Desde hace más de 9.000 años, los pintores prehistóricos españoles se jactan de tener algunos de los más espectaculares y más antiguos ejemplos de arte rupestre. Esta historia artística amatoria comenzó en la Cueva de Altamira, una de las cavidades más famosas del continente europeo, situada en la comarca minera de El Bierzo, en la provincia de León, España. Esta galería oculta del arte rupestre prehistórico alberga algunas de las creaciones más famosas y bellas de la época, suponiendo un lugar inigualable de estudio de la cultura y el arte humano.
En esta cueva se han descubierto numerosas pinturas rupestres y grabados datados desde cerca de 22000 a.C. Estas obras maestras están hechas principalmente con colores naturales, como el negro, el rojo y los tonos amarillos, blancos y marrones, y muestran la creatividad de los hombres prehistóricos a través de la realización de detalladas imágenes de su vida y las formas en que socializaban. La mayoría de estas obras representan animales domésticos y salvajes, además de una variedad de plantas, mientras que algunas también abarcan los límites de la imaginación de los pintores rústicos.
1Descubrimiento de la cueva y la vida urbana de la cueva
La Cueva de Altamira fue descubierta en 1880 por el cazador y campesino Marcelino Sanz de Sautuola, quien fue quien trajo de vuelta la vida a esta cueva poco conocida. Era una reliquia y un tesoro cultural hasta entonces desconocido. Los habitantes locales habían visto algunas de sus pinturas, pero desconocían el hecho de que eran grados más antiguos de la historia humana.
La cueva es extraordinaria y está en el mundo natural. Son casi mil metros cuadrados de galerías con incontables cabinas, períodos y paneles con pinturas decorativas de animales, aves y otros motivos. Los investigadores creen que el mobiliario natural de la cueva fue colocado entre los 18.000-20.000 años antes de Cristo. La función de la cueva para la civilización prehistórica varía, desde proveer alimentos, a ofrendas rituales y albergar actividades tribales.