Los atascos en carretera se originan cuando la cantidad de automóviles en circulación supera la capacidad de la vía. Esta capacidad se estima en alrededor de 2.000 vehículos por hora para un carril de autopista y 1.500 para carreteras convencionales. Las congestiones de tráfico provocan un elevado nivel de tensión emocional en los conductores. El acto repetido de acelerar y frenar exige una atención constante para evaluar en todo momento la distancia respecto a otros vehículos. En estas circunstancias no podemos conducir de forma automática como solemos hacer durante la mayoría del tiempo; al contrario, tenemos que hacerlo de forma muy consciente y con la máxima concentración, y esto hace que el agotamiento aumente.
1EL MALHUMOR Y LA IMPACIENCIA SE CONTAGIAN
En caso de que un conductor se encuentre en una situación de retención inesperada, cosa que suele ocurrir con cierta frecuencia, es aconsejable tener en cuenta algunos detalles y adoptar ciertas directrices para reducir al mínimo sus efectos, tanto a nivel emocional como de seguridad vial. Es poco probable que un conductor tranquilo influya en los demás automovilistas atrapados en el atasco…
Pero sí ocurre a la inversa: en cuanto el primer conductor impaciente comienza a pitar o a gritar, ese estado de nervios se contagia y se propaga de inmediato. Y todos sabemos que por mucho que increpemos al aire y toquemos el claxon, no vamos a poder resolver nada.