El Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada defendió este viernes la creación de un organismo autónomo que, al estilo de la gestión de la red de parques nacionales, ofrezca amparo a la conservación de los ecosistemas costeros más característicos, como dunas, arenales, humedales costeros, bosques litorales, fondos rocosos o praderas de posidonia, entre otros.
A su juicio, esta medida es necesaria para proteger cerca de 8.000 kilómetros de costa española que abarcan más de 3.500 playas que constituyen «un patrimonio natural, cultural e histórico de incalculable valor». Se trata de un paraíso «no solo ecológico, sino económico» por ser fuente de inversión y gasto de miles de turistas.
Por eso, el vicepresidente ejecutivo del Instituto Coordenadas, Jesús Sánchez-Lambas, declaró en un comunicado que «es urgentísimo crear un órgano de gestión de nivel estatal, al modo del marco regulatorio de los Parques Nacionales, con competencias en la gestión de las playas vírgenes que integren esta red, aunando la colaboración con los gobiernos locales y autonómicos para, de esta forma, sumar esfuerzos y alcanzar alianzas que garanticen su preservación al máximo nivel y las blinde ante cualquier otro tipo de intereses y degradaciones”.
En su opinión, los arenales son mucho más que un reclamo turístico de primer orden porque representan una frontera entre el mundo terrestre y el marino. Por eso, constituyen espacios naturales «muy vulnerables a la acción humana», dado que puede poner en riesgo su alto valor ecológico y paisajístico, así como la rica biodiversidad que albergan.
En este sentido, reclamó a los poderes públicos promover las medidas necesarias para garantizar la protección de estos espacios y, muy especialmente, de las últimas playas vírgenes del litoral mediante una gobernanza equilibrada y responsable que garantice un uso sostenible y la preservación de su alto valor patrimonial.
Lamentó, especialmente, que la gestión del medio litoral «se ve a menudo obstaculizada por el solapamiento de competencias por una cuádruple participación de los diferentes niveles de la administración: local, autonómico, estatal y comunitario». «Una situación que puede restar eficacia a las actuaciones y generar conflictividad institucional, que no hace más que ralentizar la resolución de los problemas y crear escenarios de desamparo legal y competencial ante agresiones incalificables a las que no se pone límite», dijo.
El Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada planteó sobre todo crear esa red de protección de estos espacios marinos con cinco playas de máximo valor natural. Una de ellas es Playa de Gulpiyuri, en Llanes (Asturias). Se trata de una de las joyas naturales de esta comunidad, que es visitada cada año por miles de personas al ser un entorno peculiar: una playa de interior, sin salida directa al mar, debido a la penetración del agua del mar por una oquedad entre las paredes de roca caliza que la rodean. Aunque es Paisaje Protegido de la Costa Oriental de Asturias, el Instituto Coordenadas aseguró que «es necesario considerar la inclusión de Gulpiyuri como parte de una red nacional que proteja este pequeño arenal de apenas 50 metros de longitud y 30 metros de ancho».
También incluye a la Playa de Rodas de las Islas Cíes (Galicia). Es la de mayor extensión de este pequeño archipiélago atlántico y está situada en la Isla de Monteagudo. En 1980, las Cíes fueron declaradas parque natural debido a su alto valor natural y a que estaban empezando a sufrir un acelerado deterioro debido a la mano del hombre. Por ello, la normativa que permite acceder a ellas es mayor respecto con otras zonas de costa, haciendo necesario también poner en marcha todas las medidas necesarias para evitar su creciente desgaste.
Otro ejemplo es Cala Macarella, de Menorca (Baleares). Situada en la localidad de Ciudadella, está siendo objeto de polémica por la posibilidad de reabrir al vehículo privado al camino que permite acceder a esta playa, tal y como anunció en un primer momento la alcaldesa, Joana Maria Pons. Esta decisión amenazaría de manera especial y de una forma sin precedentes uno de los emblemas de esta comarca, dado que es una de las playas que más presión turística está soportando en los últimos años y que no haría más que acrecentar el problema actual.
El Instituto Coordenadas pide la misma protección para Playa de La Cocina, en La Graciosa (Canarias). Forma parte del municipio de Teguise, en Lanzarote. Se trata de una cala 100 metros de longitud a las faldas de Montaña Amarilla, con aguas transparentes y protegida del viento, las olas y las corrientes de manera natural, aunque no de la mano del hombre. La creciente presión turística de los últimos años está poniendo en riesgo el valor natural de un ecosistema muy escaso del entorno canario.
Finalmente, reclama lo mismo para Caleta de Maro, en Nerja (Andalucía). A cuatro kilómetros del municipio, de momento le protege del creciente turismo el hecho de que el acceso a esta playa es demasiado malo, largo y empinado. Este hecho no le ha librado de ser invadida en el pasado para realizar acampadas nocturnas en ella, a pesar de que la Ordenanza Municipal del Uso y Disfrute de las Playas de Nerja no permite que se realicen acampadas ni hogueras en las mismas.