La revolución de las máquinas ha llegado, o al menos ya se comienzan a ver los primeros efectos de una época en la que los autómatas ganan cada vez mayor peso para las empresas. Una situación, esta, unida a un desarrollo impresionante de la inteligencia artificial, o IA, que llevará a que en el medio plazo -y cada vez más corto- comiencen a sustituir a los seres humanos en algunos de los trabajos más mecánicos. Pero el fenómeno de esta cuarta revolución industrial no se quedará ahí: incluso se llegará a sustituir otros empleos de los que hasta la fecha nunca se habría podido imaginar el ser humano, como es el caso del transporte o incluso a periodistas.
Es por ello, que algunas voces autorizadas como la de Bill Gates han comenzado a pedir soluciones para la nueva realidad, en la que ha comenzado a moverse el ser humano en los albores del Siglo XXI. Para el fundador de Microsoft, y la persona más rica del mundo según la última versión actualizada de la revista Forbes sobre las mayores fortunas, estos autómatas deberían empezar a tributar a las arcas públicas.
Como es lógico, el empresario estadounidense no se refiere a la propia figura del robot, que no cuenta como una figura física, pero sí a la de los propietarios de los mismos. En cualquier caso, ¿cómo hemos llegado hasta este punto en el que todo empieza a sonar a historia de ciencia ficción?
Para ahondar en los orígenes de estas máquinas, se debe echar la vista más atrás en el tiempo de lo que uno pueda imaginarse a bote pronto: más de 2.000 años, hasta la antigüedad, en el contexto de la Grecia Clásica. De hecho, robot es una palabra que en esta lengua antigua viene a ser sinónimo de esclavo. Una visión muy acertada del rol que han venido a cumplir estas máquinas a lo largo de la historia, y que comienza a desarrollarse de manera extensiva en las últimas décadas.
¿Debe temer la clase media la revolución de los robots?
En cualquier caso, un nombre destaca entre el resto en el periodo clásico: el de Herón de Alejanadría, que llegó a desarrollar una serie de instrumentos con tecnología demasiado avanzada para la época. La provincia egipcia de Alejandría durante la dominación del Imperio Romano de aquella zona, fue testigo de su genialidad, allá por el Siglo primero antes de nuestra era.
A este inventor se le atribuye la construcción de las primeras puertas automáticas de la historia, que se colocaron en la entrada de uno de los templos de su ciudad natal. Cabe destacar, como dato curioso que en aquella época todos los lugares sagrados buscaban atraer a un sinfín de devotos, por lo que utilizaban todos los mecanismos a su disposición con solo un objetivo: impresionar.
Las primeras máquinas automáticas nacieron en la edad antigua
También, utilizando el mismo sistema de mecánica fue capaz de crear la máquina expendedora de la historia. Al introducir una moneda en la misma esta ofrecía agua a los sedientos viajeros.
En cualquier caso, no fue el único pensador y académico que logró desarrollar sistemas automáticos durante esta época, ya que en el mismo periodo, que ahonda sus conocimientos en la tradición helenística, fue capaz de desarrollar un sistema con forma humana que servía una copa con una jarra.
Algo más parecido a lo que estamos acostumbrados a ver hoy en día. Un verdadero autómata con forma humana, eso sí, mucho más sencillo que los que conocemos en la actualidad. En este caso, obra de Filón de Bizancio En total, durante el siglo primero antes de Cristo se cifran más de 100 máquinas de este tipo
Pasaron los siglos y durante la Edad Media se desarrollaron estructuras mecánicas, sobre todo a través de relojes que -con forma humana o mitológica y fantasiosa- que emitían música y realizaban movimientos básicos.
Leonardo Da Vinci, por su parte, en 1495, desarrolló su propio Caballero Mecánico, un primitivo robot que construyó como juguete para un mecenas de la época, Ludovico Sforza, que quería asombrar a todos los asistentes que se acercaban a sus fiestas. En Japón destacó a comienzos del Siglo XIX la producción de otra clase de juguetes, en este caso mecánicos y asiáticos que sirven té, disparan flechas y pintan.
Adelantando el tiempo, llegamos hasta los comienzos del Siglo XX, cuando fue desarrollado el que muchos consideran el primer robot de la historia: Elektro. Fue presentado en 1939, en la Feria Mundial de Nueva York por la empresa Westinghouse, y no venía solo, su fiel compañero Sparko -con forma canina- haría acto de presencia en la siguiente edición del evento. La tecnología era realmente avanzada para la época y ambos eran capaces de realizar 26 movimientos distintos, incluso caminar y fumar.
¿Evitarán los robots el desastre demográfico?
Tanto el dueño como el perro metálico abrieron la veda de la robótica en el Siglo XX, cuando se han hecho los mayores avances gracias a la computación y a los conocimientos de programación. En 1961, se instalaría el primer robot industrial de la historia y en 1975 se crea el primer brazo universal programable. Poco a poco, se fue avanzando hasta que en el año 2000 Honda presentó el primer autómata humanizado capaz de interactuar con otros seres humanos.
Y así, llegamos al Siglo XXI, centuria en la que los máquinas han venido a revolucionar los procesos económicos y de producción humanos. La auténtica cuarte revolución industrial que ha venido para quedarse y de la que solo hemos visto hasta la fecha los primeros pasos.
Los granitos de arena españoles
Los genios españoles también han puesto su grano de arena en el desarrollo de la robótica y de la inteligencia artificial. Leonardo Torres de Quevedo presentó ante la comunidad científica el Telekino en 1914, ante la Academia de las Ciencias de París, todo un avance en el telecontrol. El invento consistía en un autómata que ejecutaba órdenes a través de las ondas hertzianas.
Por lo tanto, nuestro representante patrio llegó a manejar niveles de desarrollo al mismo nivel que uno de los grandes cerebros de la historia, el científico serbio Nikola Tesla, que también había estado indagando en los sistemas de control de autómatas a distancia.
Pero no fue el único invento con el que la ciencia española haya destacado en este sentido. El mismo Torres de Quevedo había creado tan solo dos años antes lo que para muchos es un gran avance -sino el punto de partida esencial- para el desarrollo de la Inteligencia Artificial.
Los 10 inventos que no sabías que eran españoles
Se trata, nada más y nada menos que de El ajedrecista, el primer videojuego por ordenador de la historia que permitía a los usuarios jugar una partida de este famoso juego de tablero frente a un primitivo bot.