Los últimos fármacos para la obesidad cuya finalidad es suprimir el hambre están transformando la forma en que se trata la obesidad en Estados Unidos. Esta categoría ha subido posiciones en el transcurso de tan solo un año, según se indica en un informe reciente de Morgan Stanley. De hecho, la investigación apunta a que alrededor de 24 millones de personas (7% de la población estadounidense) estará tomando este tipo de fármacos en 2035.
FÁRMACOS Y OBESIDAD
Ahora bien, esto que puede ser una excelente noticia para la industria farmacéutica, podría no ser tan beneficioso a largo plazo para los sectores relacionados con los alimentos, ya que tal y como se concluye en el estudio los consumidores acaban comiendo menos y comprando artículos más sanos.
Los fármacos contra la obesidad podrían «transformar el estado de la sanidad», según la gestora de carteras de Goldman Sachs Asset Management, Jenny Chang. Se calcula que el 42% de los adultos estadounidenses son obesos, y la obesidad cuesta al sistema sanitario de Estados Unidos un total de 170.000 millones de dólares al año, afirma. De hecho, se espera que las consecuencias del sobrepeso y la obesidad arrastren al PIB mundial un total de 4 billones de dólares en 2035.
Estos fármacos son caros y las aseguradoras se han mostrado reticentes a darles cobertura
No obstante, estos productos son caros y las aseguradoras se han mostrado reticentes a darles cobertura. No obstante, los ensayos clínicos demuestran que reducen el riesgo de infarto e ictus. «Al combatir la obesidad, estos productos podrían disminuir en paralelo enfermedades cardiovasculares, que son la principal causa de muerte. Por este motivo, considero que las aseguradoras tengan que replantearse su enfoque», indica Chang.
A fecha de hoy, se prevé que los fármacos contra la obesidad supondrán un mercado de 44.000 millones de dólares en 2030. «Vemos los fármacos contra la obesidad como una de las mayores clases de medicamentos que se crearán», concluye la experta.
INDUSTRIA ALIMENTARIA
Partiendo de esta realidad, «las industrias de alimentos, bebidas y restaurantes podrían ver una disminución de su demanda, particularmente de alimentos poco saludables y opciones ricas en grasas, dulces y saladas», dice la analista de Tabaco y Alimentos Envasados de Morgan Stanley, Pamela Kaufman.
Esta idea se argumenta en el hecho de que esta clase de medicamentos para las personas obesas funciona disminuyendo el apetito. Así, puede reducir la ingesta de calorías entre un 20% y un 30% diariamente, según los resultados del estudio de Morgan Stanley realizado a 300 pacientes que toman este tipo de fármacos. De hecho, los participantes de la encuesta redujeron significativamente la mayoría de los alimentos ricos en azúcar y grasa, disminuyendo el consumo de dulces, bebidas azucaradas y productos procesados en hasta dos tercios. A medida que más estadounidenses toman medicamentos para la obesidad, el consumo general de refrescos carbonatados, procesados y aperitivos salados podría caer hasta un 3% en 2035.
El consumo general de refrescos carbonatados, procesados y aperitivos salados podría caer hasta un 3% en 2035, en Estados Unidos
«Dos tercios de los pacientes informaron haber comido tres o más refrigerios al día antes de comenzar los medicamentos, mientras que el 74% dijo haber comido dos refrigerios o menos después de comenzar el tratamiento», comenta Kaufman.
Ante esta previsión, «es probable que las empresas se adapten a los cambios en el comportamiento de los consumidores a través de la innovación y la remodelación de sus carteras de productos. Las marcas que ya ofrecen opciones más saludables estarán mejor posicionadas para responder al cambio», añade Kaufman.
Por otro lado, seguramente siga creciendo la demanda de «alimentos para bajar de peso», como es el caso de los batidos de proteínas y las barras, como sustitutos de los refrigerios y las comidas percibidas como poco saludables (ver gráfico).
BEBIDA Y COMIDA RÁPIDA
Los pacientes obesos indicaron reducir considerablemente las bebidas no alcohólicas y alcohólicas. De este modo, un 65% consume menos bebidas carbonatadas azucaradas y un 62% bebe menos alcohol. Casi una cuarta parte dejó de beber alcohol por completo y cerca del 20% renunció a las bebidas azucaradas.
Los analistas ven que las compañías de alcohol estadounidense tienen más riesgo ante el incremento del uso de medicamentos contra la obesidad. Por ello, esperan una caída de aproximadamente el 2% en el consumo para 2035.
«Si bien el descenso en la ingesta de bebidas es significativa, las empresas deben ser capaces de gestionar el riesgo con el tiempo, cambiando, por ejemplo, a productos bajos o sin calorías«, apunta la analista de Bebidas y Productos para el Hogar, Dara Mohsenian.
Las cadenas que venden principalmente alimentos considerados “poco saludables” se enfrentan a un riesgo a largo plazo. Por este motivo, se prevé que el crecimiento de las ventas en las mismas tiendas caiga entre un 1% y un 2%. Sin embargo, algunas cadenas de fast casual ya se están adaptando ofreciendo menús más saludables, mientras que otras, como las cadenas de pizzerías, dulces o fast food, presentan menos flexibilidad para amoldarse y podrían verse más afectadas (ver gráfico).
«Muchas cadenas evolucionarán con el tiempo para responder a los gustos de los consumidores. Algunos han invertido miles de millones de dólares en tiendas y conceptos para adaptarse a estas preferencias cambiantes», asegura Brian Harbour, que dirige la cobertura de los restaurantes y distribuidores de alimentos estadounidenses.
Harbour considera, sin embargo que el aumento de los medicamentos contra la obesidad no es una gran amenaza en su caso: «Los restaurantes nunca se limitan a un tipo de comida. Venden a conveniencia, en el caso de servicio limitado, o en base a una experiencia, en el caso de servicio completo. Pero podrán enfrentarse a un descenso en las ventas a medio plazo».
TIENDAS DE ALIMENTACIÓN
El impacto a corto plazo en las tiendas de alimentación probablemente sea escaso, aunque esta tendencia podría cambiar con el tiempo a medida que vaya en aumento. Los comerciantes convencionales y otros minoristas centrados en alimentación se enfrentarán a mayores desafíos ante la nueva realidad, mientras que los minoristas masivos como supermercados que ofrecen categorías de productos variados junto con los alimentos se verán menos perjudicados.
Por otro lado, los minoristas con departamentos de farmacia podrían ver un mayor crecimiento de las ventas a medida que aumenta esta demanda.
El impacto a corto plazo en las tiendas de alimentación probablemente sea escaso
«Los minoristas necesitan valorar esta tendencia. Deben estar preparados para hacer modificaciones en su surtido y cómo lo comercializan a sus clientes principales para mantener la cuota de mercado», asegura el analista especializado en el Comercio Minorista de Alimentos, Simeon Gutman.
CLÍNICAS DE NUTRICIÓN
Los datos de Morgan Stanley muestran que la proporción de personas que se suscriben a un programa de pérdida de peso cayó del 29% al 20% justo después de que comenzaran a tomar a alguno de estos tratamientos.
El informe refleja en este sentido que la absorción de los medicamentos supresores del apetito ya está obligando a las empresas de nutrición y dietas a cambiar sus modelos de negocio de promover la dieta y el ejercicio como las mejores alternativas para perder peso.
En este sentido algunos negocios se están adaptando a la nueva realidad como es el caso de los planificadores de dietas digitales y que han visto caer su consumo en un tercio tras observar que las personas comienzan a tomar medicamentos para la obesidad. Por ello, uno de los más conocidos del país ha virado y se ha amoldado a la creciente realidad adquiriendo una plataforma de telemedicina que permite a los miembros conectarse con médicos que pueden prescribir estos fármacos.