores a base de olfato, trabajo y talento. De esto último queda mucho en Mediapro, que sin Roures podría ver peligrar sus contratos ligueros y muchos encargos técnicos.
Benet confía en que las citadas áreas (gestión de derechos y medios técnicos) y la creación de contenido, especialmente series, mantengan el ritmo de una compañía que podría ser puesta en venta por el fondo hongkonés Southwind Media, deseosa de rentabilizar los más de 1.600 millones invertidos.
Su posible venta, y su segura reestructuración, que implicaba pérdida de poder para Roures, han apuntillado al fundador en beneficio de Benet, coleccionista de arte censurado y ahora acusado de censor por parte de su eterno amigo y hoy íntimo enemigo.