jueves, 12 diciembre 2024

La prensa española repite errores creando ‘Loanor’ y callando sobre Felipe de Borbón  

Semana amnésica para la cortesana prensa española, que parece haber olvidado el mea culpa que entonó a cuenta de tantos silencios sobre los innumerables escándalos de Juan Carlos de Borbón y ahora ha abierto los aspersores cargados de un almíbar proyectado hacia Felipe de Borbón, favorecido por el contraste con su padre caído, y la joven Leonor, convertida en ‘Loanor’ tras tantos mimos y atenta de sortear la saliva que destilan algunos periodistas-groupies que siguen a la Casa Real.

El principal culpable de que el ecosistema mediático español sea tan asimétrico a la hora de tratar la dos formas de Estado más plausibles, monarquía o república, son los multimedias progresistas como el Grupo Prisa, tan zalamero hacia Zarzuela como el PSOE, o proyectos emergentes como eldiario.es, línea editorial aséptica sobre la jura de Leonor que solo es compensada por algunos columnistas.

La izquierda transformadora (anteayer el PCE, ayer IU, hasta hace un rato Unidas Podemos, hoy Sumar y mañana quizá Podemos de nuevo) no ha sabido alentar la creación de medios republicanos que sigan el camino que emprendieron periodistas conservadores en la caída de Juan Carlos de Borbón, todavía por los suelos gracias a que Pedro J. Ramírez, Federico Jiménez Losantos, Eduardo Inda o Jesús Cacho no le perdonaron que compadrease con los socialistas.

Entre los apuntilladores del emérito no encontrarán a la gauche divine, más pendiente de los tuits, la diversidad y el meme de moda, ni a periodistas marxistas, que a excepción de catalanes y vascos se encuentran desnortados a nivel mediático.

LOAS

En cadenas dirigidas por personas «conceptualmente republicanas» como Antonio García Ferreras no le encuentran mácula a Felipe de Borbón, «compi yogui» de Javier López Madrid, disfrutón de su luna de miel gracias al dinero de un testaferro de su padre, conductor de un Ferrari regalado por un jeque árabe, según denuncia Corinna Larsen, y durante meses heredero de una cuenta en Suiza nutrida por las mordidas que se llevó Juan Carlos de Borbón, exiliado en una teocracia para evitar pagar a nivel impositivo a España una parte del botín que se llevó.

El País editorializa en favor de las palabras que Leonor, que prometió el «comportamiento que merezca el reconocimiento y el aprecio de los ciudadanos» que no tuvo su abuelo, heredero político de Franco. «No son palabras vacías las que recoge el discurso más importante que ha pronunciado hasta ahora la heredera de la Corona. Con ellas demuestra entender el nivel de honorabilidad que se le exige como futura jefa del Estado», dice el diario tutelado por los monclovitas Miguel Barroso y José Miguel Contreras.

El monárquico ABC, por su parte, se lleva el ascua a su enfado político ante la inminente investidura de Pedro Sánchez: «El acto solemne de jura de la Constitución por la Princesa de Asturias estuvo cargado de un simbolismo imprescindible para el fortalecimiento de nuestra democracia en un contexto convulso, en el que la Constitución está siendo cuestionada, si no amenazada, por una parte relevante del arco parlamentario».

El Mundo asegura que «la ovación de más de cuatro minutos de duración que se le brindó» a Leonor» es «una de las más largas que se recuerda en la Cámara Baja, da muestra, además, del afecto y el respaldo que la mayoría de la sociedad siente por la Princesa y la Familia Real». Eso sí, de votar sobre la forma de Estado, ni hablar.

Y La Razón afirma que «los españoles asistieron a uno de los actos políticos más trascendentales para una Nación con historia y vocación de permanencia como es la jura de quien ya es, de hecho y de derecho, la heredera de la Corona».

«En Doña Leonor se proyecta el futuro de una España que, asida bajo ese lazo indisoluble que son la Monarquía Parlamentaria y la Constitución, se mantendrá como una patria de hombres libres e iguales, unida y capaz de vencer todas las adversidades», dice el diario presidido por Mauricio Casals.

En las radios tampoco se quedan atrás: Carlos Herrera en COPE afirmó este miércoles que la víspera destacó «la liturgia, la utilidad, el sentido profundo, la juventud, todo eso colocado en una coctelería, saldría una pócima que efectivamente revitaliza la historia de España, que era el compromiso de la princesa Leonor con la Constitución, es decir, con nosotros ante la soberanía popular».

Federico Jiménez Losantos, por su parte, no decepcionó: «Ayer apareció una reina que es pura luz rodeada de escoria». Más decepcionantes fueron las audiencias de la jura de Leonor, que no paralizaron a la piel de toro: poco más de 2 millones de espectadores entre las principales cadenas.

POR CONTRA

Isa Serra escribe en Diario Red que el acto de la jura «es un intento más en la operación desplegada desde hace años por parte de los poderes de España para tratar de salvar la monarquía. La buena noticia para los y las republicanas es que esa operación para salvar a la Corona es incapaz de conseguir sus objetivos».

Elizabeth Duval, en eldiario.es, afirma que «lo que hemos asistido esos días, con la Villa invadida por la Corte y las calles llenas de carteles con la cara de Leonor, es a un extraordinario intento de lavado de cara de la monarquía española, que ahora quiere darse un barniz moderno, feminista –sólo por el hecho de tomar a una mujer por heredera, y por obligación: la primacía en la línea de la sucesión sigue siendo para el varón, y menos mal que Leonor no tiene un hermano pequeño–, acorde con los tiempos».

La escritora riega su texto con una serie de preguntas que no obtienen respuesta en ninguno de los principales medios españoles: «¿Cómo va a marcar a una generación una dinastía? ¿Qué simpatía puede ofrecernos quien ha crecido como sucesora necesaria de esa dinastía servidora? ¿Qué similitudes tiene Leonor con sus coetáneos, quienes hemos crecido sin futuro, viviendo de pleno la crisis económica de 2008, soportando al llegar a la edad adulta y entrar en los estudios superiores –si podíamos– las consecuencias de la pandemia, la guerra y la inestabilidad? ¿Qué conoce Leonor sobre el paro juvenil, realidad a ella puramente ajena? ¿Y cómo puede esa falsa identificación no producir rechazo, no generar discordia?».


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