La depresión es uno de los trastornos psicológicos más comunes a día de hoy. La OMS estima que el 5% de los adultos en todo el mundo padece este problema. Pues bien, puede que te sorprenda saber que los perros también pueden padecer esta enfermedad.
Como es lógico, existen importantes diferencias entre la manera en que un ser humano afronta una depresión y la forma en que lo hace un perro. Pero también encontramos síntomas muy similares; no hay que olvidar que personas y canes nos parecemos mucho más de lo que creemos.
1La depresión en el perro: ¿cómo se manifiesta?
Para comprender cómo puede afectar la depresión a nuestro perro, antes debemos entender en qué consiste esta enfermedad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como un trastorno de salud mental común que “se caracteriza por una tristeza persistente y una falta de interés o placer en actividades que previamente eran gratificantes y placenteras”.
Esta patología implica síntomas psicosomáticos como la alteración del sueño y el apetito, cansancio, falta de concentración, dolores articulares, cefaleas y trastornos digestivos, entre otros. Suelen ser efectos prolongados en el tiempo que se sufren a diario y que van empeorando, poco a poco, la calidad de vida de las personas, interfiriendo en todas sus facetas.
Con los perros ocurre algo muy similar. Así lo aseguran los veterinarios y los expertos en conducta canina, algo que no es de extrañar si tenemos en cuenta que los canes, al igual que los seres humanos, son seres empáticos, sociales, sensibles y emocionales. Pero, ¿cómo podemos reconocer la depresión en un perro? A través de su comportamiento, marcado por señales como:
- Somnolencia. Dormir demasiado también es un síntoma común en las personas con depresión.
- No quiere jugar. El perro es un animal juguetón y activo por naturaleza, adora los juegos y las actividades al aire libre. Si nuestro perro no pide jugar como acostumbra a hacerlo o no responde a nuestras señales de ánimo, debemos ponernos alerta.
- Comportamientos compulsivos. Lamerse continuamente las patas, llamar la atención con gemidos y ladridos, perseguirse la cola o rascar compulsivamente el suelo, el sofá o la cama. Estos comportamientos supondrían algo similar a la ansiedad en los humanos, que en muchas ocasiones acompaña a la depresión.
- No quiere pasear. Es muy extraño que un perro no quiera pasear, pues es su forma de relacionarse con el entorno, reforzar sus sentidos (especialmente el olfato), socializar y hacer ejercicio. Cuando un can no desea salir a la calle, lo más seguro es que sufra algún problema físico o psicológico.
- Aislamiento. Como decíamos, los perros son animales sociables. Si notamos que nuestro perro se aísla de nosotros o de las demás mascotas de la casa, intenta decirnos que no se siente bien.
- Pérdida de apetito. Los canes sólo pierden el apetito cuando se encuentran realmente mal, por lo que nuestra primera acción ante esto debe ser llevar al animal al veterinario. Una vez descartados los problemas físicos, habrá que trabajar por mejorar su estado anímico.